9.- Secreto

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Zoro no estaba seguro si era por el buen clima de aquella tarde o lo bien que había dormido tras la charla con el cocinero, pero se sentía bien. Como si hubiese dormido durante muchísimas horas y su cuerpo se hubiese recuperado de una enorme fatiga, incluso la comida le había dado un gusto exquisito y no es que no lo fuera antes, pero parecía que esa tarde fue aún mejor. Con su buen ánimo se puso a entrenar con sus enormes pesas hasta que el ocaso se asomaba en el horizonte. Suspiró satisfecho por su sesión de entrenamiento y bajó las pesas para ir con los demás que se encontraban divirtiéndose en la cubierta del barco. No pudo evitar sonreír por como su capitán y Usopp seguían al pequeño reno mientras este gritaba que no era comida de emergencia.

Sanji por su parte se encontraba saliendo de la cocina con un par charolas de metal sobre cada una de sus manos en las cuales traía algunas bebidas; el clima estaba agradable y un poco cálido por lo que una bebida refrescante les gustaría a todos, sobre todo a la navegante, la principal razón por la que se había puesto a prepararlas. Abrió la puerta con ayuda de sus pies y miró alrededor encontrando a la hermosa navegante cortando algunas mandarinas de sus preciados árboles.

— Nami~swan, preparé algo para que te refresques. – Decía con tono meloso mientras bajaba las escaleras ignorando como su capitán jugaba con los otros dos hasta que el pequeño reno chocó contra una de sus piernas cayendo sentado al suelo. — Ups, por poco. – Dijo para si mismo cuando casi derrama las bebidas por culpa de nuevo a bordo.

— Lo siento. – Se apresuró a disculparse y retrocedió unos pasos. Aún no se acostumbraba a convivir con tantas personas y temía molestar demasiado, pero se relajó un poco al notar la leve sonrisa del rubio.

— Solo ten cuidado, ¿De acuerdo doctor? – Aunque quisiera gritarle por casi hacerle derramar el valioso liquido de las bebidas no podía molestarse con él.  Desde niño había sido débil con los animales y ese pequeño reno era bastante tierno a su manera.

— No me hace feliz que me llames doctor, tonto. – Decía feliz mientras sonreía y movía sus manos de un lado al otro antes de percibir levemente las feromonas del otro. — Por cierto, Sanji me gustaría hacerte una revisión, si no te molesta.

— ¿Acaso parezco enfermo? – Preguntó un tanto divertido mientras comenzaba a caminar hacía la navegante en su huerto de mandarinas.

— No, pero parece que tu celo será pronto y sería peligroso que un omega esté en ese estado sin supresores habiendo dos alfas a bordo. Usopp ya tuvo su revisión.

Sanji sintió como su sangre bajó de golpe a sus pies, la fuerza de sus brazos pareció desaparecer mientras dejaba caer las charolas y las bebidas al suelo. El cristal rompiéndose en pedazos contra la madera de la cubierta a penas y había llegado a sus oídos, en estos solo escuchaba el ensordecedor golpeteo de su corazón. Su mirada se movió dudosa entre los presentes notando la sorpresa en el espadachín y la navegante, la confusión en el capitán y la preocupación en Usopp. Su mirada bajó al suelo por vergüenza y su cuerpo entero se tensó al sentir las miradas clavándose en él como cuchillas, no pudo permanecer ahí de pie, retrocedió en sus pasos a prisa hasta terminar corriendo hacía la cocina cerrando la puerta tras de sí. Apoyó su espalda en la madera de la puerta y se deslizó hasta terminar sentado en el suelo mientras con sus manos frotaba su rostro. Había sido un tonto al creer que nadie lo sabría nunca, que podría seguir su viaje junto a los demás sin problemas. Sus ojos se inundaron con sus lagrimas hasta que comenzaron a rodar por sus mejillas. Deseaba regresar en el tiempo y no haber subido al barco o quizás de haber sido honesto desde el inicio.

En la cubierta todos se habían quedado en silencio tras la huida del rubio. El reno no dejaba de disculparse con todos sin entender lo que había echo mal para que el ambiente del lugar se volviera tan incómodo. Zoro acarició su nuca cuando salió del shock inicial, ahora todo tenía sentido para él; la manera en que su capitán se había encargado de mantenerlo alejado, como Usopp parecía tan unido al rubio, la razón de ser atacado cuando creyó que le haría algo al tirador. Suspiró ruidosamente llamando la atención de los demás antes de caminar hacía el reno y palmear el rosado sombrero intentando calmar su llanto.

— No hiciste nada malo, es solo que él aún no nos decía su condición. – Se puso de rodillas con cuidado de no clavarse algún vidrio roto mientras recogía los pedazos de lo que quedaba de los vasos.

— Lo siento, no sabía que era un secreto. – Limpió sus propias lágrimas. — Iré a disculparme con él. – Dijo decido, pero fue detenido por el espadachín.

— Lo mejor será darle su espacio, él decidirá cuando quiera hablar con nosotros. – Dio un rápido vistazo a los demás que asentían levemente.

Esa tarde se las arreglaron comiendo únicamente frutas en la bodega del barco. No quería incomodar o molestar al rubio al intentar entrar en la cocina. Nami les indicó que se desviarían un poco al no poder controlar el timón del barco que se encontraba dentro de la cocina, pero los tranquilizó indicándoles que ella los regresaría a la ruta correcta. Cuando la noche cayó todos se retiraron a dormir a excepción de cierto espadachín que no podía conciliar el sueño en el nido del cuervo. Tenía tantas preguntas en su mente que le imposible siquiera cerrar los ojos.

Sanji se había calmado tras unos minutos y se había sentado en una de las sillas del comedor, se preparaba mentalmente para las preguntas y reproches que pudieran caer sobre su persona, pero nadie entró en la cocina, ni siquiera su capitán. No negaría que se sentiría desilusionado y preocupado, ¿La ausencia de todos era la repuesta a su condición? ¿Ahora nadie quería siquiera mirarlo? Pensamientos pesimistas inundaron su mente rápidamente y solo crecían mientras el velo de la noche cubría el cielo. Sentía sus ojos arder de nuevo, pero dio un respingo al escuchar la puerta abrirse, no tuvo el valor de mirar de quien se trataba, sus ojos se clavaron en la madera del comedor mientras sus manos temblaban levemente. Tragó saliva mientras el sonido de los pasos inundaban la cocina, mantuvo la respiración mientras el refrigerador era abierto e intentó ignorar el tintineo de los vasos al ser removidos. Cerró los ojos con fuerza esperando que el otro dijera algo, que le reprochara, se burlara, que emitiera algún maldito sonido, pero se encontró abriendo los ojos al escuchar un vaso de cristal siendo puesto frente a él. Se trataba de ron en un vaso de cristal, al fin alzó la mirada encontrándose al espadachín sentándose frente a él al otro lado del comedor.

— ¿Quieres hablar sobre “eso”? – Preguntó con cautela intentando averiguar lo que el rubio pensaba, notaba la cara hinchada y los ojos enrojecidos del cocinero al haber llorado, pero no se burlaría o haría algún comentario sobre eso. Le dio un sorbo a la bebida que se sirvió también en un vaso. Al ver como negó con la cabeza se quedó en silencio, simplemente bebiendo y haciéndole compañía.

Se quedaron así por unos minutos, quizás unas horas; Zoro bebiendo y Sanji sosteniendo el vaso entre sus manos sin probarlo, absorto en el liquido que le invitaba a probar y olvidar por un momento la situación en que se encontraba.

— No quiero que nada sea diferente… por eso yo. – No pudo continuar de hablar mientras mordía su labio inferior intentando controlar las lagrimas que amenazaban con asomarse en sus ojos de nuevo. — No fue mi intención engañarlos.

— Nada será diferente. – Alejó el vaso de sus labios al terminar la bebida y lo dejó con cuidado sobre la mesa. — Sigues siendo el maldito cocinero pervertido.

— Hablo en serio Zoro. – Alzó la mirada frunciendo el ceño hacía el espadachín.

— Al fin me miras. – Sonrió de lado mientras se levantaba. — También hablo en serio, que seas un omega no cambia absolutamente nada, eso no te hará peor cocinero o menos hombre. – Apoyó una de sus manos sobre la mesa para inclinarse un poco y tocar con su dedo la frente de un sorprendido rubio. — Si pierdes contra mí no te dejaré usar eso como excusa, además no nos engañaste. Nunca dijiste ser algo, nosotros lo asumimos o simplemente no nos importa. – Alejó su mano y se estiró un poco. — Bueno, me iré a hacer guardia, duerme un poco y no te preocupes por tonterías, cejas bonitas. – Terminó de hablar y salió de la cocina hacía el nido del cuervo.

Sanji subió su mano para dejarla sobre su frente, donde había tocado el espadachín se sentía caliente. — Estúpido marimo. – Susurró al encontrarse solo mientras sonreía ampliamente sintiéndose más tranquilo.

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Muchas gracias por leer.

Al fin pude actualizar, me despido que estoy en mi trabajo y es la primera vez que actualizo desde mi celular, es muy difícil para mí Dx

En fin, nos leemos~

Skande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora