Terminaron por levantar tres tiendas para dormir, en una dormiría Nami, en otra Zoro, Luffy y Chopper mientras que en la sobrante estarían Usopp y Sanji. Al principio el cocinero quería quejarse por la distribución de las tiendas, pero tras un golpe de la navegante se calmó y no dijo más.
Hicieron una enorme fogata cuando el capitán al fin regresó de recorrer la isla trayendo consigo un par de enormes jabalís. Fueron preparados a la parrilla y en un estofado a petición del espadachín que quería beber con su comida. La noche cayó rápidamente sobre ellos dejando ver un océano de estrellas en el cielo. Todos se retiraron a sus respectivas tiendas tras comer y Sanji al terminar de lavar los utensilios utilizados para la cena de esa noche. Se metió bajo la sabana de su improvisada cama para dormir usando sus manos como almohadas bajo su cabeza mientras miraba el techo de la tienda, quizás sería mejor dormir mirando las estrellas.
— ¿Te encuentras bien? – La voz del tirador interrumpió sus pensamientos. Respondió sin mirarlo mientras el otro se sentaba sobre la sabana que lo separaba de la arena. — ¿Lo dices en serio o solo para que no nos preocupemos?
— Usopp. – Se giró para recostarse de lado y poder mirar al tirador. — Estoy bien, de verdad. Al inicio tuve mis dudas, incluso un poco de miedo, pero me siento cómodo con ustedes.
— ¿Si te sientes mal nos lo dirás? – Hubo silencio de parte del rubio que había apartado la mirada antes de regresar su vista al otro que se había acercado. — ¿Me lo dirías a mí? Sabes que no le diré a nadie nada que no quieras que sepan.
— Se lo confiable que eres Usopp. – Sonrió levemente. Realmente había encontrado un confidente en aquel mentiroso. — Te lo diré todo.
— Es una promesa. – Dijo firme antes de volver a su lugar y recostarse tras tener una respuesta afirmativa del rubio. Así ambos se dejaron rodear por los brazos de Morfeo para terminar durmiendo.
Un sofocante calor hizo que Sanji despertara, sentía su cuerpo entero arder, como si estuviera dentro de un horno a la más alta temperatura. Se levantó quejándose bajo por el dolor de su cuerpo, miró al tirador que dormía profundamente y optó por no molestarlo. Sabía que era el inicio de su celo, solo tenía que ir al barco para tomar un supresor y calmar sus síntomas. Salió de su tienda disfrutando de como la brisa marina refrescaba su enrojecido rostro. Dio unos pasos a tropezones por lo débil que se sentía y miró hacía la tienda donde se encontraba el reno, quizás lo mejor era despertarlo para que lo auxiliara.
Entró en la tienda buscando con la mirada al pequeño reno encontrándolo dormido entre el espadachín y su capitán. Intentó entrar sin armar escándalo, pero terminó tropezando con sus propios pies al sentirse tan débil cayendo a los pies de Zoro que se había sentado de golpe al sentir a alguien la tienda.
— ¿Quién anda ahí? – Preguntó en guardia relajándose un poco al notar que se trataba del rubio. — ¿Qué diablos haces? ¿Quieres la revancha a esta hora? Porque estoy listo para pelear en cualquier momento. – Dijo orgulloso antes de notar como el rubio parecía respirar con dificultad. Se acercó estando de rodillas frente al rubio mientras lo sujetaba de los brazos para ayudarle a sentarse. — ¿Estás bien?
No obtuvo respuesta verbal, pero percibir sus feromonas fue suficiente para entender lo que estaba pasando. Debía despertar a Chopper, pero antes de poder llamarlo se encontró con los labios del rubio presionando los suyos. Un escalofrió como si de un rayo se tratase le atravesó la espina dorsal e hizo que su entrepierna punzara. Tenía que alejarlo lo más rápido posible, sabía que debía alejarse también, o entendía porque se encontraba correspondiendo aquel beso, subiendo una de sus manos acariciando al rubio hasta llegar a su cuello disfrutando de la calidez de su piel, de la suavidad de su cabello al enredar sus dedos en aquellas doradas hebras. Las manos del rubio se aferraron a la camisa del moreno al tiempo que tiraba un poco de la tela buscando el calor del contrario.
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Skande.
FanfictionQuizá no todos los alfas eran malvados, quizá no todos los omega eran débiles. Todos los personajes pertenecen a Eiichiro Oda