23.- Sed

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Las estrellas ya eran visibles en el cielo nocturno, la navegante miraba con insistencia hacía el puerto esperando ver al rubio llegar con las previsiones riendo o disculpándose por llegar tarde tras pasarla coqueteando con alguna mujer, pero seguía sin haber nadie.


— Debería ir a buscarlo. – Dijo para sí misma, la preocupación no le dejaba estar tranquila y notaba como no era la única que se encontraba en ese estado. Iba a decir algo, pero el sonido de los altavoces que había repartidos por el lugar para emergencias le hizo dar un brinco por el susto.


"Atención a los piratas sombrero de paja. Esta es una isla protegida por el gobierno, así que entréguense a la ley pacíficamente, tenemos a su cocinero en custodia y a menos que quieran volver a verlo vendrán a entregarse voluntariamente." Los altavoces repetían una y otra vez el mensaje, la sorpresa rápidamente se volvió ira y preocupación entre los tripulantes que estaban en el barco.


— Tenemos que traerlo de vuelta. – Habló mientras tomaba su bastón, lista para ir a la lucha, pero se detuvo al ver el rostro del espadachín; quizás nunca lo había visto tan molesto como en ese momento, tragó saliva y retrocedió un paso para dejarle pasar viendo como el capitán le sujetaba del brazo para detenerlo.


— Suéltame. – Masculló molesto mientras desenfundaba una de sus espadas. — A menos que quieras perder el brazo.


— Tenemos que ir juntos.


— ¡Y una mierda! – Gritó — ¡NO PODEMOS PERDER MÁS TIEMPO! ¡ELLOS SOLO NOS RETRASARÁN! – Estaba tan cegado por la ira que no notó como la navegante y el tirador hicieron una mueca de dolor ante aquellas palabras, sabían que no eran tan fuertes como él, pero escucharlo decir aquello había provocado una punzada de dolor en sus orgullos.


— Zoro. – Habló en tono tan serio que incluso el espadachín dudó un momento. — No eres el único que quiere salvarlo, así que cuida tus palabras. – Le soltó viendo como el otro chasqueaba la lengua antes de bajar de un salto del barco y correr hacía el poblado.


— Luffy nosotros...


— Prepara el barco para irnos de inmediato. Chopper tu ven conmigo. – Bajó del barco junto con el reno que le indicaba el camino hacía el aroma del cocinero.


— Nami – Le llamó Usopp mientras tocaba su hombro, pero dio un respingo al ver como ella golpeaba sus mejillas con sus propias manos.


— No tenemos tiempo para esto. – Se dijo más tranquila tras sus propias bofetadas. — Tenemos que preparar todo, ya que regresen les reñiré como es debido. – Estaba preocupada y claro que tenía ganas de llorar por las palabras del espadachín, incluso por la seriedad de su capitán, pero entendía que tener todo listo para salir de la isla todos juntos era mucho más importante.


Zoro llevaba dos de sus espadas desenvainadas mientras corría por las confusas calles de aquel lugar, no tenía idea de hacía donde ir, solo avanzaba esperando que eventualmente llegara al lugar donde lo tenían. En su camino se encontró con Chopper que le gritaba que lo siguiera junto con su capitán, verle le causaba molestia, después de todo Sanji era su asunto y solo suyo, nadie tendría porque entrometerse, mucho menos el chico de goma. Centro su atención en los marinos que comenzaban a correr hacía ellos, parecía que estaban en el lugar correcto. Su katana maldita vibró en busca de sangre y tuvo que respirar profundo para no dejarse llevar. No los hería de muerte, pero si lo suficiente como para dejarlos fuera de combate, en algún punto se había separado del reno y Luffy, ahora corría por unos pasadizos enfrentándose contra cualquiera que se atreviera a cruzarse en su camino, pasó de largo por una gruesa puerta de madera antes de detenerse de golpe al escuchar la voz del rubio. Jadeaba por la carrera que llevaba hasta ese momento, retrocedió en sus pasos y se detuvo frente aquella gran puerta. Guardó una de sus katanas para abrir la puerta quedándose helado por un momento al ver al rubio atado, jadeando del dolor, la sangre que manchaba su clara piel y a las personas que estaban ahí dentro. Dio un paso adelante, luego otro paseando su mirada por cada rostro dentro de aquella habitación, cerró la puerta tras de sí, sujetó el mango de la sandai kitetsu con ambas manos y de un rápido movimiento cortó la bala que fue disparada hacía él.

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