12.- La segunda carta

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Los dedos de Shi WuDu tamborilearon sobre la superficie de su escritorio mientras sus ojos se mantenían fijos en el sobre que Ming Yi le había entregado. No podía creer que su hermano le hubiera escrito una carta, sobre todo tomando en cuenta lo que sucedió la última vez que se vieron.

Aunque ya no recordaba la razón de la pelea, Shi WuDu recordaba lo sucedido en general. Las cosas habían escalado a un punto en el que los dos se dijeron cosas terribles uno al otro y…

El tamborileo se detuvo. Shi WuDu cerró el puño con tal fuerza que sus nudillos se volvieron blancos y cerró los ojos como si esa acción pudiera borrar lo que había hecho. En aquella ocasión, había estado tan furioso que, por primera vez había golpeado a su hermano. Y por primera vez, los ojos de QingXuan lo miraron con furia diciendo una sola cosa antes de irse:

—Te odio. 

Su hermano lo odiaba… pero le había escrito una carta. ¿Por qué? Shi WuDu no era la clase de persona que perdiera el tiempo en especulaciones, por lo que tomó el sobre y lo abrió para leer su contenido. La primera línea de la carta lo sorprendió:

"Querido hermano, no te odio"

Shi WuDu tragó saliva, y sintió un nudo en la garganta que se fue apretando conforme seguía leyendo.

"Sé lo que dije la última vez que nos vimos, pero fue mentira. No te odio, y realmente quiero tenerte cerca de mí. Quiero a mi hermano mayor de vuelta en mi vida… pero ya no puedo lidiar con esto. No quiero estar en una situación donde tenga que escoger entre mi hermano y el hombre que amo. Ni siquiera sé porque no te agrada He Xuan, pero ya me cansé de intentar mediar entre ustedes"

Shi WuDu imaginó a Shi QingXuan sentado frente a la mesa, con la mirada fija en el techo mientras mordisqueaba el bolígrafo que estuviera usando para escribir y no pudo evitar sonreír con esa imagen, tomando un momento antes de seguir leyendo. 

"Voy a casarme. He Xuan me propuso matrimonio en nuestro aniversario y le dije que sí. Realmente me gustaría verte. Va a ser un día importante para mí y me gustaría que estuvieras allí. Aunque… sé que no querrás. ¿Por qué asistirías a la ceremonia de alguien a quien odias? Tú no perderías el tiempo en algo así, aunque sea yo quien te lo pida. Seguro te estás preguntando, '¿por qué hizo el esfuerzo sabiendo que mi respuesta sería negativa?'

Porque, querido WuDu, yo no estaría tranquilo si no hacía el intento. De ese modo, cuando mire a los asistentes y no te vea ahí, tendré la conciencia tranquila de saber que, al menos lo intenté, y no fui yo quien terminó por alejarnos definitivamente. Hasta siempre, hermano, sea cual sea tu decisión"

Shi WuDu se mantuvo en silencio, mirando la carta, perdido por primera vez. ¿Cómo se supone que debía reaccionar a esto? ¿Debería molestarse por la mala imagen que su hermano tiene de él? ¿Debería sentirse triste por eso? ¿Debería frustrarse… por no haber sido un buen hermano? ¿Qué debería hacer ahora?

Su mirada se dirigió al pequeño bar que había sido instalado en el despacho dónde se encontraba, y pensó que beber un trago estaría bien. Beber dos fue inevitable, y la posibilidad de alcoholizarse en ese instante fue tan seductora, que cuando Pei Ming llegó al lugar buscando a su pareja, lo encontró vaciando alegremente una botella de whisky.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó el joven cruzándose de brazos.

—Ahogarme en alcohol, ¿no es obvio? —refunfuñó Shi WuDu, dispuesto a atacar ahora una botella de brandy.

Pei Ming sujetó su muñeca antes de que pudiera tocar la botella, y Shi WuDu le dirigió una mirada de furia desenfocada por el alcohol.

—Déjame —dijo tratando de soltarse.

Pei Ming no solo lo ignoró olímpicamente, sino que lo jaló hacia sí mismo y lo abrazó.

—¿Qué es lo que quieres ahogar? —le preguntó con dulzura.

—El fracaso de hermano que soy —dijo Shi WuDu, ocultando el rostro en su pecho—. Soy una persona horrible, estuve cerca de alejar a mis hermanos por…

¿Por qué? Nimiedades sin sentido que le habían parecido importantes hasta ese momento, en que decidió que ya no lo eran. Y tal vez ya sea tarde para remediarlo, pensó Shi WuDu rompiendo a llorar en el abrazo de Pei Ming. Lo había arruinado todo, y él era el único culpable.

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