Por Gentilezas diminutas como
Un Capullo o un Libro,
Se plantan las semillas de sonrisas –
Que en lo oscuro florecen.
(Emily Dickinson)
El aire fresco de un Londres por la noche soplaba en la cara de Dorcas mientras caminaba a casa. Su día había sido largo, pero a este punto ya estaba acostumbrada a estar ocupada la mayor parte de su tiempo. Era así desde que había salido del colegio Hogwarts de magia y hechicería, apenas podía recordar aquellos días dónde la inocencia la llenaba por completo, dejando a un lado la guerra a la que ahora debía servir.Dorcas había decidido unirse a la Orden del Fénix tan pronto como terminó sus años escolares. Por una parte lo había hecho porque realmente quería terminar con los años oscuros a los que se estaban enfrentando, no soportaba ver al mundo mágico tan apagado, no cuando había soñado toda su vida en ser una gran bruja en un mundo lleno de paz. La otra razón de su acción tenía nombre y apellido, Marlene McKinnon, quien actualmente era lo que conocía como familia. Dorcas y Marlene eran pareja desde su sexto año en Hogwarts, desde ese momento fueron inseparables, Dorcas solía pensar que siempre estuvieron destinadas a estar juntas y que así lo sería siempre.
Antes de finalmente llegar a su casa, se detuvo en una tienda para comprar una botella de vino que le había pedido Marlene esa mañana antes de irse. Dorcas sabía bien que su novia no era aficionada por el vino, pero que sabía perfectamente bien cuando una comida debía ser acompañada con este. Entró a la pequeña tienda que se encontraba a unas calles de su casa, tomó el vino blanco que le indicó Marlene y se dirigió a pagarlo, en el camino tomó una soda y solicitó a la cajera una cajetilla de cigarrillos, realmente necesitaba uno en ese momento. Pagó y salió del local, haciendo una pausa para encender su cigarrillo en un lugar donde nadie la viera, colocó este entre sus labios y con un chasquido este se prendió, ese había sido un truco que Marlene le habla enseñado en sus años en Hogwarts y que admitía, había sido una de las cosas que le hizo caer a los pies de McKinnon.
Diez minutos después y ya se encontraba fuera de su casa. En realidad era de los padres de Marlene, quienes amablemente se las habían obsequiado hace más de un año. Era linda, todo lo que dos chicas de 19 años necesitaban. La fachada era totalmente blanca y con un gran ventanal, era de dos pisos y había un pequeño jardín recorriendo el camino hacia la puerta.
Dorcas sacó su llave y abrió rápidamente la puerta, ansiosa de por fin estar en casa con su amada Marlene. Una vez adentro se dejó envolver por la calidez del lugar y un increíble aroma proveniente de la cocina.
– ¡Marls, linda! He llegado – gritó, quitándose el abrigo negro y dejándolo en el perchero.
– ¡Cocina! – respondió Marlene.Dorcas sonrió y sin pensarlo dos veces recogió la bolsa con el vino que había dejado en el suelo, caminando hasta llegar a la cocina. Pasó por su pequeño comedor para poder llegar a su destino. Y ahí estaba, la persona que más la hacía feliz en este mundo, con un mandil y su pelo rubio recogido en un rápido moño. De un momento a otro, Marlene dejó de hacer la cena para voltearse mientras sacaba su varita del mandil y la dirigía a Dorcas.
– Lo siento, cariño, el protocolo – dijo y Dorcas asintió –. Bien, dime… ¿En qué grado y parte exacta de Hogwarts fue que nos conocimos?
– Quinto año en el bosque prohibido, buscabas una planta para una poción y te ayudé a encontrar el camino de vuelta al castillo – contestó dirigiendo una sonrisa al recordar su primera interacción.Marlene bajó la varita y se apresuró para abrazar a la otra chica con tanta fuerza como pudo.
– ¡Estás aquí! – dijo mientras soltaba a Dorcas y la besaba.
– No desearía estar en otro lugar que no sea aquí – respondió una vez terminando el beso.
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no body, no crime
Hayran Kurgu- Es Peter.... Fueron las únicas palabras que pudo decir Marlene McKinnon, quién yacía en los brazos de una Dorcas Meadowes destrozada y llena de lágrimas. ••• Inspirada en la canción 'no body, no crime', se centra en Marlene McKinnon y Dorcas Mea...