Mis ojos están entre abiertos

6 2 0
                                    

Hubo una vez en el claro de un bosque donde inicia un valle, una columna.

Mis ojos están entre abiertos, y voy cayendo del cielo, como si me hubieran empujado desde el borde de la nubes.

Sigo cayendo; miro mi cuerpo, no se que decir, solo veo una piel palida cómo el azúcar clara, y lo que parece ser el reflejo de unas plumas, más bien alas.

"cierro mis ojos"

Sigo cayendo ahora con más fuerza, puedo sentir la gravedad jalandome hasta el suelo.

Que incomodidad, me pica la espalda; mis ojos están entre abiertos, y al observar como caía me quedo boquiabierto al ver cómo mis alas desaparecen sin chorrear una gota de sangre.

"me dejé caer"

Abrí mis brazos al destino sin saber lo que me deparaba, pero lo que recibí a cambio fue un fuerte choque con la tierra.

"Mis ojos se terminaron de abrir"

Con una cara de asombro y un poco asustado me miré por completo, mientras un mechón énorme de cabello aparentemente rojo y largo, se metía a mi boca.

"Soy pelirrojo"

Pero eso no era lo que me tenía agitado, si no algo más grande que una simple cabellera roja...

"Estaba en el cuerpo de una mujer pálida y pelirroja"

La falta de masculinidad y el toque femenino de la parte íntima de una mujer lo dejaba todo claro, sin embargo preguntas como:

¿Quien soy?
¿Que soy?
¿Cómo llegué aquí y por qué?...

Se vieron nubladas ante la aparente columna que no había visto frente a mí.

"Una pura casualidad"

Era alta, con algunas  inscripciones talladas en la misma, en un lenguaje que no logro reconocer pero que irónicamente puedo leer.

"El Valle de los Descarrilados"

No sé a qué se refiere pero detrás de tal columna solo se hace notar un hermoso valle colocado ente dos montañas, dónde se hace ver un atardecer eterno, algunos árboles, flores y mariposas y animales por doquier.

Desmedidamente entré corríendo en mi desnudéz a aquel páramo que tenía mucho para ofrecer, pero al cruzar aquella columna, llena de rosas y flores trepadoras, ví mi infierno lujurioso; centauros bailando, faunos brincando, sirenas en grandes peceras e incluso ninfas bebiendo, en aquel bar escondido bajo el reflejo de un valle.

En menos de un galope y un aleteo, ya me encontraba tomando alcohol con ellos y viviendo esa vida sin frenos que ellos llevan.

"Gran ilusión"

Porque más rápido que el sonido de las pesuñas de un fauno, un grupo empezó a envejecer y murió.

De uno en uno y de grupos a todos empezaron a morirse, así mismo yo noté al mirar mi cuerpo que mis manos estaban flácidas y arrugadas, mis uñas largas y amarillas como si fuera una señora en sus últimos años; quise salir del páramo pero ya era demasiado tarde y lo último que ví, fue algo que nunca había visto, lúcido cómo tatuado en la pecera se encuentra el reflejo de mi rostro, todo tono rojizo en mi pelo se había tornado gris y el brillo que creia tener se perdió en las arenas del tiempo.

Mis ojos ya se encuentran entre abiertos, hasta que llegó mi tiempo de morir.






Delirios Místicos De La MenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora