𝐄𝐋𝐋𝐀 ━━ Dance with Devils [TERMINADA]

Capítulo 11

❝DESEO❞

    Pasó ya seis veces al menos, seis veces donde solo me despertaba sin poder dormir tranquila por pensar que alguien podría estar cerca, o por estar al tanto de la salud de Lindo. Estaba bastante cansada, no tenía sueño, pero si tenía pesadez en todo el cuerpo. Me dolían las piernas, los brazos, y el maquillaje de mi cara ni siquiera había sido limpiado correctamente por lo que tenía los ojos llenos de rimel corrido.

Sabia que a primera vista lucia peor que siempre.

Sin embargo, lo único que me preocupaba en ese instante era que íbamos a comer.

Lindo seguía descansando después de una noche de quejas y dolor. Pero en cualquier momento tendría que despertarlo para que se alimentara.

La escuela seguía con las decoraciones del Festival aunque no hubiera nadie. Según lo que recordaba, los del comité lo recogerían pero realmente nadie lo hizo. Aun así, ver la escuela tan alegremente decorada le quitaba un poco de mal ambiente al lugar.

Puesto a que la cafetería estaba cerrada, solo pude conformarme con cosas de la máquina expendedora. No había mucho que elegir así que solo me quedé con barras energéticas, unas galletas y jugos de fruta.

No era mucho, pero fue lo mejor que pude hacer.

Entonces la vibración de mi teléfono llamó mi atención.

Azuna:

Por favor dime que están
a salvo.

Quería creer que se trataba de ella, pero en dicho punto no podía bajar la guardia. Después de todo, cualquiera podría haber tomado su teléfono y hacerse pasar por ella.

Aun por mucho que quisiera hablarle y preguntarle cómo estaba, sabia que debía contenerme.

—Hija de Isis —una voz resonó por todo el lugar dejando un rastro de sí un eco. Al levantar mi mirada instantáneamente, logré encontrarme al mismo sujeto de cabello largo que había querido deshacerse de Azuna—, Poseedora del arca y el grimorio.

Extendió su mano hacia mí con una sonrisa felina, cosa que no me provocó más que enojo, casi como un gruñido.

Había querido matarnos, se llevó a María-san y quizás hasta era el responsable de la muerte de mí madre y aun así tenía el descaro de dar la cara.

—Tú —solté con odio.

—No hemos empezado con buen pie. Pero te pido que vengas conmigo.