(El reflejo de la violencia)
24 de febrero del 2021. Hugo Gray.
Me encontraba mirando por la ventana enrejada de mi habitación, era ora de la clase de arte, sin embargo, me vetaron de la clase un par de meses antes debido a querer lesionar a uno de mis compañeros con un pincel, en específico, a Barry, pero bueno, mirando por la ventana, pude notar el movimiento de los verdes árboles, el viento soplaba con más fervor, en particular, recordaba que, hace un año, en esta fecha misma, había sido ingresado recién aquí, y todo sea en nombre de la diversión, aunque muchos, lo llamen violencia.
17 de febrero del 2020.
Nos vamos a ubicar una semana antes del terrible incidente, aquel que hizo que acabara en esta pocilga, haciendo que mi madre perdiera totalmente la cordura, temiéndome al mismo tiempo. Era un chico al que suelen llamar bully o problemático, bravucón, etc. Honestamente, no les he de mentir, a mí me encantaba el caos, simplemente, la calma era bastante aburrida para mí, gozaba, y sigo gozando, del enojo ajeno, es como si fuese una especie de medicina para mí, es algo sumamente placentero ver la incertidumbre, la ira y el dolor reflejándose en los ojos ajenos de la gente a mi alrededor, además, en mi casa, gracias a mi padre, era una conducta que se repetía a diario, pues ese despreciable hombre decrépito, golpeaba constantemente a mi madre, en realidad, ignoraba sus causas, y me eran indiferentes, era la rutina para mí, de hecho, mi madre muchas veces llegó a descargar su ira conmigo, golpeándome con lo que tuviera al alcance de sus manos mientras mi padre no estaba, pero, mi padre hacía lo mismo conmigo, no le bastaba mi madre, aunque bueno, cabe recalcar que me gustaba hacerlo enojar, por simple diversión, a lo cuál, mi padre reaccionaba de manera histérica en contra mía, golpeándome y dejando marcas y moretones por todo mi cuerpo, pero en fin, como dije antes, era la costumbre para mí. El cigarro, uno de los tantos motivos por los cuales me expulsaban de la escuela o simplemente me llevaban a detención, me encantaba el cigarro en aquella época, a mis "cortos" 15 años de edad, aunque bueno, repito, me gustaba más por la adrenalina que éste conllevaba, todos a mi alrededor lo veían como algo malo, y tal vez sí, aunque en la preparatoria esto se normalizaba en la salida de la escuela, yo solía hacerlo dentro de las instalaciones, como en el patio o en el salón mismo, haciendo que el olor de ese pequeño e inflamable objeto inundara el área, conllevando a el vómito de algunos y la molestia de otros, por ejemplo, el profesor. Los golpes de mi padre se debían también a dichas quejas que daban los maestros a mi familia, a veces, mi estúpido padre solía golpearme y estrellarme contra el muro hasta caer inconciente, y a pesar de que era la rutina, nunca me gustaba que me golpeara, pues, se sentía superior cada que lo hacía, como si el fuera el que estuviese ganando, y por lo menos a mí, la gente que se crée mejor que yo resulta odiosa, la detesto, así que, de sobra está decir que, detestaba a mi padre, lo cuál, me llevó a hacer lo que haría después.
Era un día habitual, mi padre había llegado a azotar a mi madre como de costumbre, yo admiraba su pelea en la cocina desde el comedor, sin embargo, esa vez, me habían reportado por mala conducta de nuevo, por golpear a un tonto de mi clase, alguien de suma irrelevancia, pero bueno, mi padre había comenzado a desquitar su ira hacia mí, me golpeaba tan fuerte que podía sentir la sangre salir de mi nariz, podía sentir la inflamación de cada morete comenzar a salir, y lo que era aún más divertido, comenzó a brotar el sentimiento de ira en mí, lo cuál, me llevó a tomar, nada más ni nada menos que, un cuchillo de cocina, un precioso, afilado y recién lavado cuchillo de cocina... creo que es predecible, pero me importa un carajo, te lo cuento igualmente, enterré con suma brusquedad el cuchillo en las tripas de mi padre, sacandolo y sumergiéndolo de nuevo mínimo unas 5 veces, tanto por su abdomen como por su garganta, haciéndo brotar el hermoso elixir rojo tinto desde su interior, se sentía tan bien lastimar a aquel desgraciado hombre, a aquél neandertal que se hacía llamar esposo y padre, mi ira se convertía en euforia de a poco, tornando mi cara de enojo en una sonrisa incontrolable y malévola.
— ¡Eres un jodido monstruo! — Gritaba mi madre aterrada desde la cocina, tomando un cuchillo, subiendo de manera rápida a su habitación intentando protegerse, pues ya había llamado a la policía, la cuál, no había tardado en llegar a la escena del crimen... mi madre terminó por encerrarme aquí, deshaciéndose de mí, aunque bueno, le hice un favor a la perra, por lo menos, ya no iba a ser golpeada por su "amado esposo".
Presente.
El tiempo se fué volando recordando aquel día, la clase de artes había terminado y yo, debía volver a las actividades escolares normales, así que, me dirigí al salón de clases a tomar asiento, pensando en un nuevo problema que crear, un nuevo caos que comenzar y un nuevo daño por hacer.
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Si las paredes hablaran...
Mystery / ThrillerMe han abandonado aquí para "sanar", mi "madre" jamás se preocupó mucho por mí y ahora se deshace de mí de esta manera... El manicomio, el último lugar en el que quieres acabar, el único lugar donde todo se vuelve más miserable de lo que ya era en u...