(La oscuridad sale a la luz)
8 de enero del 2021. Andrés Mercedes.
¿Qué puedo decir? Era mi cuarto día aquí, hoy iban a ser las terapias, estas siempre eran antes de la clase de deportes, por lo cuál, ese día no me bañé por la mañana para bañarme después de hacer nuestros ejercicios, pero en fin, comenzaré por la mañana. Me levanté como de costumbre, Barry se estaba abotonando una camiseta azul, muy linda por cierto, le quedaba genial, se veía muy lindo, estaba mirándose en el largo y rectangular espejo que estaba situado en la esquina de la habitación, cuando por fin volteó y me vió, mi cara era como la de un zombie, estaba dormidisimo, no entendía como Barry podía estar ya a esas horas como si nada, eran las 7:15 de la mañana.
— Buen día, Andy... — dijo el pequeño chico sonriendo sin mostrar sus dientes, para luego, voltearse y seguir arreglándose un poco.
— Buen día... — dije con una voz aún ronquísima de recién levantado, para seguido, levantarme a vestirme con una camiseta polo gris, unas bermudas negras de mezclilla y unos tenis converse igualmente negros. Seguido de eso, Barry y yo fuimos llevados a desayunar, para después, tomarnos nuestros medicamentos asignados para cada uno, nos los daban en un vaso muy pequeño, nos administraban la dosis justa, para que no fuéramos a... ya saben... uno que tiene antecedentes de sobredosis; en fin, durante ese tiempo, pude notar como la enfermera Janeth, la que siempre estaba mal encarada, se encargaba de mirarnos con odio, como si tuviese ganas de matarnos, sin embargo, a quien más miraba era a Shirley, la veía con una expresión horrible, como si Shirley fuera un bicho raro, como cuando ves a una cucaracha rondar por la cocina que se acerca cada vez más a tu plato de comida. Sin embargo, no pasó de ahí, si no hasta la hora de clases.
Recuerdo a la perfección que estábamos tomando la clase de historia, en nuestro salón había únicamente seis asientos, tres en una fila a la izquierda y tres en la otra fila de la derecha, yo me solía sentar en la banca de hasta adelante a la izquierda, Barry se sentaba en la que estaba detrás mío y Dani detrás de él, Shirley se ubicaba en la de al lado de Dani, las otras dos bancas eran para dos chicos que aún no conocía, adelante de la de Shirley, un chico bastante serio e irresponsable y en la de a mi lado, una chica de camiseta roja y cabello negro que siempre llevaba audífonos en los cuales escuchaba música, solo se los quitaba cuando llegaba el profe al aula y así era siempre.
— Barry, ¿Sabes quién es ella? — Dije inclinándome hacia atrás, pues aún no llegaba el maestro.
— E-ella es... la caníbal... — me dijo el chico poniéndose algo nervioso.
— ¿¡Caníbal!? — Dije en tono de sorpresa pero intentando no gritar.
— Si... bueno, una vez escuché a las enfermeras hablar sobre ella y decían que era una caníbal, que por eso estaba aquí — Dijo Barry, pero no pude preguntarle nada más, pues el maestro había llegado y se nos exigía silencio absoluto.
Estábamos sumamente tranquilos prestando atención a la lección, cuando pude, claramente, escuchar las risas de una de las enfermeras, para ser exactos, de la enfermera Janeth, la mal encarada, por lo cuál, volteé para ver qué pasaba, y pude ver como los tics de Shirley habían entrado en acción, dado a los cuales, volvía a tronar sus labios como cuando se aplican labial, sonando como burbujas estallando, a la vez, su cabeza se volteaba a la izquierda, ¡¿La enfermera se reía de ella?! Qué desagradable, fué entonces cuando, explícitamente, dijo, y cito: "parece que está bailando" en tono burlón, pude ver la expresión de Shirley de cólera y rabia, y con toda razón, se levantó de su asiento, encaró a la enfermera Janeth y le gritó:
—¡Pues si, como usted no padece Tourette, le resulta muy gracioso verme "bailar"! ¿No es así, maldita anciana? — Dijo hecha una furia, la enfermera cesó su risa para poner una cara de indignación por las palabras de Shirley, pude ver como la señora le daba una fuerte bofetada a nuestra amiga.
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Si las paredes hablaran...
Mystery / ThrillerMe han abandonado aquí para "sanar", mi "madre" jamás se preocupó mucho por mí y ahora se deshace de mí de esta manera... El manicomio, el último lugar en el que quieres acabar, el único lugar donde todo se vuelve más miserable de lo que ya era en u...