(Si las paredes hablaran...)
5 de abril de 2021. Barrymore Bold.
Era de mañana, me arreglaba para comenzar el día, o por lo menos, eso intentaba... mi atención no se podía centrar en absoluto, duré como cinco minutos sentado en la cama mirando a la nada, aún con la camiseta desabotonada, me sentía mal, me sentía... como aquella vez... hacía bastante tiempo que no me sentía así, desde la última vez que me habían llevado al cuarto rojo, la anécdota que ya le había contado a Andy, en la cuál obtuve la cicatriz de mi muñeca derecha; sin embargo, esta vez era peor, mi corazón palpitaba muy rápido, como si estuviese nervioso, como si fuese a pasarme algo realmente horrible...
Con ayuda de los ánimos de Andy logré acabar de arreglarme, terminando de abotonar mi camiseta celeste y mis pantalones azules de mezclilla, ese día ni siquiera me cepillé el cabello de tan atormentado que me sentía, me veía del carajo... sin embargo, después de desayunar nos dirigimos al salón como era habitual... creo que el acomodo de nuestros asientos ya quedó claro, el maestro aún me tenía en frente, lo noté a lo largo de la clase mirándome varias veces, honestamente, me sentía acosado, el miedo inminente que ya sentía desde mi inconsciente comenzó a hacerse aún más notorio, poniéndome aún más nervioso, comenzando a bombardear mi mente con escenarios, irreales hasta el momento, de lo que podría pasar, tristemente... uno de esos escenarios se volvió real... la verdad no había prestado tanta atención a clases, estaba tan preocupado que no podía centrarme en nada, sin embargo, la hora de terapias había llegado, era hora de salir, pude notar como Andy junto a Dani me esperaban en la puerta, yo guardaba mis cosas en la mochila, hasta que al comenzar a dirigirme a la salida escuché las muy escalofriantes pero predecibles palabras del maestro:
— Barrymore, quiero hablar contigo un momento... — entonó para levantarse de su asiento y recargarse en su escritorio, Andy entró de nueva cuenta, quería quedarse conmigo, pero el hombre le dijo que no se entrometiera, que eran asuntos entre él y yo... no quería que Andy se alejara de mí, estaba tan aterrado, quedé congelado dado al shock que esas simples palabras habían provocado en mí, comencé a temblar de terror. Andy, a duras penas, salió del aula, no sin antes dirigirse hacia mí para darme un abrazo, acercándose discretamente a mi oído para decir en un susurro apenas audible:
— Si necesitas ayuda, grita mi nombre, grita lo más fuerte que puedas...— seguido de esto, salió de la habitación, a lo cuál, el maestro cerró la puerta con seguro, asegurándose de que nadie interrumpiera... tenía miedo, sabía lo que él quería pero no quería aceptar la espantosa realidad, todo lucía cada vez más irreal, las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos sin siquiera yo darme cuenta, solo sentía la dolorosa humedad bajar por mis mejillas, cayendo gota por gota, una tras otra, mirando a aquel hombre con miedo, suplicando en voz baja para que no me hiciera daño.
— Al fin estamos solos, pequeño... luces tan lindo así de aterrado, tu cara es hermosa cuando tienes miedo... — dijo con las manos en sus bolsillos, acercándose de a poco a mí, sin embargo, mi cuerpo y mente lograron reaccionar un poco, intentando correr lejos de él, retrocediendo, pero era inútil, no había salida y yacía ahora acorralado ante la pared y aquel sujeto, intenté gritar, pero aquel hombre tapó mi boca con su sucia mano, manteniéndome inmovil con el peso de su cuerpo, el cuál, se encontraba totalmente pegado a mí, empujándome contra el muro, mientras que con su mano libre metía la mano debajo de mi camiseta, acariciando mi torso de manera depredadora, no podía dejar de llorar, sentía tanto asco, tenía miedo, estaba tocándome, recorría mi cuerpo como si fuera suyo... quería salir de aquí... — Tu piel es tan suave como me la imaginaba... — dijo acercando su boca a mi oído, lamiendo mi lóbulo y mordisqueándolo un poco, mientras yo me retorcía en un intento de zafarme, tratando de empujarlo lejos y de alejar sus manos de mí, pero era inútil, estaba tan mal, me sentía tan débil... sin embargo, no sé como, logré, con mi rodilla, golpear su entrepierna, haciéndo que me soltara, intenté correr, pero detuvo mi intento sometiéndome contra una de las mesas de hasta adelánte, teniéndome ahora boca abajo, sujetando mis muñecas con fuerza, volviéndo a prohibirme movimiento alguno con su cuerpo, que estaba recargado sobre el mío... podía sentirlo... era un asco... pero mi boca, mi boca estaba libre, por lo cuál, con las fuerzas que tuve, logré gritar, un alarido saliénte desde lo más profundo de mi ser, con todo el aire posible que podía vaciar de mis pulmones salió, grité, grité tan fuerte como nunca...
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Si las paredes hablaran...
Mistério / SuspenseMe han abandonado aquí para "sanar", mi "madre" jamás se preocupó mucho por mí y ahora se deshace de mí de esta manera... El manicomio, el último lugar en el que quieres acabar, el único lugar donde todo se vuelve más miserable de lo que ya era en u...