with eyes closed.

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One Shot. • Aidan Gallagher.

Yo, Aidan Gallagher, me estoy muriendo lentamente y sin gloria. He sido cazado de la manera más astuta y vergonzosa, y me encuentro tirado en la entrada de un innoble apartamento, en una horrible ciudad caribeña.

Todo empezó hace unas semanas. Una noche, cuando me acababa de levantar, alguien hizo sonar las aldabas de la mansión donde me había instalado recientemente.

Extrañado y molesto, floté hasta la puerta y, con el fin de comenzar a clavar el terror pecho del intruso, abrí con gran lentitud, dejando que los goznes se quejaran con un dolor infinito y agudo.

Cuando la puerta estuvo totalmente abierta, me asomé. Tuve cuidado de no mostrar mis dientes; me bastaba con que el intruso me creyera un fantasma de rostro pálido y seco. La experiencia de siglos me había enseñado que un vampiro no debe levantar sospechas de su existencia, ni mucho menos cometer crímenes en sus predios.

Pero la niña no cambió su expresión ante el falso espectro.

La detallé: era una muchacha fea, dientona, con lentes de pasta, la cara llena de espinillas y los cabellos lacio, recogidos en una espantosa cola.

----Buenas noches ----dijo con timidez, intentado sonar amable, sin un rastro de terror en su voz.

Una vez que la confusión dejó espacio para mis pensamientos, me dije que mejor era dejar el asunto hasta allí, evitar la tentación e ignorar a la niña.  Así que empecé a cerrar la puerta.

----¡No espere, espere señor vampiro!

Me quedé en el sitio. ¿Cómo es que sabía ella que yo era un vampiro? ¿Sería una cazadora? ¡No podía ser! ¡Si yo había emigrado de mis amadas tierras europeas para terminar estos horrendos y calurosos países caribeños, precisamente para huir de la multitud de cazadores que interrumpieron en mi mundo!

----Mi nombre es Éster----dijo la niña ansiosa, emocionada ----. Mi mamá no me quiere, a mi papá nunca lo conocí, en el colegio se burlan de mí, y lo único que hago es leer historias de vampiros. Jamás creí que iba a conocer a uno de verdad, pero después que me enteré de los cuerpos hallados con agujeritos en el cuello y sin una gota de sangre en las venas, me puse sobre aviso, le seguí la pista y por fin lo he encontrado.

La niña se quedó mirándome, como esperando algo de mí, pero yo no dije ni hice nada.

----Admiro mucho a los de su estirpe ----continuó ella ----, tanto que vengo a que me convierta en uno.

Todavía sin haber digerido por completo la historia, pero sintiéndome un poco más aliviado le contesté que mala gana:

----¡Estás loca niña, fuera de aquí!

Empujé la puerta. La niña no molesto más.

Llegada medianoche, bajé a la ciudad. Me gustaba subirme a la azotea de un edificio y, desde allí, contemplar las calles por horas hasta encontrar a la persona indicada.

Sí, yo era ----y soy todavía---- uno de los últimos vampiros europeos, exquisito en todos mis aspectos, y no me alimentaba de sangre de cualquier humano. Yo sólo escogía hermosas mujeres. Así que para transformar en alguien en vampiro, tenía que ser una persona muy especial. En mis tres mil años de existencia, yo sólo había convertido a dos personas en vampiro. ¡Sólo a dos, y una de ellas fue Marilyn Monroe! ¡Y esta fea niña prendía que yo....!

𝐎𝐧𝐞 𝐬𝐡𝐨𝐭.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora