Looks are deceiving.

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Cinco Hargreeves. • One Shot.

Habían muchos pasajeros y trabajadores despegando en aquel avión. Las adolescentes estaban tan emocionadas y felices que comenzaron a tomarle fotos al paisaje de Busan en los cielos. Las señoras estaban cómodas y platicaban entre ellas. Los señores dormían en sus asientos mientras otros miraban las películas que la línea aérea les podía brindar. Las azafatas y sobrecargo estaban planeando tener un viaje como los otros, en donde despegarían y aterrizarían en el siguiente destino, Hawaii.

Aunque claro, esa era la idea.

El avión EU-172 iba despegando poco a poco, perdiéndose entre las nubes. Era un pensamiento lindo entre los pasajeros y algo de alivio en los pilotos. Pero también alarmante para el azafato. El único azafato en la tripulación que se encargaba de atender a los demás pasajeros a bordo.

Cómo odiaba eso.

Su nombre era uno peculiar, aun así, muchos lo conocen por su gran y efectivo trabajo en aviones. Ha estado en aquel trabajo por ocho años y hasta el día de hoy, se ha hecho conocido en varias líneas aéreas como el mejor azafato de los últimos años. Hargreeves no era más que una persona amable, cariñosa y atenta, era un gran hombre de veintiocho años con un gran corazón, dispuesto a darle la mejor atención a la tripulación.

Aunque claro, no solo era conocido por su gran personalidad, sino también por lo que atractivo que era. Sus compañeras de trabajo siempre se quedaban embobadas por los ojos verdes del chico, otras por su sonrisa y otras por su atención y admiración a este tipo de trabajos. ¿Quién lo diría?

¿Quién diría que ese hombre tan atractivo y caballeroso que amaba su trabajo, tenía un motivo oscuro y triste?

Para Hargreeves, las nubes siempre han sido parte de un sueño. Su gran mayoría de las veces para él era algo emocionante estar entre estas o ver las estrellas, las luces de las grandes ciudades incluso. Era fascinante.

Pasaban alrededor de una hora en el vuelo. Todo iba muy normal, los pasajeros estaban tranquilos, el clima también y los azafatos también hacían su trabajo al pie de la letra. Como un vuelo común y normal.

Hargreeves estaba terminando de calentar aquel pollo tan delicioso, hasta que, alguien imprevisto llega hacia él con una sonrisa en sus labios.

---- ¿Qué es? ---- una niña con rasgos asiáticos preguntó a un lado de él, queriendo ver qué preparaba.

Hargreeves confundido la miró, se suponía que no podían haber niños en esa área.

---- Oh, ¡estás aquí! ---- una azafata la señaló con emoción ----. Ven hay que llevarte con tu mamá. ---- la niña se despidió felizmente del hombre y se retiró entusiasmada fuera de aquella cabina.

Hargreeves pensaba en cómo una niña tan pequeña podía estar en esa área. O mas bien, cómo la dejarían correr así de la nada.

Ese pensamiento no fue de tan importante al tener otra voz cerca de él. Y sí, era ella, era esa mujer tan estricta y a la que más podía odiar. Esas canas y esa cicatriz proveniente a una quemadura, la quemadura de aquel accidente. Para Hargreeves, verla era algo muy molesto y triste, pero se sentía atosigado, pensando una y otra vez: esa señora la vió sufriendo y no hizo nada. Claro, para él era injusto y aunque le gustaba aquel puesto, no podía dejar de olvidar el único motivo al oír esa voz de esa vieja amargada y al voltear a verla, ver esa cicatriz en su mejilla.

𝐎𝐧𝐞 𝐬𝐡𝐨𝐭.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora