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Seguía sin poder dejar de pensar en las palabras de Bartolomeo ¿Qué podía hacer para no depender tanto de su popularidad o de lo que otros dijeran sobre él? Aquello era algo demasiado difícil. Tampoco entendía muy bien por qué recordar la parte en la que el peliverde enumeró todas las virtudes que había visto en él lo emocionaba tanto, nunca antes se había sentido así. Aunque pensar en que llegó a llorar frente a él lo llenaba de vergüenza ¿Cómo podía ser tan patético? Todos esos pensamientos lo tenían algo atontado y hacían que se le dificultara concentrarse bien en clases, aunque hacia lo que podía.

— ¿Estás escuchando? — preguntó la chica a su lado, sacándolo de su trance. En ese momento estaban en la cafetería de la escuela, era la hora del almuerzo.

— Ah, sí, por supuesto — respondió sobresaltado sin saber a qué respondía.

— ¡Genial! ¡Te espero mañana en el estudio! Realmente eres el mejor, Cavendish, ¡Eres como un príncipe! — claro que escuchar esas palabras lo alegraba, pero sentía que algo le faltaba ¿Por qué no se sentía igual que siempre?

— Gracias — respondió con una sonrisa — y disculpa ¿Exactamente a qué estudio te refieres?

— No te hagas el tontito, acabamos de hablar de eso, aceptaste ir al estudio de mi padre a una sección de fotos, ¡Tu belleza deleitará a todos los lectores de su revista!

— Oh, por supuesto — sí, debía de dejar de distraerse pensando en Bartolomeo y enfocarse. Deleitaría a todos con su belleza, se haría mucho más popular si salía en esa revista ¡La gente lo iba a amar! Era para lo que vivía su día a día y no necesitaba nada más ¿Cierto? El peliverde le había dicho que era más que su popularidad y sabía que debía ser así pero era algo demasiado complicado para él, así que se conformaría con mantener las cosas como estaban, él era feliz así... ¿Cierto? ¿Era feliz?

— Y por cierto, te han declarado rey del baile de finales de mes ¿Con quién vas a ir? — inquirió la chica.

— Sí, sí, ¿Quien será la afortunada? — apoyó otra chica a su lado.

— Pues... — no había pensado en eso, aunque realmente prefería ir solo y simplemente difrutar la compañía de todos sus fanáticos, pero.... ¿Por qué la imagen de ese cabeza de gallo llegaba a su mente? ¿¡Por qué no lo dejaba en paz!? — puedo ir y acompañarlas a todas ustedes si lo desean, de momento no estoy interesado en alguien en específico.

— ¡Sí! ¡Vamos juntos en grupo! — gritaron las chicas emocionadas.

— El estudiante Cavendish del 2-C es solicitado en la oficina del consejero escolar — se escuchó en el altavoz, aquello confundió un poco al aludido.

— Si me disculpan chicas, parece que me solicitan en otra parte — se levantó de su asiento, se despidió de sus acompañantes y marchó hacia la oficina del consejero. Al llegar tocó la puerta y no tardaron en decirle que entrara así que lo hizo, frente a él estaba aquel hombre fornido de tez morena que hacía de consejero escolar, Jimbe — ¿Me llamaba?

— Así es, toma asiento — el menor obedeció — ¿Cómo estás? — el rubio estaba algo extrañado ¿Lo había citado ahí solo para preguntarle cómo estaba? Era demasiado raro, ¿O tal vez estaba solo introduciendo la conversación y saludando antes de ir al punto?

— De maravilla, ¿Ya sabe que seré el rey del baile?

— Sí, me enteré — afirmó — disfrutas mucho de ser popular ¿No?

— Obviamente.

— Es bueno que seas popular y que lo disfrutes, pero la popularidad puede ser algo voluble y fugaz ¿Sabes?

Café ASLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora