Después de dos siglos, John Van Vonter regresa a su pueblo natal para cumplir con una importante misión. Junto a sus amigos se embarca en la búsqueda de un tesoro que podría cambiar el destino del mundo humano y el de las "bestias"; así como vencer...
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Habían transcurrido dos años desde el incidente de John transformado en una bestia. A pesar de tener solo 10 años, su apariencia seguía siendo la de un niño muy pequeño. Debido a lo ocurrido, no dejaban alejarse mucho de la cabaña, pero su curiosidad por descubrir la inmensidad del mundo que le rodeaba, lo hacían escaparse al bosque que rodeaba su aldea y que más tarde sería conocido como "el bosque de los mineros". John solía jugar solo. No tenía ningún amigo y eran raras las ocasiones en que lo acompañaba su hermano mayor o Viljem, que vivía cerca de un arroyo.
En aquella mañana de verano, John decidió visitar a Viljem, pero no había nadie en su choza. Aunque eso no lo desmotivó. John siguió aventurándose en el norte del arroyo, donde llegó a una pequeña cascada. Jamás se había imaginado que existía ese paraje. Se quitó la ropa y se lanzó al agua para nadar un rato. No obstante, John estaba seguro de no estar solo. Percibía la energía de un ser vivo en los alrededores. Buscó detrás de cada arbusto y tronco sin encontrar nada, hasta que por fin dio con una cueva detrás de la cascada. John creó un pequeño orbe de luz que iluminó la cueva y justo ahí se encontraba un niño de su edad, con muchos rasguños profundos en su espalda y un pantalón desgastado con restos de sangre, tenía el cabello largo, pero muy maltratado. John se acercó y le tocó el hombre, pero el chico no reaccionó. Así que lo cargó en su espalda y lo llevó hasta el arroyo. John le limpió las heridas y preparó unos remedios con flores y hojas medicinales de la zona.
Al cabo de un rato, el niño abrió los ojos haciendo contacto visual con John. Aunque pensó que le agradecería fue todo lo contrario. El niño se puso muy enojado y le lanzó una patada que lanzó a John a diez metros de distancia. El niño se levantó y su cuerpo se cubrió de pelaje y los colmillos le crecieron. John se levantó y caminó con mucho cuidado hacia él.
— Calma. Mi nombre es John y no quiero hacerte daño—le dijo.
— Eres un maldito humano— exclamó el otro niño, pero parecía tener dificultades para pronunciar las palabras.
— ¿Eres tonto o te haces? Físicamente eres un humano—le respondió John riéndose, luego mostró sus colmillos y creó un orbe de luz —. Déjame presentarme de nuevo. Mi nombre es John Van..perdón, quería decir John Oras. Soy un vampiro y hechicero.
—Mi nombre es...—el niño dudó en revelar su identidad, pero finalmente accedió—. Soy Bull Strauss, un licántropo.
— Es un gusto, Bull— dijo John sonriéndole mientras le tendía la mano.
— Mucho gusto, John—respondió Bull aceptando el saludo. Luego lo vio con disgusto de pies a cabeza y retiró la mano —. ¿Qué carajo? ¡Ponte tu ropa! ¿Acaso eres un pervertido para tu edad?
En ese momento, Jonn recordó que estaba desnudo y una vergüenza como nunca antes había experimentado, se apoderó de él. Corrió a buscar su ropa mientras se cubría con las manos y luego se vistió detrás de unos arbustos. A pesar de que en su interior, Bull se sentía abandonado por el mundo, su nuevo amigo le hizo reír por primera vez en su vida.