Después de dos siglos, John Van Vonter regresa a su pueblo natal para cumplir con una importante misión. Junto a sus amigos se embarca en la búsqueda de un tesoro que podría cambiar el destino del mundo humano y el de las "bestias"; así como vencer...
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Maura y Thomas tomaron a Bull para cargarlo entre los hombros. Sin embargo, el agente West se mostró hostil disparando sin remordimiento cerca de los chicos, por lo que Samuel disparó para desviar las balas. Al ver que no conseguía nada y el rostro temeroso de los civiles, el agente West cesó el fuego.
—Estás comportándote como un idiota—le dijo Samuel—. Ellos no tienen por qué meterse en nuestros asuntos. Si quieres continuar, primero hay que evacuar a los civiles.
—¿Y crees que me importan? Viendo lo sucedido, no creo que volverán a ser humanos—soltó el agente con la vena del rostro saltada y salpicando un poco de saliva—. Has contratado a unas bestias para trabajar dentro de la organización. Sabía que algo extraño tenían esos dos. Te estimo demasiado, Rhodes, pero no tolero la traición.
—Señor West, debería... —intervino Maura, pero West disparó al aire para hacerla callar.
—¡Silencio, Tates! Esperaba más de usted—soltó con mucha decepción y luego volteó a ver a Samuel—. Veo que la estupidez de su comandante la influenció de manera negativa.
—¡Soy un Van Vonter! He venido a ayudarlos—exclamó John sin importarle si West le disparaba—. San Marcus está en peligro. No todas las criaturas son malas.
—¡Cállate, bestia del averno! — gritó West y disparó de nuevo, pero Rhodes la desvió con otro disparo—. Rhodes, te daré una última oportunidad. ¿Los entregarás o preferirás ser castigado?
—Creo que te he dado mi respuesta, ¿no? — contestó el comandante Rhodes—. ¿O necesitas un diagrama para entenderlo?
West sonrió con rabia y la vena marcada de su frente parecería que iba a explotar. Mientras la tensión alrededor de él aumentaba, los agentes alistaron sus armas y los civiles aprovecharon para huir de la escena. Una vez que ambos bandos se encontraban frente a frente, la batalla inició. Samuel Rhodes pudo darle un fuerte golpe en la nariz de su superior. No quiso admitirlo, pero se sintió tan bien al hacerlo. Por su parte, John se alejó para dibujar una estrella de David en el suelo mientras que los agentes y Amber le cubrían la espalda de los que intentaban capturarlo. El sonido de los disparos lo incomodaban, pero finalmente consiguió abrir un portal.
Amber arrastró el cuerpo de Bull hacia el resplandeciente círculo mágico y estando dentro, estos desaparecieron. John les indicó telepáticamente que era su turno. Con el agente West todavía en el suelo, Samuel Rhodes y su grupo entraron al portal. El bando contrario quiso perseguirlos, así que corrieron hacia el círculo, pero este se borró y la luz desapareció. West se levantó un poco avergonzado por la fácil derrota y negó la ayuda de su escuadrón.
—¡Encuentren a los rebeldes! — ordenó West—. Quiero que me los entreguen vivos.
—¿Qué hay de los civiles? — preguntó un agente.
—Elimínalos a quemarropa — dijo el agente West con una sonrisa que heló al joven—. Posiblemente ya sean vampiros, ¿no? La plaga hay que detenerla antes que la humanidad perezca.