VIII

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-___.

-Vete.

-____, maldición, ¡despierta!

Abrí los ojos. Aún era de noche, la única luz venía de la luna llena alta y radiante en el cielo.
Había alguien en mi habitación, sacudiéndome.

-¿Qué demonios? -dije somnolienta.

-Vistete.

-¿Dinah? Qué demonios está...

-Necesitas venir conmigo -dio un paso atrás, sus ojos se entrecerraron.

-Mi mamá... - mi corazón estaba en el medio de mi garganta.

-Ella está bien, ___. Está dormida y no oirá nada. Está a salvo.

Me puse una camiseta y unos pantalones cortos mientras Dinah esperaba en la puerta de mi habitación. La seguí hacia el recibidor y las escaleras, la puerta de mi madre estaba medio abierta y pude verla mientras dormía.

Dinah tiró de mi brazo. Estábamos fuera antes de que ella hablara. El aire nocturno era cálido contra mi piel, todo se sentía demasiado fuerte.

-Hay cosas -por el aturdimiento del sueño, me tropecé con sus palabras y no pude procesarlas-, cosas que verás esta noche, que jamás habías visto antes. Necesito que confíes en mí, no dejaré que nada te lastime, ni dejaré que nada te ocurra. Estás a salvo, ___, necesito que lo recuerdes.

-¿Qué está pasando, Dinah?

-No quería que lo descubrieras de esta forma. Pensé que tendríamos más tiempo si alguna vez tenías que saberlo todo -su voz se quebró.

-¡¿Saber qué?!

Un aullido se elevó desde la profundidad del bosque y sentí que se me enfriaban hasta los huesos. Era una canción que va había escuchado antes, pero esta vez se oía desesperada.

-Mierda. Tenemos que apurarnos -murmuró Dinah.

La casa al final del camino estaba a oscuras. La luna estaba llena y blanca por encima de nosotros. Había estrellas, muchas estrellas. Demasiadas. Nunca me había sentido tan pequeño en mi vida. Entramos al bosque con paso rápido.

Estaba escuchando a medias a Dinah y esquivando las raíces de los árboles para no tropezar. Escupía sus palabras, falsos comienzos y sílabas que se deshacían antes de combinarse en algo más. Estaba nerviosa, aterrada y eso afectaba lo que decía.

Y entonces ya no estuvo tan oscuro. Incluso con la luna.

-Es como... Verás, hay cosas.

-¿Dinah? -la interrumpí.

-¿Qué?

-Tus tatuajes están brillando.

Estaban brillando. El cuervo, las líneas, los remolinos y espirales. En ambos brazos, todo brillaba de arriba a abajo con luz tenue y se movía como si estuviera vivo.

-Sí, esta es una de las cosas -dijo.

-Bien -respondí.

-Soy una bruja.

-Eres un mago, Harry -dije, había una gran posibilidad de que estuviera atrapada en algún sueño. Rio, pero se oyó como si se estuviera ahogando.

Me distraje y mi pierna golpeó contra algo sólido. El dolor era brillante y vidrioso, y se disparó a través de la niebla. Fue entonces cuando me di cuenta de que nunca antes había sentido dolor en un sueño y que había leído en alguna parte que era imposible hacerlo.

-Mierda. ¿Eres una qué? -pregunté.

-Bruja.

-¿Desde cuándo?

Running With The Wolves (Lauren Jauregui y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora