El Guerrero de Kalailte (SuperCorp)

Capítulo 12: Camino a la recuperación

Despertar a Kara había sido nada menos que emotivo. Había escuchado todas las conversaciones que había albergado esa habitación: Alex contándole que Sam era su novia. Sam diciéndole a Lena lo rápido que se había enamorado de Alex. Kara diciéndole lo mucho que la amaba... 

Era un poco abrumador realmente. Pero la semana que pasó, en la que pensó que había estado entrando y saliendo de la conciencia sólo para que le dijeran que en realidad había estado en coma todo el tiempo, tuvo la oportunidad de procesarlo todo. Su madre y su abuela Verity habían venido a verla en un sueño, seguidas de Dios sabe cuántos otros antepasados, y todo era demasiado para empezar. Pero cuanto más tiempo pasaba en ese reino onírico, más se asentaba.  

Conoció al gran abuelo (no importa cuántas veces haya vuelto) que inició toda su línea de sangre. Cal-Linn era un hombre encantador, le contó historias de su hogar, le dijo a Lena que Kalailte era más que un planeta hermoso y pacífico para vivir. Se enteró de que su destierro había sido porque él, como rey, fue a la batalla cuando la realeza había jurado no intervenir. Había ayudado a sus guerreros a ganar la gran guerra contra Daxam, con soldados kriptonianos a su lado todo el tiempo.  

Sólo hizo lo que creía que un Rey debía hacer, y el único castigo adecuado fue ser enviado lejos.  

La Tierra no era su exilio planeado, pero algo salió mal con su cápsula y en lugar de terminar en la Zona Fantasma, acabó en Galway. En aquellos tiempos, la Tierra estaba tan lejos de su sistema planetario que le costó adaptarse. Sin su magia, se perdió durante un tiempo. 

Entonces conoció a Carrigan. Ella quedó cautivada por su historia, y rápidamente lo acogió en el pequeño aquelarre familiar de 7. El primer hijo del Aquelarre de Auris, llamado así en honor a la ciudad natal de Cal-Linn, fue una hermosa niña llamada Aoife. Ella adquirió sus poderes a la edad de 12 años y fue entonces cuando se dieron cuenta de que la profecía que llevaba el nombre de Cal-Linn ya no estaba vigente, al menos en la Tierra.  

Habían hablado durante horas, Lena le contó que Kalailte ya no vivía, que Krypton y Daxam también habían desaparecido. Lena le habló a Cal de Kara, y él aparentemente le dio su bendición para que estuviera con la kryptoniana y le habló tan bien del planeta y de la raza que empezó a contarle historias de los antiguos reyes y reinas de Krypton. Recordó todas y cada una de ellas, para poder contárselas a Kara en el futuro.  

Cuando su reunión familiar terminó, soñó con Kara después. Y no dejó de hacerlo.  

Ella y Kara en la misma hermosa casa que había imaginado la noche en que salvaron a Georgie. Kara sosteniendo a su primer hijo, con una cabeza llena de cabello oscuro y unos llamativos ojos azules a juego con su madre.  

La última imagen que vio fue la de Kara con la misma niña pegada a la cadera, de pie frente a la casa en la que vivían con Lena sosteniendo un pequeño bulto en sus brazos y el cachorro de la familia sentado a sus pies. Todo era muy surrealista. Cuando empezó a despertarse, con el cuerpo sintiéndose como si hubiera tenido 10 asaltos con Mike Tyson y Superman, estuvo más que agradecida de ver a su amor durmiendo plácidamente.

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"¡Buenos días, Lena!" La Dra. Mitchell entró en la habitación con dos de sus médicos residentes tras recibir la alerta de Kara de que por fin estaba despierta.  

"Oh, uh-" Lena trató de enderezarse en la cama, sintiéndose poco preparada para la conversación que sabía que iban a tener. Kara percibió los nervios y debió de oír el repunte de su ritmo cardíaco, porque estaba a su lado y la cogía de la mano con una sonrisa tranquilizadora.  

"¡No sabes quién soy, lo siento! Dra. Holly Mitchell, he estado con usted desde que llegó la semana pasada. Estos son los doctores Stone y Harper, mis residentes". Holly señaló a cada uno de los médicos más jóvenes y se volvió hacia Lena con una sonrisa. "¿Cómo te sientes?"