Capítulo 4

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ARTURO

Tenía las ganas revueltas, mi promesa de llamar a Lola para contarle lo que había ocurrido me parecía demasiado difícil de cumplir, casi tanto como el mantenerme lejos de ella desde que Martha decidió que nuestra relación debía terminar para que yo viva libremente una aventura. Qué ridiculez, una completa falta de sensatez y respeto; el enojo se apoderó de mí y acepté su distanciamiento como algo definitivo, yo no iba a rogarle por retomar algo que efectivamente llevaba demasiado tiempo sin funcionar, quizá y hasta me había hecho un gran favor.

Es por eso que había mantenido a Lola en absoluta distancia, mi relación con ella siempre había sido estrictamente profesional, quizá jugando de vez en cuando producto de la cotidianidad en la que trabajar juntos nos había envuelto, cosas que para algunos podrían mal entenderse, pero Lola y yo siempre tuvimos las cosas claras en todo momento, no era como si yo hubiese engañado a Martha. Por supuesto que no.

Afortunadamente Miguel Ángel jamás se presentó en mi casa, algo que para nada tomaba como un acto de cobardía de su parte, sino más bien una muestra de su poder; quería dejarme en claro que haría lo que le diera la gana porque estaba en la perfecta posición para hacerlo. Pensando en eso me dirigí a reunirme con Giorgio, él siempre tenía la puerta abierta para mí y mis ideas, podíamos no coincidir en todo, pero nos respetábamos.

—No quiero que tomes esto como una reunión de trabajo —dije instalándome en el estudio de su casa, los lunes eran su día libre en algunas ocasiones, así que al llamarlo me dijo que me recibiría allí—. Es más bien una charla de amigos.

—Ve al grano, Arturo. ¿Qué es tan importante para venir hasta aquí un lunes por la mañana?

—Es casi medio día.

—Demasiado temprano para los búhos como nosotros.

—No me consideraría uno, soy más bien un ave mañanera.

—Espero que no quieras renunciar. Eres la estrella del programa.

—¿Lo soy? Porque no lo he sentido así realmente.

—Entonces son celos profesionales, ¿me pedirás un aumento y mejor trato de estrella?

—En realidad se trata de Miguel Ángel.

—Ya veo —fingió una sonrisa y bebió un sorbo de su trago.

—Creo que es momento de dejar de molestar a Lola.

—No sabía que la estuviera molestando, después de todo su trabajo es seguir órdenes, y eso incluye seguir las órdenes de él.

—Se está excediendo.

—Nunca he interferido en los romances de pasillo en el canal, recuerdo que el año pasado en Monterrey miré hacia otro lado con lo que pasó.

—Nada pasó.

—Mira, no vuelvas esto un lío de faldas. Entiendo que te sientas atraído por ella, pero al fin y al cabo si ella quiere divertirse, intentaré obviarlo siempre y cuando no genere ningún tipo de problema.

—Ella no es el problema aquí.

—Escucha Arturo, somos amigos y como tu amigo te quiero recordar que estos son negocios, al final del día todo lo que importa es que hagamos dinero para seguir haciendo lo que nos gusta. Diviértete y deja que todos nos divirtamos un poco también.

Su comentario fue insultante, ni siquiera era la persona agraviada y sentía una inexplicable furia. Salí de su casa después de eso, no me sentía en la disposición de fingir que estaba de acuerdo. Mientras más me alejaba traté de pensar desde su posición, ponerme en su lugar, quizá era algo tan simple como aceptar que solo se trataba de dos adultos y un cortejo que no era correspondido porque el hombre era un idiota. No veas cosas donde no las hay me dije a mí mismo, pero el recuerdo de lo que ocurrió en Monterrey aún estaba claro en mi cabeza, ¿qué hubiese pasado de no haber estado allí?

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