Capítulo 20

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Un muy feliz día adelantado del amor y la amistad. Muchas gracias a quienes se toman el tiempo de leer y comentar. Feliz día del amor para Lovito.

CAPÍTULO 20

LOLA

Desperté un poco sobresaltada, escuchando algo de ruido y con uno de los perritos dejándome un juguete encima. Las manos de Arturo se posaron sobre mis mejillas terminando de despertarme, él sabía que me costaba levantarme temprano, así que se aseguró de que yo estuviera realmente despierta.

—Tengo que ir a la oficina. No quisiera irme, pero debo hacerlo.

—Está bien —dije bostezando.

—Hablé con tu madre y tu hermana para convencerlas de esperar que yo regrese, no quiero que vayan solas a su casa.

—No tienes que preocuparte por eso.

—Lo hago. Así que prométeme que se quedarán aquí. Voy a regresar pronto.

—Es que... —me incorporé en el sofá.

—Lola. Me quedaría si pudiera, solo esperen aquí unas horas.

—Está bien. Las convenceré.

—Ten el teléfono contigo, te estaré llamando.

—No sé dónde lo dejé.

—Voy a buscarlo, vamos para que desayunes.

—Es temprano. ¿Qué hora es?

Me tomó de la mano y me sacó del sofá. Yo quería seguir durmiendo, el sueño no me permitía pensar con claridad, solo supuse que Arturo estaba ocupado y con afán de irse. La mesa estaba puesta y tanto Lolina como Laura estaban sentadas esperando por mí. Fue un poco incómodo comer los cuatro en silencio, solo Laura comentaba cosas sobre lo ocurrido el día anterior.

—Lo comentan en todos los programas, es un verdadero escándalo, y las amenazas no han cesado. No sé qué vamos a hacer —dijo Laura.

—No haremos nada. Volveremos a casa y dejaremos que las cosas se calmen —dijo Lolina—. Con suerte no afectará tu trabajo Dolores.

—Lola estará segura aquí en casa —me sorprendió Arturo al decir eso, lo dijo con seguridad y mirando directamente a Lolina—. Ustedes también son bienvenidas a quedarse, hay que evaluar la seriedad de las amenazas, espero que no tengamos que tomar otras medidas.

—Eso es algo que nos concierne a nosotras. Ha sido usted muy amable, pero ocultarnos en su casa no es una opción aceptable para nadie.

—Lolina, podríamos al menos esperar un poco, no pasa nada si nos quedamos el resto del día. Arturo debe ir al trabajo y al regreso podrá acompañarnos a casa.

—El señor puede ir a trabajar, nosotras nos iremos a casa, puedes quedarte, está visto que es lo que quieres hacer.

—Lolina, no es así.

—Está bien, Lola —dijo Arturo tomando mi mano—. Terminemos de desayunar e iremos a ver cómo están las cosas en casa de tu madre.

—¿No tiene usted un trabajo al que ir?

—Sí, señora —la miró directamente a los ojos—. Mi prioridad es que Lola esté tranquila, y ya que usted insiste, no pienso dejar que se arriesguen a ir solas y que algo les pase.

Laura me dio un golpe suave por debajo de la mesa, llamando mi atención, y su mirada me indicó lo que yo también estaba pensando; era evidente que había una extraña pelea entre mi madre y Arturo, lo cual me hacía sentir tensa y preocupada, ya tenía demasiadas cosas que ocupaban mi cabeza atormentándome como para preocuparme por una más.

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