Capítulo 16

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LOLA

Arturo era mi hogar, como una manta cálida en un día frío o el malvavisco en mi chocolate caliente, era eso y mucho más lo que me hacía sentir. Sin importar lo cansada que estuviera, pasar tiempo a su lado era suficiente para darme la energía que me permitía seguir avanzando y al mismo tiempo me hacía tan feliz. Lo abracé agradeciendo cada una de sus atenciones, las flores en el recibidor y la taza de café mientras conversábamos tranquilamente sobre nuestro día.

—Te quiero tanto, Arturo. No creí que pudiéramos hacer esto juntos, pero en serio soy muy feliz.

—Al igual que yo, y nuestros cinco perros.

—Gracias por cuidarlos, en serio no sé qué haría sin ti.

—Estoy seguro que estarías muy bien, yo en cambio.

—Tú eres fantástico, te quiero tanto, amor —se lo dije con sinceridad, abrazándome a él y besando su pecho.

Tarareó una canción y nos movimos abrazados bailando sin música, con solo su voz que me parecía perfecta y sus pasos guiándome suavemente en mitad de la sala. Me dejé llevar escuchando la canción que él no parecía recordar del todo, pero que era la mejor canción solo porque él la cantaba. Todo era demasiado perfecto como jamás lo había sido en mi vida.

—¿Qué vas a hacer el próximo sábado?

—Ir al teatro como todos los sábados.

—Pero ¿al menos estarás aquí?

—Sí.

—Entonces no hagas planes después de la función. Prepararé algo especial.

—¿Más especial? —pregunté emocionada—. No voy a poder esperar.

—Valdrá la pena —dijo dándome un beso—. Vamos a dormir.

—No quiero dormir.

—Necesitas descansar.

—Lo que necesito es que hagamos el amor.

Envolví mis brazos alrededor de su cuello y mis piernas en su cintura, lo besé mientras retrocedíamos hasta llegar a la cama donde me dejó para poner algo de música; su entusiasmo era igual que el mío, no solo se trataba de una cuestión de piel, era todo lo que compartíamos juntos y que hacía que nuestra relación fuera perfecta.

Nos desvestimos sin afán, acariciándonos mientras nos fuimos quedando sin ropa. Nunca me había sentido tan bien estando con alguien y era porque me hacía sentir segura, no solo de nuestra relación, sino también de mí misma. En sus ojos podía verme más atractiva y femenina, y por completo deseada.

—Arturo —cerré los ojos y arqueé la espalda mientras su boca dejaba un rastro húmedo por mi cuerpo.

Él sabía exactamente cómo llevarme de cero a mil. La forma en que me tocaba y todo lo que hacía no se comparaba con nada ni con nadie.

—Me gusta esto, me encantan tus piernas —dijo mordiendo suavemente el interior de uno de mis muslos.

—Quiero más.

—Siempre quieres más.

Quise protestar, pero su lengua hizo que las palabras se diluyeran y convirtieran en un gemido. Me sujetó a la cama de tal manera que no podía alejarme de su boca, solo pude gemir aferrándome a las sábanas mientras él succionaba mi clítoris y me penetraba con su lengua; no necesitó más para conseguir que yo me estremeciera y gritara su nombre.

Sentí su boca seguir un nuevo camino por mi piel, besando y lamiendo, tomándose todo el tiempo que quería con mis senos mientras dos de sus dedos acariciaban mi intimidad demasiado sensible.

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