Capítulo 10

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El presente capítulo tiene contenido adulto y contenido que puede herir su susceptibilidad, leer bajo su propia responsabilidad. 

CAPÍTULO 10

ARTURO

Podría acostumbrarme a esto, fue lo primero que pensé al amanecer junto a Lola. Si había tenido alguna duda con respecto a la naturaleza de nuestra relación, la noche anterior las despejé todas; era evidentemente que la deseaba, que ella despertaba mis bajos instintos y me hacía morir de ganas por estar entre sus piernas perfectas, pero lo que sentía iba mucho más allá del simple deseo carnal entre dos personas, me gustaba pasar tiempo a su lado, hasta discutir, podíamos pasar la vida discutiendo y sería lo más interesante de mi día a día.

Esta vez no pude eludir mis compromisos laborales, tenía que estar puntual en la oficina para cumplir con una serie de juntas aburridas, así que le dejé una nota sobre el velador explicándole claramente que esperaba encontrarla en casa al regresar. Con Lola nunca sabía lo que podía suceder, su forma de reaccionar era imprevisible, así que no tenía la seguridad de ver mi petición cumplida.

Me fui, poniendo un beso en su hermoso rostro que ella ni siquiera sintió y jamás sabría, pero que a mí me permitió irme con una sonrisa en el rostro, una felicidad momentánea que no duró demasiado por las obligaciones de un arduo trabajo, aunque debo decir que mi concentración no fue la mejor, no pude dejar de pensar en un montón de cosas y todas referentes a Lola.

Por un lado, tenía las palabras de Martha, casi maldiciendo mi relación con Lola; podía comprender de dónde provenía su odio y dolor, pero me era difícil negar que me afectaba, que se había metido en mis pensamientos logrando torturarme, al menos parecía que no estaba esparciendo rumores sobre nuestra separación, quizá porque aún tenía la esperanza de volver conmigo; ante mí podía jugar la carta de mujer engañada, pero no era una imagen que le gustara dar frente a sus amigos y familiares. Tanto ella como yo éramos personas que nos gustaba cuidar nuestra imagen.

En el otro lado estaba mi nueva realidad, el inicio de una relación con la que pude haber fantaseado, pero que no creí que ocurriría. ¿Qué íbamos a hacer ahora? No sabía muy bien cómo proyectar lo que teníamos, ella era tan diferente a mí, a lo que yo esperaba que sería mi vida. Con Martha dimos por hecho muchas cosas, el paso normal era casarnos, tener hijos, comprar una casa y cambiar mi auto por un modelo más familiar; pero no sabía lo que Lola deseaba para su futuro, de lo único que parecía hablar siempre era de trabajo y de su familia, ¿qué parte de su vida ocupada yo?

Pensé también en su forma de comportarse, su mejilla marcada, y esa preocupación palpable que parecía cargar; algo estaba pasando con ella, podría tener que ver con demasiados factores, pero no tenía del todo claro lo que ocurría, esperaba realmente que todo estuviera bien y que sintiera la confianza de contármelo.

La llamé apenas terminé la primera reunión, pero no obtuve respuesta, estaba aprendiendo que ella no era en absoluto alguien que disfrutara levantarse temprano; así que tuve que esperar un poco más y seguir insistiendo hasta que al fin contestó, fue una maravillosa señal que contestara el teléfono de mi casa, su voz ronca y adormilada me hizo comprender que recién se estaba despertando.

—Es casi medio día, pero me alegra que sigas en casa. ¿Leíste mi nota?

—¿Qué nota? —preguntó desde el otro lado de la línea.

—La que dejé junto a la cama, en la mesita de noche. Tuve que venir a trabajar y espero encontrarte allí cuando llegue a casa.

—Está bien.

No sé si lo dijo en serio o porque todavía estaba medio dormida, pero me alegró el día. Le dije que le enviaría algo de comida para el almuerzo, que no se molestara en preparar nada y que estuviera atenta a la puerta. Mi secretaria se ocupó de todo, sin hacer preguntas indiscretas ni dándome miradas extrañas, por eso llevaba tantos años trabajando conmigo.

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