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2029

"Ella estaba sentada en un aeropuerto, escribiendo un libro." Escribí con lentitud en mi laptop, apoyada sobre mis piernas. 

Tardé unos segundos en releer esa línea, antes de volver a borrarla. Era demasiado predecible, era demasiado lineal. 

Era... Ahg, otro cádaver de rana. 

Cerré frustrada mi laptop, con una agrevisidad más fuerte de lo que pensaba. Me acomodé hacia atrás de la silla metálica y gélida mientras, guardaba el aparato en mi morral.

El vuelo 63 se había tardado más de lo normal, en aquella madrugada de agosto. A pesar de que eran vacaciones, el tránsito de personas era flojo; miraba distraída el reflejo sobre la cerámica, de los pasajeros que andaban y venían por todo el aeropuerto; la piedra resplandecía con fuerza, como si caminaban sobre un lago transparente y quieto. Su sombra, se mezclaba con los primeros rayos de sol colados por los grandes ventanales del Aeropuesto de Maiquetía, entregandole unos matices naranja al suelo perfectamente limpio. 

Miré perezosamente mi rostro que sobresalía con el reflejo de mis pies: Estaba ojerosa, despeinada y, el matiz de la losa me palidecía la piel; desde allí podía percibir el miedo y la frustración escaparse de mis ojos marrones.  

Parecía también yo un cádaver de rana. 

Me dejé caer sobre mi asiento, dejando escapar un breve suspiro, mientras cerraba lentamente los ojos. 

"Debes centrarte, Evelyn, debes obligarte a hacerlo." Me dije a mí misma. No es posible que estés por tomar el viaje al lugar de tus sueños y, te veas como una insípida rana disecada.

Por lo menos, nadie podía verme así: Frustrada y perdida. 

Durante mi niñez pasé por múltiples enfermedades, la cual había sobrevivido con mucha elegancia. Pero, nada era comparado con el mórdido padecimiento de los escritores: el bloqueo. Y, debió pasar en pleno climax de tú vida, cuando en menos de un mes será lanzado tú tercer libro y, te espera una gira nacional.Pero, sobre todo, detrás del librero te esperan los lectores hambrientos por una segunda parte de tu obra. 

A buena hora, tuviste que enfermarte. 

Nada se comparaba con la sensación de dejadez de tus acciones, el dolor de cabeza que nublaba tus pensamientos o la invalidez de no poder escribir ni una sola línea bien. Sentirte como una saco vacío, el cual le han extraído todos sus órganos, empezando por el corazón, provocando así un colapso nerviosos que bloquea tus capacidades y, el cual solo descendiende sobre tus dedos, una amorfa e insípida oración que no lo lograba estremecer ningún vello de tu piel. 

Desde hace seis meses se venía instalado el muy condenado sobre tus dedos, lentamente y mortal, como toda enfermedad, hasta obstruir en mayor flujo de creatividad por tus venas. Dejando así una mujer despojada frente a una página en blanco. 

Por el motivo que había permanecido durante seis meses el archivo titulado "Historia Nueva" en blanco.

Nadie lo había notado todo este tiempo, lo había ocultado todo bien. En realidad, me obligué a ocultarlo a toda costa: a batallar con la chica insegura que había en mí. En los vídeos de instagram, donde me seguía millones de personas, casi a penas se notaba la ansiedad que sentía al publicar una historia, nadie era capaz de verlo pero, cada vez el brillo de mis ojos se extinguían en cada toma, pero, nadie sospechaba que detrás de esa sonrisa lasciva, se ocultaba  una vida de cartón y de soledad de una chica que siempre estaba acompañada.

Todos creían conocerme pero, no lo hacía. Todos conocían a Ly, la chica que a sus 26 años era una escritora e influencer famosa, con una estabilidad económica y emocional, que un venezolano promedio obtendría con la edad de 80 años. Eso, si tenía suerte, porque con tantas adversidades cada vez el futuros se espumaba más. En fin, todos conocían esa chica pero, nadie conocía a Evelyn, la otra parte insegura e ingenua de mi ser, que había trabajado para que, la gente la olvidara. 

Si Hubiera Sido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora