XVII.

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TWINS GAME.

17.



 

El viaje desde Konoha hasta Ame a un ritmo constante tenía una duración de ocho días. Bolt y Himawari habían cubierto más de la mitad del camino en tres.

No intercambiaron palabra, excepto en las ocasiones en que era estrictamente necesario. Recontando: al momento de repartir tareas (Bolt como jounnin era un mandón) y a la hora del cambio de guardia nocturna. No más, no menos. Simplemente se concentraron en avanzar. Él adelante y ella observando su espalda desde atrás.


Himawari estaba empezando a hartarse. Tener a Bolt actuando como si ella fuese sólo un subordinado más, como si no hubiesen compartido casi diecinueve años de vida juntos, como si no la conociese más que por una ficha... la molestaba. Bien, era cierto que su deseo había sido el mantener las distancias, seguir con sus vidas, pero esto era demasiado; podía palpar el resentimiento de él con cada mirada, con cada seca palabra... y estaba mal, porque aún eran hermanos.


Hermanos...


¿Cómo se suponía que iban a seguir con la relación fraternal si no soportaban la presencia del otro? Las circunstancias entre ellos no habían sido normales... ni fáciles, pero tenían que alivianar la situación. Tenían que esforzarse por mejorar, por poder mirarse a la cara, por tener una conversación amena, por volver a sentirse bien. ¡Eran gemelos, por favor, y ya unos adultos!


No había nada que no pudieran superar. Nada.


Y ella tenía que superar algún día esas ganas locas de lanzarse en sus brazos y besarlo hasta perder el aliento. Tenía que hacerlo. Podía hacerlo.




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—Vuelve a tu tienda. Falta una hora para el cambio de turno'ttebasa.


Himawari no se dejó amedrentar por su voz de capitán. En cambio, se mantuvo de pie a sólo unos metros, observándolo lanzar una diminuta roca al ardiente fuego. Bolt estaba sentado cerca de la fogata y ella podía ver su perfil serio. Corría una brisa helada, pero el cielo nocturno era bello y despejado.


Tomó un respiro.


—Sí, capitán —respondió suavemente, acomodándose al otro lado del fuego, frente a él, acercando las manos al calor—. En un momento, hace frío.


Bolt pensó fugazmente que había muchas cosas que podían hacer para no sentir frío, pero luego recordó que estaba molesto. No entendía muy bien la razón, porque algo dentro suyo le decía que ella lo único que hizo fue olvidarlo y caminar al lado de Inojin, que era lo correcto... pero no podía evitar el sentimiento de traición atenazándole el estómago cada vez que la miraba.


Quizá estaba molesto por no poder hacer lo mismo con Sarada. Se odiaba por eso. Sin embargo, era mejor mantener la distancia para conservar algo de su mancillado orgullo.

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