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El peliplata se sentó para comer mejor, el azabache le había llevado una sopa de verduras, se sentía intrigado con la apariencia de aquel hombre, además hacía calor y el hombre andaba con capucha pero lo que más curiosidad le daba era aquella máscara así que mientras él lo alimentaba, guió su mano hacia la mejilla de Obito este se tensó.

— Lo siento, es que me da curiosidad el porqué de la máscara...

— Es que no quiero asustarlo con mi rostro, su majestad...

— mah, No voy a asustarme al ver el rostro de mi héroe. —Dijo sonriendo.— Y ya te dije que me llames por mi nombre.

— Esta bien... —El azabache colocó el plato a un lado, luego se quitó aquella máscara, observó la mirada curiosa del príncipe quien no dudó en pasar sus dedos por aquellas cicatrices, antes de que preguntara, Obito decidió contarle parte de la historia.— Acusaron a mi madre de brujería... y a mí de ser un demonio que invocó... Los habitantes nos arrastraron hasta la plaza, el sol estaba en el punto más alto... Mis quemaduras fueron causadas por el sol... Nos prendieron fuego...

— ¿Cómo sobreviviste? —Preguntó con admiración y tristeza.

Con mi fuerza sobrehumana, logré desatarme a pesar de tener el cuerpo de un niño de diez años, podía contra cien hombres.

Supongo que simplemente se compadecieron de mí, porque apagaron el fuego y me desataron... Mentira... Rogué que desataran a mi madre... También es mentira, ella ya estaba muerta y por lo tanto enfurecí y comenzé a matar a los aldeanos, aunque no logré matarlos a todos pero bebí la sangre suficiente para huir... Dijeron que ella debía pagar por sus pecados.

— Lo siento mucho... —Murmuró el peliplata sintiéndose mal por haber sido imprudente.

— No te preocupes, pasó hace años... Siglos...

— Yo también perdí a mi madre cuando era niño...

— Lo sé... —El peliplata lo volteó a ver sorprendido.— Osea todo mundo sabe lo que pasó con la reina.

— Cierto, a veces olvido que mi vida tiene que ser pública. —Dijo chasqueando la lengua.—  A veces me gustaría ser un simple campesino y poder decidir lo que yo quiero.

— ¿Qué un príncipe no puede hacer lo que desee? —Preguntó, aunque ya sabía la respuesta.

— No, ni tan siquiera puedo ser yo mismo...

— Conmigo lo serías... —Balbuceo el azabache.

— Bueno no importa... Debo volver a mi prisión de oro. —Mencionó sonriendo, el azabache volteó a ver hacia otro lado frunciendo el ceño.— Dime que puedo hacer para agradecerte.

— Un beso... —Contestó con la mirada baja, Kakashi abrió los ojos sorprendido.

— Es-esta bien... —Dijo un poco dudoso.

Obito sonrió y se acercó lentamente al peliplata quien aún estaba sentado sobre el futon, rozó sus labios con suavidad, para después empezar a saborearlos, al principio fue un beso suave que poco a poco se fue intensificando, el peliplata sujetó con fuerza los brazos del azabache mientras este metió su lengua en su boca, ahora ya estaba prácticamente sobre él, solo pudo respirar tranquilo por unos segundos cuando sus labios volvieron a ser apresados por el azabache esta vez mordiendolos, podría jurar que algunas gotas de sangre escaparon, pero no pudo saborearlas ya que Obito aún no soltaba sus labios, trató de apartarlo pero era como intentar mover una roca, hasta que el azabache decidió al fin alejarse un poco.

Amor Inmortal (ObiKaka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora