21: Desnudarte

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Favor escuchar Desnudarte de Jay Wheeler, es la canción de este capítulo.
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Axer esperaba que el perdón fuese un sentimiento que arropara su cuerpo de un momento a otro. Que cuando llegara, él lo sabría. Que llegaría junto al olvido, y que luego jamás volverían a escocer las cicatrices.

La noche de su fiesta de cumpleaños, luego de escuchar lo que sentía Sinaí —tanto por él y la situación de ambos como por sí misma— él empezó a pensar que tal vez el perdón jamás llegaba, que había que invitarlo, y que empezaba con una decisión.

Sinaí lo amaba.

La referencia que Axer tenía sobre el amor eran sus sentimientos por ella. Imaginarse que alguien pudiera sentir algo tan precioso y de tal magnitud por él, lo desconcertó. Estaba preparado para ser un objeto de deseo. De envidia y tal vez de admiración, pero no para ser amado, y menos en una situación tan recíproca.

Entonces pensó que ella ya no tenía que ser solo una enfermedad para él, no si en serio lo amaba. Podían vivir juntos una simbiosis, como dos organismos que se alimentan uno del otro, ayudándose a sobrevivir en una coevolución.

Aunque el desastre dentro de ambos les impidiera estar enteramente juntos, tampoco tenían que distanciarse.

Solo tenía que hacer un compromiso, con ella y consigo mismo. Como prueba, decidió para sí mismo que la perdonaba. Y empezaría por demostrarlo obligándose a, incluso si recordaba lo que ella le había hecho en el pasado, jamás recriminarle a ella al respecto.

Esperaba que algún día, simplemente, dejara de importar para él sin necesidad de herirla más a ella.

No se había dado cuenta de que la había estado abrazando todo ese rato hasta que la sintió nuevamente remover el rostro contra su pecho.

Tomándola por los hombros, la apartó con delicadeza. Le había dicho que no lo haría, pero no soportó verla con el maquillaje corrido, así que le limpió con sus guantes el exceso.

—No dejo de pensar en tus palabras... —murmuró ella.

—Ni yo en las tuyas.

—Al final, después de tantos besos, tantos jaques, tantos roces, tanta tensión, tantas mentiras, tantos juegos, tantas piezas, tantos tableros, tantos guiños y tantos encuentros... Lo único que necesitaba era una conversación honesta para decidir que definitivamente quiero luchar por esto como tu aliada y no tu rival.

Axer pasó tanto tiempo procesando esas palabras que ella añadió:

—Voy a tomar un vaso de agua antes de subir —le dijo ella y él asintió, todavía consternado por las palabras de ella.

«—Yo también te amo. Nunca he dejado de amarte», le recordó la voz de Sinaí Nazareth en su cabeza.

—Listo —avisó ella desde el otro lado.

Ambos entraron al pasillo, juntos pero sin tocarse. Ella no quería interponerse en el proceso de sanación de él, y él no quería aprovecharse de ella.

Pero al llegar al pie de las escaleras, una persona que bajaba a toda prisa los interceptó.

—No pueden subir, niños —les dijo Diana chasqueando los dedos y haciendo señas para que la siguieran de vuelta a la fiesta—. Al menos no por ahora.

—¿Qué pasó, Diana? —preguntó Axer, pero no cuestionó lo que dijo y la siguió.

—Es Dain. Tu padre lo echó pero tu primo no consiguió a Aysel, así que mandó a un par de sus hombres a la fiesta para que la escoltaran.

Nerd 3: rey del tablero [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora