29: Jaque mate

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Sinaí.

—Y recuerda, si no me traes algo de tu cena gourmet, no pienses en regresar a esta casa.

—Sí, mamá...

Pongo los ojos en blanco al teléfono. Qué valiente parezco cuando no tengo a mi mamá cerca, ¿no? Porque si estuviera a mi lado, fijo me deja virola del coñazo que me zamparía por falta de respeto.

Cuando cuelgo, miro a Axer sentado a la mesa a mi lado. Se supone que no es mi novio, pero nos gustamos, deseamos, amamos y encantamos mutuamente; a la vez se supone que es mi novio, al menos en lo que respecta a lo que su familia cree. En conclusión, no somos nada, pero su familia cree que somos lo que realmente quisiéramos ser.

Quedó clarísimo, supongo.

¿Está tan mal de mi parte que haya venido vestida de un modo en que sé que le va a provocar a mi genio?

Él se hace el desinteresado, pero no lo suficiente. De vez en cuando, lo noto ojeando las rasgaduras de mi pantalón, donde está la piel que lo ha hecho adicto, donde están las piernas que me dice de rodillas que venerará por siempre.

No me siento culpable. No cuando es tan increíble, y hasta cruel, tenerlo a mi lado solo existiendo, y desear que terminemos lo que llevamos días consumiendo a cuotas.

No quiero de Axer Frey solo palabras, mucho menos roces esporádicos. Lo quiero todo, entregado a mí como yo estoy de irrevocablemente maldita por él.

—¿Dónde está tu marido? —escucho a Axer preguntarle a Dominik, quien está tragando su almuerzo como si no hubiese comido hace un mes.

—Salió de la isla por asuntos personales.

—¿Mari...? Oh. —Me corto al entender el chiste—. Azrel.

Nadie dice nada más porque entre nosotros aparece el señor Frey. Lleva el cabello todavía húmedo por el baño, exhumando el aroma de una loción que se impregna en la sala con su presencia. Está arreglando las mangas de su familia, y por su apariencia no parece con mucha intención de acompañarnos en este almuerzo al que él mismo nos invitó.

—Señor Frey —saludo.

—¿Diana no nos acompañará? —pregunta Verónika mirando a los lados como si esperara ver a la susodicha aparecer de algún lado.

—No esta vez. Está en un chequeo médico de rutina, es probable que no vuelva hasta la noche —contesta el señor Frey—. Yo tampoco estaré con ustedes, me temo. Me he adelantado y he comido por mi cuenta mientras arreglaba otros asuntos.

—Genial. Ahora vuelva por donde vino, señor, que está interrumpiendo a los que no somos vampiros y sí comemos en público —bromea Dominik con la boca llena.

Dominik está escalando rápido al podio de mis Freys favoritos. Es que, ¿cómo no? ¡Tiene sentido del humor!

Y mientras, Aleksis come con cara de culo fingiendo que no existimos, y Vero con la elegancia de una psicópata.

—Muy gracioso, Dom —dice el señor Frey sin ni el más ligero atisbo de que algo le haya dado gracia alguna vez en su vida—. Pero, de hecho, estoy aquí para saber si Sinaí ya ha terminado su comida. Necesito su ayuda con un asunto privado.

Tuve que haber escuchado muy mal.

Y, por si acaso, mi cuerpo reaccionó con la tos más inoportuna, llevando pedazos de comida a mi nariz que debo escarbar con ruidos de que me estoy sacando un catarro.

Axer queda muy descolocado por el comentario, así que no se mueve, dudo incluso de que respire. Es Dominik quien tiene la decencia de golpearme la espalda para que aminore mi tos.

Nerd 3: rey del tablero [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora