En el manto de la noche, donde los susurros de los secretos se entremezclaban con la danza del viento, mis pasos me llevaron de nuevo a las puertas de aquel burdel misterioso. El hombre que me condujo hasta aquí desencadenó una metamorfosis en mi ser, una danza de fuego en mis venas, y en este lugar prohibido, descubrí la pasión que jamás imaginé habitar en mi anterior vida, una llama que anhelaba ser encendida, encontró su fuego en los brazos de aquel joven cuyo nombre resonaba en mis sueños.
Con el fulgor de la luna plateando mi camino, ansiosa y a la vez temblorosa, cruzaba el umbral del oscuro prostíbulo, adentrándome en el mundo de las tentaciones. Allí, entre sus paredes adornadas con sedas y encajes, encontré la liberación que creía haber perdido en los laberintos de mi pasado. Chataya, me recibió con una sonrisa cómplice, consciente del fuego que arde en mis ojos. Sus manos, expertas y seductoras, trazaron un camino de deleite por mi espalda, como si conocieran cada anhelo que ocultaba. Aquí, en este rincón inesperado, pude ser más que una dama, más que una esposa con deberes impuestos.
Era en ese santuario de complicidades donde nuestras vidas se vinculaban como hilos de un antiguo tapiz. Bajo la penumbra del ocaso, compartimos risas silenciosas como si fuéramos cómplices de un secreto cósmico, unidos en un pacto sagrado que solo los astros comprendían. Mi devota compañera sugirió un cambio audaz, una permutación de apariencia para ocultar mi verdadera identidad. Sus manos habilidosas acariciaron mi cabellera pelirroja, y en un instante mágico, mi melena se transformó en una cascada de oro.
Observé mi reflejo en el espejo, y una nueva figura emergió. La imagen frente a mi poseía un aire de misterio, una belleza enigmática que escondía el rostro detrás del velo de lo desconocido. En los pasillos del burdel, encontré un refugio para mis pensamientos más íntimos, lejos del escrutinio y la censura. La complicidad con Chataya se volvió un vínculo sagrado, una alianza secreta que se fraguaba en sus habitaciones veladas y susurros cautivadores.
Y ahí, en la clandestinidad, me sumergía en el éxtasis del presente, mientras mi corazón palpitaba con la esperanza de un nuevo futuro. Los latidos del tiempo y la vida se acoplaban en armonía, y en la eternidad de aquel instante, sentí que la rueda del destino giraba a mi favor. Cada encuentro en la penumbra avivaba mi fuego interior, me impulsaba a saborear la libertad como un elixir embriagador. Allí, en aquel santuario prohibido, dejé que mi verdadero yo se alzara, una fiera indomable lista para enfrentar las intrigas y los enigmas de los Siete Reinos.
Durante la noche, cuando los astros se alinearon para trazar un nuevo rumbo, una chispa divina danzó en mi matriz. La semilla del heredero de Marcaceniza se afianzó en mi ser, creando un lazo eterno que perduraría más allá del tiempo y las adversidades. Una vida florecía en mi seno, un nuevo capítulo tejido por los dioses en el lienzo de la existencia. Ahora, con el peso de la verdad revelada al Gran Maestre Pycelle, mi alma se elevaba como las alas de un halcón hacia la libertad. Con un hijo, fruto de una pasión renovada, mis pasos en el tablero de juego se volvían más firmes y determinados.
En mi vientre, la vida crecía y vibraba en sincronía con mi espíritu, con cada latido, sabía que mi propósito se volvía más claro y definido. La madre, la amante, la estratega; todas mis facetas se entrelazaban para forjar un camino que dejaría una huella imborrable en la historia de Poniente. La noticia de mi embarazo me llenó de emoción. Sentía cómo el corazón palpitaba no solo por mi vida, sino por el legado que estaba por nacer. Cada amanecer me traía la promesa de un futuro renovado.
La Fortaleza Roja, los señores y damas, los enemigos y aliados; todos serían testigos del ascenso de una nueva fuerza, una fuerza que se había liberado del yugo del pasado y se erguía orgullosa. Mi esencia, envuelta en una danza de estrellas y pasiones, se alzaba como un ave fénix renacida de sus cenizas, lista para volar hacia una dirección inexplorado y formidable. Con ese asunto resuelto, podía concentrarme en ampliar mi lista da aliados y asegurar el porvenir de nuestro linaje.
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Dog days are Over ( Sin edición)
FanfictionCuando mueres ves pasar toda tu vida frente a tus ojos y tengo que decir que no fue tan bueno como esperaba, durante mi caída no pude evitar pensar como habría sido mi vida si no me hubiera enamorado de tan terrible hombre, o si hubiera hecho lo pos...