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Jeonghan bufó con pereza y se arrastró hasta los pies de su cama para acercarse a acariciar la cabeza de Kkuma quien ladraba pidiendo la atención del muchacho.

—¿Quieres salir no amiguito? —Jeonghan le preguntó a la cachorra mientras esta le lamía la mano como respuesta (o al menos así lo tomó el chico).

Jeonghan no podía ser egoísta con su engreída cachorrita, Kkuma no había salido del departamento del muchacho por hace más de dos días y Jeonghan se sentía la peor persona por aquello. Así que cuando se puso una chaqueta de su armario y desprendió la correa de su perro (que yacía colgada en la puerta principal), tomó rumbo fuera de su departamento.

Usualmente los paseos de Kkuma no excedían de los 15 minutos (pues era obvio que esa cosita no tenía mucho que expulsar), pero esta vez Jeonghan decidió aprovechar el paseo para comprar aquel cereal que se le había antojado comer esta mañana que por su pereza no salió a buscarlo.

Ya había tomado rumbo a casa, después de que Kkuma había hecho sus necesidades (gracias al cielo Jeonghan nunca salía sin las bolsitas), pero su adorable perrita no había dejado de peinar en cada arbusto que se había cruzado por su conducta de marcar territorio y a Jeonghan no le quedaba más remedio de dejarla ser y esperarla con paciencia.

Estaban solo a unas casas cuando sus ojos se posaron en un brillante cartel que pertenecía a un restaurante de hamburguesas. Y fue ahí donde Jeonghan se cuestionó que debería cenar esa noche, un poco de grasa al año no hace daño ¿no?, además no tenía ganas de cocinar y había querido probar las hamburguesas de aquel local hace ya unas semanas cuando se percató de el.

Cuando estaba al cien por ciento decidido a encaminarse a por una grasosa hamburguesa, sus pies no avanzaron mucho pues la criatura que llevaba paseando no quiso moverse. El muchacho giró para mirar a su cachorra desde arriba para saber la razón de su inmovilidad y abrió los ojos cuando aquel pequeñín estaba dejando su interminable orina en una de las llantas de una motocicleta aparcada a la orilla de la vereda.

Jeonghan iba a salir de allí haciendo como que nada pasó (poco ético, lo sabía, pero no era algo de otro mundo que un canino dejara sus orinas en alguna llanta, agregando que las patitas de Kkuma no alcanzaban ni la cuarta parte de la gigantesca llanta) pero al parecer su perro se estaba vengando de él por no sacarlo en dos días, porque no dejaba de orinar.

—Vamos Kkumie, date prisa —Jeonghan apuró moviendo la soga para que su perrito acabara al fin y cuando lo hizo una voz detrás de si lo espantó.

—Bonito baño —el otro habló a las espaldas de Jeonghan quien aún no volteaba, estaba tomando su tiempo para pensar en que cara ponerle al hombre que le reclamaba.

Mierda.

—Yo... lo siento... ¿es su moto?, no quería- —la mandíbula de Jeonghan casi cae al piso cuando finalmente volteó y rebeló a la persona que le estaba reclamando.

MIERDA Y MÁS MIERDA.

—¿¡Ojitos!? —el azabache abrió los ojos a más no poder y una sonrisa con dientes inundó su rostro—, ¿eres tú?

—H-hola —Jeonghan respondió con el rostro más pálido que un papel. Joshua, Joshua Hong, estaba en sus narices y Jeonghan quería morirse en ese mismo instante.

Joshua carcajeó nuevamente al ver los ojos sorprendidos del muchacho.

—Hombre, ¿tan feo soy que te has quedado sin palabras?

No, dios, no era feo, era.... no importaba.

—Me sorprendiste, eso es todo —dijo Jeonghan tratando de soñar tranquilo—. Hey, perdona por lo de mi cachorra, pagaré la limpieza.

Joshua hizo una mueca de indignación.

—¿Crees que te pediría algo así? —Jeonghan alzó los hombros y el contrario negó—. Además mira esta cosita adorable —Joshua se puso de cuclillas para acariciar el peluchoso pelaje de Kkuma, que sorprendentemente (para Jeonghan), se dejó acariciar por un extraño—. Tan lindo al igual que el dueño.

Jeonghan se sonrojó y agradeció al cielo que era de noche y que Joshua seguía entretenido con su cachorro de lo contrario notaría sus mejillas arder. Y era algo que Joshua no podía ver, el no podía saber que lo hizo sonrojar con un cumplido, no podía porque era un chico y porque Jeonghan raramente se sonrojaba por un coqueteo.

—Así que —Joshua comenzó a decir levantándose de donde estaba jugueteando con el cachorro para mirar a
Jeonghan nuevamente—. Esta es la razón por la que me dejaste de hablar entonces.

—Si, yo debía sacarla a pasear —el muchacho dijo tratando de evitar los oscuros ojos de Joshua posados en el.

—Espera, eso quiere decir ¿qué vives cerca? —preguntó curioso el azabache.

—Si, a unos cinco minutos de aquí —respondió Jeonghan indicándole con su índice la dirección, solo para que el azabache dejase de mirarlo unos segundos; y fue lo que hizo.

—Esto debe ser una broma —Joshua negó con una sonrisa volviendo a mirar al chico—. Vivo por ahí también, que extraño que no nos hayamos cruzado antes.

—Probablemente porque soy muy nuevo en este vecindario —explicó Jeonghan, sorprendiéndose a sí mismo por la calma al hablar, cuando por dentro estaba hecho un lío—. Que coincidencia.

—Una bonita coincidencia —Joshua habló con un tono coqueto y Jeonghan rodó los ojos ante eso—. ¿Vas para tu casa? —el muchacho asintió—. Sube, te doy un aventón.

La sangre dejó de pasar en Jeonghan cuando escuchó aquello, el de ninguna manera se iba a subir a esa cosa y menos con Joshua, ¿acaso quería causarle un paro cardíaco?

—De ninguna manera —Jeonghan negó mirando como Joshua pasaba una de sus piernas en el asiento de la moto y se montaba en ella, mientras buscaba las llaves en su chaqueta—. Además estoy con Kkuma, ¿acaso quieres que se le revuelva el estómago?

Jeonghan sonrió en sus adentros al encontrar una excusa, no del todo falsa, para rechaza su propuesta.

—Tienes razón —Joshua dijo volviendo a guardar sus llaves en su chaqueta—. Caminaremos.

—¿Y tu moto?

—La estacionaré ahí —Joshua señaló el local a su derecha, moviendo con facilidad (o al menos eso mostraba) la moto en el lugar—. Es mi estudio, las personas me conocen y estos lugares se quedan abiertos toda la noche. Vendré por ella al rato —le dijo poniendo el seguro de llantas al vehículo—. ¿Vamos?

Fue así como tuvo a Joshua a su lado todo el camino hasta su departamento, mientras le contaba historias y le hacía preguntas al azar. Era agradable cuando no intentaba ponerlo nervioso, pero muy en el fondo, a Jeonghan no le disgustaba.

𝗠𝗼𝘃𝗲 キ 𝘫𝘪𝘩𝘢𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora