Hay historias que afirman, que la maldad de las personas, está reflejada en su rostro. Light se preguntaba si realmente, cuando las personas le veían, observaban todo lo que escondía. Había faltado a la universidad, luego de su primer día, había decidido que simples 24 horas, no eran lo suficiente para idear un buen plan. Por muy impulsivo que fuese, si quería hacer un buen trabajo, debía de analizar la situación.
Desconocía las verdaderas intenciones de Higuchi con ese asesinato. Ryuzaki no era una persona común, era el heredero a todas las empresas Wammy en el mundo. Sin embargo, asesinarlo solo a él era bastante nulo, debido a que contaba con otros dos hermanos, un tío y un primo que podrían hacerse cargo de las empresas. Pero Higuchi solamente le había ordenado asesinar al pelinegro. Algo en su cabeza decía que lo único que ese hombre deseaba era acabar con su cabeza y llevarles a la locura.
Al día siguiente iría a la universidad. Akira le había notificado de todas las asignaciones, y Masako le había conseguido un justificativo médico por una pequeña virosis repentina. Básicamente, había sido obligado a ir, no quería tener que encontrarse nuevamente con Ryuzaki y en su segunda clase, ¡vaya suerte la suya!
− ¿Dónde está el dinero que él dispuso para mí? − ¿quería entretenimiento? Lo tendría. Pero le saldría bastante caro – iré a comprar ropa, puedes deshacerte de toda la que está allí.
− ¿Le has pedido permiso al jefe? – preguntó observándole de reojo – recuerda que...
− ¡Solo entrégame el maldito dinero y ya! – ordenó extendiendo la mano, a lo que el hombre se limitó a entregarle una tarjeta de débito – me iré yo solo en el auto a comprar las cosas. Puedes reportarlo, notificárselo a quien sea, pero no pienso hacer nada si tú sigues actuando como guardia.
− Considera un hecho el que se lo contaré al jefe.
− Me importa una mierda. Haré varias cosas hoy – tomó las llaves del auto y del apartamento – volveré en la noche.
Se fue cerrando la puerta con un golpe certero. No dejaría que le siguiesen controlando, quería asesinar a Ryuzaki cuanto antes y para ello necesitaba desestabilizarle tanto física como psicológicamente. Era el momento de parecerse a Light Yagami, de seducir a Ryuzaki y hacerle caer en su trampa.
Llegó al centro comercial y entró a la primera tienda de ropa masculina que vislumbró, había una gran diversidad de camisas, y pantalones. En sus tiempos en preparatoria, solía usar el uniforme del instituto, a pesar de que le desagradasen mucho los colores que tenían. Ryuzaki sabía que generalmente, cuando iban a alguna de sus citas, él vestía implacables camisas en tonos oscuros, casi siempre negros o de un marrón café.
Su aspecto de adolescente siempre había sido impecable, solía usar pantalones perfectamente planchados, y sus camisas sin ningún tipo de error. Su madre le había enseñado a hacer muchas tareas del hogar, para que fuese independiente y no necesitase de ella para todo. Una buena decisión teniendo en cuenta que ninguno de ellos estuvo el suficiente tiempo con él.
Compró todo lo que le agradaba, desde camisas unicolor hasta suéteres y chaquetas; los pantalones y zapatos que más le parecían. La cantidad suficiente como para no llevar la misma ropa durante todo un mes, el tiempo aproximado que le tomaría finalizar el trabajo. Parecía que Higuchi no había tenido nada en contra de su escapada, las tarjetas seguían intactas, no habían sido bloqueadas ni nada similar. Aquel hombre contaba con el dinero suficiente, era un Yakuza, líder del grupo de los Yotsuba.
Antes de seguir en su travesía por el centro comercial, tuvo que llevar las bolsas al auto. Entro a una barbería para que le tiñesen el cabello de la misma forma en la que lo llevaba antes, dejándole un flequillo similar al suyo. Si todo salía según lo planeado, su nuevo aspecto, excluyendo los tatuajes y quizá el notorio cambio de edad, haría que Ryuzaki sintiese lo mismo que él había sentido la semana anterior.
Lo más seguro era que ya él le hubiese investigado, probablemente ya tendría hasta su historial de vacunas descargado en su ordenador. Conocía a Ryuzaki, al menos ese era un punto a su favor; él, en cambio, había cambiado bastante.
Había llegado a su casa ese día, de la forma más animada posible. Sus padres y su hermana le habían avisado que llegarían tarde debido a que habían salido a una cena con los jefes de Soichiro. Él había tenido una cita con Ryuzaki, así que no había tenido ningún problema. Después de todo, eran una familia feliz, algo envidiable para las demás personas. Su padre era Jefe del departamento de policías, su madre una enfermera en el hospital, él y su hermana eran los mejores estudiantes de sus respectivas escuelas.
Como ya había comido, simplemente se limitó a arreglarse para ir a la cama. Estaba tan feliz que realmente no había podido dormir, ese día Ryuzaki le había preguntado si en un futuro podía llegar a casarse con él. Por horas no pudo conciliar el sueño, a pesar de todos sus intentos. Su corazón estaba demasiado acelerado.
Todo había sucedido en la madrugada. Eran las tres de la mañana, todo en su casa estaba apagado, se suponía que él debía estar durmiendo. Hasta que lo oyó. Un ruido seco en el frente de su casa, le hizo correr hasta la ventana y asomarse por un pequeño hueco. Su hermana estaba agarrada con fuerza a su madre, ambas lloraban asustadas, su padre se encontraba en el suelo, claramente muerto; había sido un disparo. Con dificultad, tomó rápidamente el teléfono de su casa y corrió hasta la entrada de su casa, otro disparo sonó.
Le costaba abrir la puerta, entre sus intentos de llamar a una ambulancia, y el temor palpable en sus manos, parecía que las llaves se deslizaban entre sus dedos sin control. Cuando logró abrir la puerta, sus padres ya estaban muertos, y su hermana, tendida sobre el asfalto, tenía una herida en la cabeza. Solo había escuchado un disparo ¿Por qué su hermana también estaba herida? La ambulancia ya estaba en camino, pero ya era tarde para algunos.
Comenzó a llorar con fuerza mientras se aferraba al cuerpo herido de su hermana menor, incluso cuando la ambulancia llegó, se negó a apartarse de ella.
Dicen que los errores que cometemos, quedarán marcados en nuestra cabeza para siempre. Ya sea por la vergüenza, por el odio, o por el dolor.
No podía equivocarse, no debía perder el control. Light sabía que, de cometer un error, todo podría destruirse, debería volver a la cárcel, volver a ganarse su posición. Sufrir de nuevo. Si quería ganarle a Ryuzaki, debía de engañarlo, con tretas y mentiras, volvería a ganarse su corazón. Era cierto, el Light Yagami que todos habían conocido, estaba muerto. Ahora, todo consistía en un juego de ajedrez, donde si sabía mover las piezas y no actuaba de forma acelerada, podría ganarle al pelinegro.
Solo quedaban pocos pasos para su plan, y la ejecución de este. Cuanto menos tiempo tardase, mejor; aprovecharía la vulnerabilidad de su objetivo, y se acercaría lo suficiente como para evitar algún tipo de sospechas internas. Después de todo, todos lo habían traicionado, Near, Mello, e incluso Matt. Ellos testificaron en su contra, sin excusas, sin pretextos, relatando todo, casi como si hubiesen sido los investigadores del caso. Aun considerando lo que había sucedido con su hermana...
Sayu Yagami había fallecido 28 horas luego de la muerte de sus padres. Según el análisis forense, la bala había traspasado el cuerpo de Sachiko, impactando en el de la niña. Su herida no habría sido fatal, de no haber perdido tanta sangre debido a su condición de anemia.
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Adivina quién: Objetivo - Death Note LxLight
Fanfiction− Tu orden será esa - su jefe le lanzó los papeles hasta su celda - te sacaré de aquí si lo asesinas - en la hoja había un hombre, cabellos negros y piel pálida, ojos grandes y oscuros, con un nombre encerrado en comillas. − Rue Ryuzaki - el castaño...