Adivina Quién: Cordura

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Mientras más arriba te encuentras, más dolorosa será la caida.

Sus piernas no le permitían mantenerse siquiera en pie. Nunca le habían pasado cosas como temblar como gelatina, pero después de ese instante, fue imposible contenerse. Comenzó a correr rumbo al baño de ese piso, por desgracia, no había tenido la oportunidad de ubicarse completamente en la universidad, por lo que algunos pudieron notar desesperación al correr.

Su estómago le estaba jugando una mala pasada, el pasado le había revuelto el desayuno, y se encontraba devolviendo todo lo que había ingerido. Ryuzaki era, un desestabilizador para él, Light nunca se había sentido así con nadie; tan expuesto, tan desnudo. Siempre que intentaba cambiar las cosas, resultaban en lo mismo, un dolor de cabeza y millones de pensamientos desorientados torturándole con rudeza. Había creído erróneamente que lo había superado, que podía lidiar con ello. Un solo minuto más y hubiese arruinado todos sus planes.

No entendía lo que sucedía en su cabeza, Ryuzaki le había entregado, y de saber que seguía libre, volvería a hacerlo, una y mil veces. No podía darse el lujo de que Higuchi le delatase, o le asesinase por no cumplir su trabajo.

Pero... ¿Realmente estaba dispuesto a asesinar a Ryuzaki? Había planeado y calculado todo con exactitud, como inmiscuirse en su vida, como ganarse su confianza, como seducirlo: en ningún momento había pensado seriamente si le dispararía o apuñalaría directamente en la espalda.

Después de acabar de vomitar, se lavó la boca y limpio el sudor de su frente; se sentía agotado, como si hubiese estado cargando toneladas en la espalda. De inmediato se apresuró en marcarle a Akira y a Misa para cancelar la salida que tanto había planeado el par. No se sentía bien, quería desaparecer de todos, de Ryuzaki, de Masako, de todos los espías del imbécil de Higuchi.

– Akira, me siento un poco mal, avísale a mi padre y a mi tío – odiaba pronunciar esas palabras – iré a la enfermería y luego iré a casa.

Definitivamente no iría a ningún lugar como ese, tomó sus cosas y salió del baño acomodándose la camisa.

– Kurose – el calmo tono de voz de la persona que menos quería escuchar en ese momento, resonó por el pasillo.

– Ryuzaki – dijo – ¿Te diriges a los baños?

– En realidad te estaba buscando – así, sin engaños, directamente, como siempre había sido su relación.

– ¿Acaso no aguantaste no tenerme a tu lado? – arrogante, desagradable, como nunca se hubiese atrevido a hablar en su pasado.

– Supongo que mi cuerpo siente la necesidad del tuyo por el mío – seductor, atrevido, Ryuzaki se empeñaba en recordarle su historia.

– ¿Tan necesitado estás? Vienes a ofrecerte prácticamente a un desconocido.

– Yo no fui el que me beso en el salón.

– Tampoco fue como si no te gustase.

Estaba mal, quería gritarse, no debía seguir cayendo en su juego de seducción. No podía acabar perdonándolo como si no hubiese hecho nada malo.

– No estoy muy convencido, parecías ser tú el que más lo disfrutaba – Ryuzaki se había acercado peligrosamente a él, estaba acorralado contra la pared.

– Admite que estas babeando por mí.

– Admite que quieres esto más de lo que dices – estaban entrecruzados, la pierna de Ryuzaki rozaba y empujaba su entrepierna. Se sentía tan caliente, comenzaba a faltarle el oxígeno, el pasillo, vacío por la hora, se sentía mucho más caliente.

Adivina quién: Objetivo - Death Note LxLightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora