Harry I

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Harry Potter
Mañana del 23 de Junio de 1993
Número 4 de Privet Drive. Little Whinging, Surrey.

El cumpleaños de Dudley.

El pelinegro sentía muy afortunado.

A diferencia de años pasados no lo encerraron debajo de las escaleras en la alacena, aunque eso no significaba que la estuviera pasando mucho mejor. Ni bien amaneció, tía Petunia lo despertó con su habitual cariño (absolutamente ninguno) y le dió una extensa lista de tareas por realizar antes de las dos de la tarde, hora en los Dursley saldrían para ir de paseo a Londres y evidentemente no lo querían allí, no es que el quisiera ir tampoco (aunque hacer que Dudley cayera de nuevo en un terrario de serpientes no sonaba como una mala idea). E igual que hacía tres años no lo dejarían con la señora Figg, aparentemente la mujer había enfermado tan gravemente que estaba en el hospital, así que Vernon decidió que era lo suficientemente mayor como para quedarse solo en la calle unas horas.

-Feliz cumpleaños, mi Duddy hermoso-. Escuchó a su tía Petunia, eso de las nueve y media de la mañana, mientras el limpiaba el baño de la segunda planta, ella y Vernon habían entrado en la habitación de su obeso primo con un pastel de chocolate, pero por el sonido como de simio drogado que producía Dudley no parecía hacerle mucha gracia que lo despertaran tan temprano. -Hoy iremos a celebrar tu cumpleaños los tres ¿Que te gustaría ir a comer…?

Harry dejó de prestar atención a la celebración. Ya había pasado el tiempo en el en qué le dolía que los Dursley no lo incluyeran en nada. Cuando era más pequeño lo que más fervientemente deseaba era que lo trataran al menos con la mitad de cariño que a su primo, pero a lo largo de años comprendió que eso nunca iba a pasar, ellos no eran su familia, Ron y Hermione si lo eran. En realidad sentía más cerca a la señora Weasley que a Petunia y al señor Weasley que a Vernon, demonios, prefería a Hagrid que a cualquiera de los Dursley.

-¡Muchacho!-. Harry se abstuvo de girar los ojos. Vernon parecía almacenar las pocas neuronas que le quedaban en comer y gritar. -¡Ven aquí, ahora!

Harry dejó la esponja con la que estaba lavando el lavamanos (y si el cepillo de dientes de Dudley se le cayó "accidentalmente" dentro del inodoro, lo negaría hasta la muerte) y fue a dónde si tío, fuera de la habitación de tía Petunia.

cada vez que veía a Vernon le parecía más feo a Harry, en especial cuando tenía esa expresión como si hubiera pisado excremento.

-Si ¿Tío Vernon?-. Preguntó lo más tranquilo posible, consolandose en qué no iba a verle la cara el resto del día.

-Apresurarte, no tengo todo el día, fenómeno-. Dijo con desdén y sacó de su cartera un billete de veinte libras que Harry tomó con cierto recelo. -No quiero que rondes como un idiota por este vecindario de gente decente-. Explicó el del mostacho. -Regresa después de las diez.

-Si, tío Vernon-. Antes de que cambiará de opinión, Harry guardó el billete en su bolsillo. -¿Algo más?.

Vernon gruñó;

—Tu tía quiere que limpies el ático—. el obeso hombre acomodó su cinturón y bufó. Con desprecio. —Hay mucha basura, hazlo antes de irte.

El azabache se guardó las ganas de quejarse, el ático estaba atiborrado de cosas (principalmente de Dudley) pero algo debió colarse en su expresión.

Harry asintió. —Está…— ni terminó la oración cuando el obeso hombre mayor le dió un puñetazo tan fuerte que lo derribó.

—¡Maldito fenómeno, haz lo que te ordené!—. Gritó y se fue, imitado a un troll de la montaña hasta desaparecer por las escaleras.

Harry se quedó un minuto en el suelo con la mano en la mejilla y saboreando la sangre dentro de su boca, pensando en que realmente odiaba estar en Privet Drive y que prefería un millón de veces pasar todo un verano en el bosque prohibido que otra semana en esa casa.

Con algo de dificultad se puso de pie y fue al baño que recién había estado limpiando a verse en el espejo. El adolescente de cabello negro y ojos verdes se veía bastante cansado. Desde lo que había ocurrido el incidente de la Cámara Secreta no había tenido un buen momento de calma, por lo que lucía un par de ojeras e incluso había bajado un poco de peso.

Con cuidado examinó su mejilla; no estaba muy inflamada y la herida desaparecería gracias a su magia antes de las dos. En cualquier caso la gente del vecindario podría verlo con un balazo y probablemente pensarían que fue su culpa, así que solo siguió limpiando el baño, era lo único que le faltaba en la lista de tía Petunia hasta que Vernon le dijo que se encargara del estúpido ático.

"Ah, que se joda" pensó. Simplemente barreria y acomodaría las cosas un poco, de cualquier forma dudaba que Vernon o Dudley cupieran por la escotilla y tía Petunia evitaba el lugar tanto como al cuarto de Harry.

Diez minutos más tarde, el adolescente estaba frente a la entrada al ático, escoba en mano y un pañuelo en la cara para no respirar polvo, preguntándose cómo diablos iba a bajar la escotilla, no era muy alto y no alcanzaba la cadena unida a la manija, sería humillante ir a buscar un banquito.

Maldiciendo se puso de puntillas pensando que si pudiera simplemente haría un Accio y la alcanzaría, luego se rió un poco porque eso era un pensamiento muy de magos, pero ara su sorpresa parecía haber funcionado, la puerta de la escotilla descendió hasta que las escaleras tocaron el suelo. Harry miró preocupado detrás y adelante de el, temiendo que alguno de sus familiares lo hubiera visto, pero nada. Algo bueno, no tenía ganas de tolerar a la segunda reina del drama más grande que conocía después de Draco Malfoy; Dudley. Suficiente había tenido con la broma del año pasado sobre incendiar el bote de basura.

El adolescente rió un poco antes el recuerdo mientras subía las escaleras. Aunque en Hogwarts nunca se había permitido mostrar ese lado suyo, lo cierto es que Harry era un chico muy travieso, (probablemente mas que los gemelos Weasley) en la escuela muggle se había cobrado con intereses los abusos de la banda de Dudley.

Una vez arriba dió un rápido vistazo, el ático estaba menos sucio de lo que esperaba, solo había un poco de polvo y muchas baratijas, en su mayoría juguetes antiguos de Dudley (todos rotos, a veces creía que sus tíos tenían un problema de acumulación bien disimulado)

Con un suspiro comenzó la laboriosa limpieza.

Almas CorruptasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora