Rebelión de esclavos

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**ALERTA**

Este episodio es fuerte para nuestras protagonistas.

Estoy aquí tumbada, despierta, mientras la luz previa al amanecer intenta colarse desde detrás de los gruesos tapices que tapan las ventanas. Escucho la respiración regular y noto los mínimos movimientos de los músculos absortos en el sueño de la mujer que está en mis brazos. Aprovecho este momento para dar gracias a los dioses que todavía me favorecen, asombrada por la tolerancia de Atenea ante mis veinte estaciones de ausencia de su templo. Tal vez me convenga aplacarla un poco. Pues sé con toda certeza que sólo el poder de los dioses puede habernos unido a Lena y a mí de esta manera.

Despertarme a mi hora de siempre no me resultó más difícil que de costumbre. Sin embargo, no me apetecía nada dejar el lugar donde me encontraba en ese momento. Ahora tenía una razón para quedarme y remolonear: la sensación del pequeño cuerpo de Lena pegado a mí me impulsaba a quedarme aquí tumbada, un ratito más.

Oí a Nia en la habitación externa. Sin duda, estaba recogiendo el caos que yo había dejado atrás y que Lena había estado demasiado ocupada para recordar. Mi doncella había decidido que entrar en el dormitorio para despertarme era una tarea demasiado íntima, ahora que ya no estaba sola. Sonreí al recordar todas las veces en que Nia se llevaba a toda prisa a una ramera adormilada de mi cama, para que yo no tuviera que ver a la mujer al día siguiente. Por los dioses, la cosas que tenía que aguantarme la gente. Agradecía que Nia mostrara tanto respeto, no sólo por mí, sino también por Lena. El motivo me borró la sonrisa de la cara, sustituida por un ceño. Nia se mostraba así de cortés con Lena porque ya no consideraba a la joven una esclava. En realidad, muy pocas personas de palacio la veían así. Cuando la gente me hablaba de ella, la llamaban tu Lena. Podrían haber dicho perfectamente tu esclava, pero nadie lo hacía. Al parecer, sólo había una persona que todavía considerara a Lena una esclava y esa persona era la propia Lena.

Por supuesto, yo perpetuaba esa idea al negarle egoístamente la libertad. Con una sola palabra, podría tener una reina a mi lado y, sin embargo, me conformaba con una esclava. Lo sé... racionalmente sé lo mal que está eso, pero por los dioses, ay de mi corazón. No podría soportarlo si me dejara. Ése es el quid de la cuestión, ¿no? Puede que ahora me diga que me quiere, pero espera. Espera a que la bestia caiga sobre ella y no sobre un enemigo. Si fuera una mujer libre, podría huir, como lo haría cualquier mujer cuerda, ¿no?

He encontrado al amor de mi vida, a la mujer con quien nadie se ha podido comparar ni podrá compararse, y sin embargo, ahí está esa vocecita, en las profundidades. Esa voz que me dice que no merezco ser amada, que con el tiempo, acabaré haciendo daño a esta joven preciosa. Me pregunto cuándo conoceré un día en que me parezca bien que alguien me ame. Solté un gran suspiro y de repente, la mujer que estaba a mi lado se despertó.

-Estás pensando cosas muy serias -susurró con humor, con voz adormilada.

-¿Cuánto tiempo llevas despierta? -pregunté riendo. Estaba tan metida en mis reflexiones que ni había oído el cambio en el ritmo de la respiración de Lena.

-El tiempo suficiente para notar cómo se te agarrotaba el cuerpo con tanta preocupación -contestó-. ¿Kara?

-¿Mmm?

-¿Sigue estando bien... que te llame así? -preguntó Lena, con cierto matiz de preocupación en el tono.

Me volví medio de lado, hasta apoyarme en ella, mirando esa cara preciosa.

-Haría falta algo más que una noche en el reino de Morfeo para hacerme olvidar mí amor por ti, Lena -subrayé esa declaración con un profundo y largo beso.

El Final Del Viaje [SUPERCORP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora