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yeonjun suspira. observa el reloj de pared que hay en una esquina y aprieta los labios cuando ve que aún le queda más de hora y media para que su horario termine. no puede esperar a que la cafetería se vacíe y los dejen ir más temprano, todo lo que él quiere hacer es llegar a casa y descansar durante todo el fin de semana.
la última persona a la que atendió se marcha, y está a punto de cerrar cuando el tintineo de la campana de la puerta retumba contra sus oídos. rueda los ojos y se da la vuelta, completamente listo para echar a quien quiera que haya llegado. nadie arruinaría su día de salir temprano.
— lo siento, ya estamos...— se detiene cuando un par de ojitos brillantes le miran expectantes. y traga seco al darse cuenta que estaba a punto de echar de la peor manera a un chico tan bonito.
aunque se calla a tiempo, te has dado cuenta de lo que estaba a punto de decir.
— oh, ¿están cerrando ya? — te das la vuelta sobre tus pasos, dispuesto a marcharte a otro lado para poder comprar tu café. — lo siento, me iré ahora...
— ¡no, espera! — te volteas a verle, incómodo, cuando él actúa por impulso y te detiene. siente como las orejas y las mejillas se le calientan de golpe por la vergüenza... él... te ha gritado... sin razón alguna. — aún no... puedes quedarte... aún no es la hora.
sueltas la perilla de la puerta y das un par de pasos hasta donde él está. apoyándote del mostrador, le sonríes.
— ¿seguro? te veías molesto cuando entré aquí. — intenta respirar, pero se le hace tan difícil cuando tiene tus ojos mirándolo tan fijamente... y así... siente como su corazón bombea rápidamente y sin parar en su pecho. — ¿harías una excepción por mí?
chasquea la lengua, volviendo a su confiado ser.
— bueno... no soy yo el que quiere el café, ve dónde encuentras una cafetería abierta a esta hora. — pero se le es tan difícil mantenerse. aprieta la tela de su delantal entre sus manos sin que tú lo veas.
— ¿así es como tratas a todos tus clientes? — él no responde. eres un poco más pequeño de altura, pero se siente de repente tan inferior. — toma mi orden amablemente si no quieres que salga de aquí enojado.
hace lo que le pides y, mientras prepara tu café, sus ojos difícilmente pueden separarse uno del otro. cada vez que volteas, él te está mirando y cada vez que él voltea, tú lo estás mirando. sus miradas se atraen como imanes y ambos sienten una extraña atracción hacia el otro que no se pueden explicar.
— su orden, jovencito irrespetuoso.
— espera- — apenas te das cuenta de lo que haces cuando él se voltea a mirarte y tú te percatas que tienes tu mano envuelta en su muñeca.
los dos se sonrojan como desquiciados cuando se miran.
» ah- eh... este... perdone, yo...— inmediatamente lo sueltas, tu mano de repente sintiéndose vacía. y puedes escuchar como él ríe con suavidad.
— ¿ahora me tratas de "usted"? — tragas seco cuando sus bonitos ojos rasgados se posan sobre ti. este chico... es muy lindo. — ¿te vas ya?
— pues... como estaban a punto de cerrar... yo...— pero tus palabras se enredan en tu lengua, eso es todo lo que puedes decir por lo avergonzado que te sientes. tus manos temblando debajo de la mesa.
— si esperas que me cambie, caminaré contigo... ¿bien? — asientes eufóricamente y él te vuelve a sonreír; esa sonrisa ladina que te sacude por completo y te hace sentir como si estuvieras bajo el agua.
cierras los ojos con fuerza, sólo para abrirlos y ver cómo él se aleja de ti. te cuesta creerlo, habías estado yendo por un mes a esta bendita cafetería a tomar café que no te gusta sólo para hablar con él... cuando en realidad era tan fácil.
