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viernes. el mejor día de la semana para los universitarios reprimidos y el peor para los oficiales que debían patrullar de noche.
como es el caso de choi beomgyu, quien tuvo la estupenda (pésima) idea de tomar el turno que a él no le correspondía. pero, más que compañerismo, él realmente sintió lástima cuando yeonjun le suplicó hacerlo. no se pudo negar.
¿qué tan difícil podría ser? bueno... claro... ¡es muy difícil! él no es más que un novato, sólo toma notas y juega cartas en el computador viejo de la estación. en este momento debería estar acurrucadito en su cama en vez de estar buscando adolescentes borrachos a los cuales arrestar.
suspira cuando ve a un grupo de chicos carcajeándose en una tienda de conveniencia de la que los están intentando echar. la mujer se ve desesperada así que él estaciona la patrulla e intenta no verse como un oficial de policía que no ha dormido en más de catorce horas.
en cuanto sale, los chicos se dispersan como moscas. y baja la mirada para encontrarse con uno echado, literalmente, a sus pies.
— hey...— aunque has visto la patrulla acercarse, tu cuerpo no tiene la fuerza suficiente para ponerte de pie. sientes como el oficial te da una patada suave, moviéndote con su pie para que reacciones. — será mejor que te vayas si no quieres pasar la noche en la estación.
niegas.
— no puedo...— balbuceas.
— ¿qué dices?
— no me puedo levantar...— escucha que murmuras y él suspira una vez más esa noche. eres el último que está ahí y agradece eso, dejarte en la estación estando solo será mucho más rápido.
te pone en pie, apoyándote de sus hombros y cuando está por tirarte en la parte trasera del auto, tú rodeas su cuello con tus brazos, lo que hace que se tropiece y caiga justo sobre ti.
— suéltame. — niegas.
— por favor... no me lleve a la estación... se lo suplico...— aprieta los labios. él no necesita ser un oficial experimentado para darse cuenta inmediatamente de lo que intentas hacer... aunque no puede negar que has logrado ponerlo un poco nervioso.
— no me supliques nada, niño. te llevaré de todas formas. — enredas tus dedos entre su cabello. — ahora suéltame.
— voy a meterme en muchos problemas si mis padres se enteran.
— haberlo pensado antes de emborracharte hasta el desmayo. — haces un puchero, estás genuinamente molesto de que te hable así. — suéltame.
— es usted muy guapo, oficial choi... ¿tiene novia? — ¿es ese tu último recurso para librarte de esta o estás hablando en serio? no puedes estar seguro, estás demasiado embriagado para saberlo. — es el oficial más lindo que he visto.
él sonríe con soberbia.
— apuesto a que has visto a muchos oficiales antes. — crees sentir como él pone un mechón de tu cabello detrás de tu oreja, pero eso tal vez sea producto del alcohol en tu sangre... o no.
— he visto a algunos... pero ninguno como usted.
— esta será la última vez que te lo diga, jovencito, suéltame. — ahora la sonrisa prepotente viene de tu parte.
— ¿o qué, oficial choi? — lo retas, esperando que en tu mirada se refleje lo que realmente esperas de su parte.
— ¿en serio quieres que te responda? — se inclina hacia ti, pero no lo suficiente, y sientes que se está burlando cuando le miras sonriendo después de que tú cerraras, casi inconscientemente los ojos. esperando por algo que no llegó.
— hágalo, oficial. seré un buen niño y no le diré a nadie si usted me deja ir impune, ¿sí? — ladeas tu cabeza, usas todos tus encantos en él y estás seguro que muy probablemente ha sucumbido ante ellos.
— impune... créeme que no saldrás impune de esta patrulla.
bueno, lograste tu cometido. pudiste escapar de pasar la noche encerrado en la estación y te ahorraste un regaño de tus padres- aunque el oficial que estuvo a punto de arrestarte tampoco fue demasiado diligente con su trabajo esa noche.
