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Se estaba quedando en cuarto de hotel en Yorknew, y apenas llegó a este se tiró en la suave y mullida cama. Había todo un desorden en la habitación pero ni siquiera se molestaba en limpiarlo. Estaba realmente aburrido, pero aún así no se le antojaba ordenar el cuarto. El teléfono a su lado vibró, y Hisoka se enderezó, se levantó a cerrar la puerta del cuarto y luego se sentó en el borde de la cama, observando la brillante pantalla del aparato que iluminaba en la oscuridad. Era una llamada entrante de Illumi.

— ¿Cuánto tiempo he estado ignorando a mi querido Illu? ¿Cuatro meses? Esto es un poco mezquino... incluso para mí. Pero es tan divertido verlo retorcerse por una vez... — Hisoka solía pensar en voz alta, en especial cuando estaba solo. Le ayudaba a aclarar sus ideas y a planear mejor las cosas. Una amplia y juguetona sonrisa se abrió paso en su rostro, para luego pasar a la duda.

— Bueno... una pequeña sobreactuación de mi parte no lo va a molestar tanto. Mierda, seguro está disfrutando la paz mientras yo estoy aquí irritado sin razón. Supongo que dejaré de jugar tan mal con él. — dejando salir un suspiro, extendió la mano para tomar la llamada. Sin embargo, algo lo detuvo.

Un tintineo de cadenas.

La oscuridad.

El recuerdo de aquellos cuatro días encerrado en el sótano vino él, llevandolo más atrás en su memoria. A los días donde era un niño hambriento, solo y sucio, encerrado en una habitación oscura. Las manos y los tobillos encadenados. La mente embotada y sin formar un solo pensamiento coherente, sobre su cuerpo seguía la desagradable sensación que le provocaba el impulso de arañarse por todas partes, pero sin fuerzas para hacerlo. Una voz de mujer que reconocía bien, le hablaba: ''Hisoka. Te quedarás aquí para siempre... En la oscuridad. ''

Llevó la mano izquierda al interruptor de la lamparita de mesa al lado de su cama y la encendió, iluminando lo suficiente la habitación. Su mano derecha temblaba sin control, así que la agarró con la otra para detener aquella reacción involuntaria. Sus ojos dorados carecían del brillo pícaro usual, y observaban a la pared frente a él como si estuviesen viendo algo más ahí.

— Mmm. Tal vez, no he terminado de jugar después de todo. También puedo dejarlo otro poco más en la oscuridad.


En La Oscuridad (HisoIllu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora