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Hisoka estaba dormido luego de que la herida en su cuello y el resto de ellas esparcidas por su torso hubiesen sido curadas por Machi, a la cuál Illumi acompañó hasta la puerta de la habitación de hotel y la despidió dándole las gracias, no sin antes haber hecho el debido pago. Al estar a solas en la habitación se acercó hasta el borde de la cama y lo observó por uno segundos, la tenue luz de luna que se colaba entre las cortinas del ventanal entraba en la habitación e impedía que se quedaran en completa oscuridad.

— Tienes demasiadas almohadas. — susurró mientras acariciaba la herida en el cuello del mago, y en un extraño impulso plantó un beso allí.

— Mmm, ¿qué haces? — Illumi evitó con éxito mostrar la sorpresa en su rostro al notar que Hisoka estaba despierto y simplemente desvió la mirada ante su expresión sonriente. Comenzaba a sentirse acalorado.

— Una vez me dijiste que eso ayudaba con el dolor.

— Fu, ~Illu, querido~ . Si no te conociera diría que estás tratando de mostrar arrepentimiento por cortar mi garganta. — la voz de Hisoka era susurrante y rasposa, la herida ya estaba sanada pero necesitaría descansar un poco más. Illumi tomó en cuenta sus palabras, y la verdad es que tenía razón.

— Me hubiera arrepentido de tu muerte esta noche — Hisoka no disimuló para nada su sorpresa ante lo dicho, sus ojos dorados mirandolo con incredulidad, esperando por un poco más de información. — Cuándo te mate, quiero que estemos en buenos términos.

Pronunció las palabras mirando hacia la nada, desolado ante el pensamiento. Era lo que habían acordado, por supuesto; pero aún así una angustia silente se asentaba en su pecho al enfrentar la sola idea. Por primera vez contempló a profundidad lo que significaba la muerte de alguien. El hecho de que no estaría más, en ningún lugar, sin importar cuánto buscase o llamase. Y que la única persona que realmente se preocupaba por él desapareciera para siempre lo dejaría sumido en una vida de inexistencia. Hisoka lo observó en silencio, tal vez leyendo su mente cómo solo él parecía capaz de hacer y luego sonrió levemente en respuesta.

— Cuanta confianza.

— Bueno... tú no me conoces. — por supuesto, una gran mentira. Al parecer Hisoka era él único que realmente lo conocía. El silencio se estableció entre ambos e Illumi decidió que era momento de irse cuándo el calor comenzó a arremolinarse en su estómago. Sin embargo, la mano de Hisoka lo detuvo, pidiéndole que se quedara. E Illumi, aunque dudoso, aceptó, acostándose a su lado en la cama, comenzando a sentirse aún más acalarado pero convenciendose falsamente de que esto le serviviría para aprender a controlar su celo aún en presencia de un alfa.

El cuarto estaba silencioso y falto de luz, y el pelinegro observó la lamparita de mesa, recordando el rostro atormentado de Hisoka después de aquellos cuatro días de oscuridad en el sótano; así que estiró un brazo con la intención de encenderla siendo detenido por el pelirrojo, que lo abrazaba por detrás mientras hundía su rostro en su cuello, aspirando el aroma a cítricos del omega que a cada segundo se hacía más intenso.

— No, déjalo. No me importa quedarme en tu oscuridad.

— Lo sé. — respondió Illumi, con una sonrisa, correspondiendo el contacto con una caricia en sus brazos. Y un pensamiento cruzó la mente del pelinegro mientras el calor del celo comenzaba a invadirlo por oleadas. Quería que Hisoka lo acompañara en su celo, que fuera el primer alfa con el estuviera en ese ciclo, y en todos los demás. Así que se giró a verlo, con el rostro enrojecido y la respiración acelerada. — Sé mi compañero.

— Ya yo lo soy. — le respondió Hisoka con una expresión confundida, pero su rostro comenzaba a teñirse de rosa y su respiración se iba volviendo pesada. Illumi tomó el rostro del mago entre sus manos, dejándo caricias suaves en sus mejillas. Muchos pensamientos pasaron por su cabeza a una velocidad vertiginosa y el fuego que salía de su vientre bajo queriendolo consumir no lo ayudaba a mantener las palabras dentro de su boca.

— En este momento estoy fuera de mí, así que me justificaré con eso mañana. Pero quiero que seas mi compañero en mi celo, y en todos los demás. Y yo quiero ser tu compañero en los tuyos. Solo, quedáte conmigo y no vuelvas a irte. Eso... se sintió horrible. — Hisoka lo miró, de más está decir, absolutamente sorprendido, y luego una sonrisa le iluminó toda la cara. No una de esas sonrisas macabras, sino de las brillantes, de las que le provocaban a Illumi una sensación extraña en el pecho que comenzaba a adorar.

Y lo besó.

Hisoka lo besó.

No en la mejilla, no en la frente. En los labios, con suavidad, con cariño, hundiendo a Illumi en una sensación algodonada que iniciaba en su pecho y se extendía a todo su cuerpo. ¿Cómo era posible que dos personas capaces de completa falta de misericordia pudiesen querer a alguien con tanta devoción? No lo sabían, y no importaba realmente. Solo importaba ese momento, esa emoción, ese sentimiento cálido que los llevaba a abrazar la oscuridad del otro.

Pero Illumi quería más. Porque él en realidad era codicioso, y Hisoka lo dejaría tomar de él lo que quisiera, cuándo quisiera.

Así que rodeó el cuello del alfa con sus brazos y se apegó a él dejando nada de espacio entre ambos. Y lo besó con mayor desenfreno, un beso de lenguas y dientes, de violencia y pasión. Y el otro le correspondió con la misma intensidad. Paseando su mano por la espalda esbelta del pelinegro, jalandole un poco el cabello y dándole un apretón en el trasero que le arrancó un jadeo desesperado, para luego presionar con una pierna su dureza, robándole otro dulce sonido de necesidad. Ambos deseaban esto, demasiado. Sin soltarse, Hisoka hizo un movimiento que dejó a Illumi debajo de él.

No podía verlo claramente con sus ojos, pero lo vería con sus manos, paseándolas por todo su cuerpo, despojando a ambos de la ropa totalmente innecesaria, sintiendo el estremecimiento que lo recorría de pies a cabeza. Lo vería con su nariz, aspirando el aroma a cítricos que salía de su cuello, llenando sus pulmones de la fragancia que comenzaba a arrastrarlo a la pasional locura. Lo vería con su boca, besando cada trozo de piel desnuda, recorriendo con su lengua todo espacio de él que provocase temblores en su cuerpo. Lo vería con sus oídos, escuchando cada precioso jadeo y gemido que escapaban de sus labios, adorando la forma casi exigente en la que su nombre salía por su boca, exaltandose por el ruego despesperado que emitía. Lo vería con todo su cuerpo, en el roce de sus pieles, en la forma en que se hundía en su cálido interior, en el movimiento de su espalda arqueándose de placer, en el vaivén de ambos dejándose consumir por la pasión.

Hisoka odiaba dejar salir su lado vulnerable, pero ahora mismo era incapaz de contenerse.

— Eres tan hermoso. — le dijo, presionando el rostro en su cuello, abrazandose en completa desnudez. El alfa sintió que los ojos le escocían, unas lágrimas se escaparon sin querer, cayendo en la piel pálida de Illumi, quien lo envolvió con sus brazos, una pequeña sonrisa tironeando de las esquinas de su boca. — Y eres todo mío.

— Sí, lo soy. — le respondió Illumi, acariciando el cabello de Hisoka, quien comenzaba quedarse dormido en su pecho.

— Y yo soy todo tuyo. — volvió a decir, en un susurro adormilado.

— Sí, lo eres. — respondió Illumi, disfrutando de la hermosa calidez que los sumía en el sueño.

Desde ese día, Hisoka venció su miedo. Porque Illumi estaría esperandolo allí, en la oscuridad.


FIN

 Nota de autor: Fue todo un debate para mí el cómo iba a culminar esta historia. En un principio quise incluir el sin respeto, pero después me supo cómo algo amargo que un fic tan lleno de sentimientos y emociones terminara en puercadas, así que me decanté por darle una tonalidad poética a la escena, que se supiera lo que estaba pasando sin ser tan explícita. Espero de todo corazón que hayan disfrutado de la lectura tanto cómo yo disfruté escribir este fic, muchas gracias por todo y perdonen la demora.

En La Oscuridad (HisoIllu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora