07

665 86 0
                                        

Realmente, si había algo en aquel lugar que llamaba su mirada, era la rosa dorada en el pecho de Illumi. Nunca pensó que llegaría el día donde realmente lo viera usando una ropa que él le hubiera regalado.

Pero aquí estaban.

Y no eran las mejores circunstancias.

— Hisoka. Me has estado ignorando. — Illumi tampoco lucía en su mejor momento. Estaba molesto, muy molesto. Lo sabía bien. Pero a él le encantaba llegar hasta los límites.

— ¿Qué te hace pensar eso?

— Quiero que te detengas. — Hisoka lo miró sorprendido del hecho de que le estuviera dando una orden, porque había sonado como tal. — Esta estúpido resentimiento que has mantenido se está metiendo en el medio de la camaradería que establecimos, me gustaría que las cosas volvieran a su curso normal lo más pronto posible. Tú estabas enojado y yo he sido paciente, así que dejemos eso atrás.

Hisoka observó el rostro serio de Illumi mientras hablaba, para luego, después de un breve silencio, reír con fuerza. Sin embargo, era una risa forzada, sin una pizca de diversión en ello, pero eso era algo que ,tal vez, solo Illumi notaría.

— ¿Por qué te ríes? Estoy hablando en serio.

— ¡Y yo aquí pensando que viniste a pedir disculpas! Que tonto de mi parte. — bebió un trago de su whisky luego de responder. La voz de Hisoka contenía toda la burla que era capaz de imprimirle, ya que, en vista de que Illumi estaba allí, había convertido en su objetivo de la noche molestar al asesino a más no poder. Y no lo hacía por la satisfacción de a lo mejor tener una pelea si lograba enojarlo lo suficiente.

Lo hacía por puro rencor.

— ¿Pedir disculpas? Yo no soy el que exageró como un niño después de tener el castigo correcto por su comportamiento insufrible.

Bien, el que había llegado a su límite era Hisoka.

El vaso que sostenía en su mano se resquebrajó por la fuerza con que lo apretaba. Estaba enojado como la mierda, pero aguantaría un poco más las ganas de atravesarle el pecho con una mano. Si Illumi lo había empujado al borde del acantilado, entonces se lo llevaría con él.

— Esto podría sorprenderte Illu, pero... No puedes tratar a todos como tú y tu familia se tratan entre ustedes. No me asombra que Killua se haya ido. — sabía que había tocado la cuerda correcta, o para los efectos la incorrecta, por la manera en que el siempre inexpresivo Illumi lucía en shock, podía jurar que jamás lo había visto tan consternado. Al parecer el omega pensaba que Hisoka no sería capaz de hablar de un tema tan tabú como ese. Pero se equivocaba, como en muchas otras cosas.

— ¿Quién es ese? — la omega a su lado preguntó, haciendo que Hisoka volteara a verla y recordara que la mujer había estado allí sentada todo ese rato.

— Nadie, el ya se está yendo... — Hisoka no pudo seguir hablando con la mujer, ya que una aguja fue clavada en la frente de la omega, dejando su cuerpo muerto tirado en el suelo del bar. El alfa observó en silencio en cádaver de la mujer, mientras el resto de personas que estaban en el lugar comenzaban a gritar de terror y a salir despavoridos de allí. Hisoka volteó a ver a Illumi, sonriendo ampliamente y con malicia.

— Illu, eso fue grosero.


En La Oscuridad (HisoIllu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora