Capítulo 11

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Nuevamente me encontraba mirando a aquel niño desde mi ventana, se veía feliz. Cada vez que lo veía, todas mis tristezas desaparecían. Seguía encerrada en mi habitación y ya no era consciente del tiempo. Seguía sin entender porqué mis padres me hicieron esto, ¿acaso era una mala persona?

Ellos seguían insistiendo en que yo maté a mi hermano, pero lo negaba. Me decían mentirosa, cuando en realidad no lo era, solo les he dicho la verdad. Yo no había asesinado a mi hermano. Nunca lo haría.

Estar entre esas cuatro paredes era súper aburrido, y mi único entretenimiento era observar al hijo del vecino desde mi ventana.

—¡Tenemos que decir la verdad! por favor, ya no puedo seguir con esto.

—Baja la voz o te va a escuchar. Ella todavía es muy joven como para entender lo que sucede a su alrededor.

Eran mis padres y parecían estar discutiendo.

—Lo sé, pero es que... —volvió a hablar mi madre mientras que me acercaba a la puerta para poder oír lo que estaban diciendo—, es tan cruel lo que estamos haciendo. ¿Tienes idea del daño que le estamos causando? No creo poder soportarlo.

—Lena, escúchame. Es por su bien. Gracias a él ahora Tobías esta..., sabes lo que le hizo. No tuvo piedad, ¿qué nos garantiza que la tendrá ahora? Si queremos protegerla, debemos seguir con el plan.

Mi madre no pronunció más nada, fuera de la habitación se había quedado en silencio hasta que mi padre tomó la palabra de nuevo.

—Y. H. es demasiado peligroso.

(...)

—¡Eva, despierta!

Oliver me sacudió de un lado a otro.
Me senté en la cama aún confundida y con la piel sudorosa. ¿Acaso había sido solo un sueño?

—¡Vamos a llegar tarde como no te apresures! —gritó antes de salir corriendo de la habitación.

Lo había olvidado, las clases se volvieron a reanudar y ya habían pasado varios días de lo acontecido en la otra dimensión, y de mi encuentro con Killian —del cual nadie sabía—. Rápidamente me levanté y comencé a vestirme, pero cuando terminé, una extraña sensación me invadió. Pude reconocer esa sensación como la de terror, tenía miedo. ¿A qué? No lo sé.

Me acerqué a la ventana y retiré un poco la cortina. La casa de al lado me daba muy malas vibras, me resultaba muy familiar y no entendía el porqué, nunca antes había estado en ese lugar.

Un escalofrío me recorrió la espina dorsal poniéndome la piel de gallina, sentí algo raro e intenso sobre mí, alguien me estaba observando. Miré nuevamente en dirección a la casa, una ventana que era tapada por varios tablones de madera llamó mi atención. Unos ojos celestes conectaron con los míos. Invadida por el miedo, cerré de golpe la cortina.
¿Por qué sentía unas enormes ganas de llorar?

—Eva, se nos está haciendo tarde, ¡mueve tu trasero!

La voz de Oliver me regresó a la realidad. Agarré mis cosas de la escuela y me fui junto con él, pero cuando nos estábamos alejando, volví a sentirme vigilada. Volteé levemente la cabeza, dos figuras veían en mi dirección desde la casa continúa a la de Oliver.

¿Quiénes eran esas personas?

Negué con la cabeza. No debía  de preocuparme por eso. Solo tenía que ignorar lo que acababa de pasar, seguro solo estaba un poco alterada por el sueño que tuve.

Al llegar a la escuela me sorprendió al ver a tantos alumnos llendo de un lado a otro cargando cosas y parloteando de lo divertido que iba a ser ese día. En la entrada había un cartel largo que iba desde un extremo del porton al otro. Ponía "Bienvenidos al festival".

Silencio #1 No fue mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora