Dos semanas después, Oliver ya había sido dado de alta y pudo volver a casa. En estos momentos, no han pasado ni veinticuatro horas desde que regresó, y ya Julieta lo quería mandar para el hospital. Aunque está feliz de que se haya mejorado, ni ella ni nadie iba negar que a veces sentía el deseo de estrangularlo para que se callara. Y es por esos simples motivos, que me encontraba con el cotorro de mi amigo hablando sin descanso mientras que nos dirigíamos a la base.
—Y es por eso que creo que la cafetería de Charlie es mejor que la de la señora Stuard. —terminó haciendo señas con su brazo escayolado.
Lo contemplé unos segundos en los que ocasionalmente azotó una corriente de aire que hizo danzar los despeinados cabellos de mi amigo. De los golpes en su rostro no quedaban más que pequeñas heridas casi cicatrizadas por completo. Sin embargo, algunas magulladuras y cortes seguían presentes en algunas partes de su cuerpo y aún así, seguía sonriendo. Sus ojos seguían teniendo aquel brillo característico e hipnotizante.
Me abalancé sobre él y enrollé mis brazos a su alrededor, sintiendo las lágrimas escocer en mis ojos.
"Supongo que nunca podré confirmar tu teoría."
—Espera, ¿te sientes bien? —preguntó tocando mi frente con la palma de su mano.
"Claro que sí, ¿por qué?"
—¿A qué se debe tan repentina muestra de afecto? ¿Estás segura que no tienes fiebre?
"Serás tonto."
Dije separándome y apartando su mano que aún seguía en mi frente.
Durante las dos semanas que habían pasado, Gael, Cristal, Katherine y Owen seguían visitándonos para estar al tanto de la recuperación de Oliver. Pasar el tiempo con ellos era divertido. Se sentía bien, además, sentía que por fin encajaba. Estar en presencia de tantas personas que no miraban precisamente mi físico y me aceptaban, fue extraño al principio, pero a la larga me hizo feliz.
No tenía idea que conocer a aquel niño desaliñado traería la felicidad de vuelta a mi vida."Es solo que me he dado cuenta que tú me has dado tanto. Y...te quiero Oliver."
Mi amigo me miró pasmado por unos segundos hasta que sus labios formaron un puchero.
—Pero no así, que vas a hacerme llorar —pidió abanicando su mano con dramatismo—. Sabes que también te quiero, Eva, y haría cualquier cosa por ti.
Envolvió su brazo bueno alrededor de mis hombros mientras que el otro seguía pegado a su pecho.
Antes había pensado que Oliver tenía un tornillo zafado por querer ayudarme, pero me di cuenta que solamente tenía un corazón demasiado grande. Aunque admitía que a veces me hacía dudarlo y declinarme por la primera opción.
Caminamos uno al lado del otro por unos segundos hasta que a mí vino aquella pregunta que había estado carcomiendome la cabeza por tanto tiempo.
"Escucha, Oliver. Siempre me he preguntado el porqué Sofía y tu se llevan tan mal, la verdad no lo entiendo."
—Y no querrás entenderlo, créeme.
"Anda, ¿vas a dejarme con la curiosidad cuando yo siempre respondo todas tus preguntas?"
Me miró serio hasta suspirar.
—Que conste que no podrás volver a usar mi costumbre en mi contra, ¿de acuerdo?
Asentí efusivamente mientras echaba un vistazo al camino frente a mí.
—Cuando llegué a esa escuela tenía trece —empezó a hablar—, como ya debes suponer, empezaron a surgir los intereses hacia otras personas. Y como mi vida es tan lamentable, fue a gustarme la niña más popular y mala de la escuela.
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Silencio #1 No fue mentira
Ficción General"Un mal día puede dar inicio a un montón de tragedias." Eva Gorner sabía esto muy bien. Lo estaba viviendo en carne propia. ¿Qué sentía al estar en esa situación? Bueno, los sentimientos eran diversos, pero la impotencia sobresalía de entre todos. ...