¿Puedes oírme, bebé?

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En el pueblo de Encanto a las últimas semanas de julio la familia Guzmán esperaban felices al último integrante de su familia.

No sabían si Esperanza esperaba a un niño o a una niña, pero sin duda el amor ya estaba ganado.

Mario Guzmán se preparaba para salir a un viaje de negocios otra vez, alistaba en su maleta lo necesario para navegar. Sin saber que sucedería aquella vez.

- Papá.- le habló Sandra de 11 años.- ¿es muy necesario que te vayas? Mamá va a tener un bebé y deberías estar con ella.

- Sandrita, hija, solo es un viaje de unas cuantas semanas. Además tu mamá dará a luz hasta dentro de dos meses aproximadamente dijo el doctor. Todo estará bien.

- ¿Entonces ya decidieron que nombre tendra el nuevo gusano?.- pregunto Jeronimo apoyado en el marco de la puerta con brazos cruzados.- ni crean que le dare mi cuarto y mis juguetes.

- Eres un llorón.- le regañó Sandra a su hermano mayor.

- ¿Tú qué? Niña rarita.

- Ey, ey, a ver. Calmense los dos, mejor vayan a ver si su mamá necesita algo.- ambos niños se retiraron con pesar.- ¡y no me la vayan a molestar!

Esperanza estaba en la cocina buscando algo para comer. Aquellos antojos eran muy raros pues lo único que podía comer eran arepitas con queso.

- Mmmm ¿ahora que quieres hacer?.- le pregunto acariciando su gran vientre de 7 meses de embarazo.- eres más tranquilo de lo que fueron tus hermanos.- bebé ¿puedes oírme?

Esperaba poder sentir las pataditas del bebé, pero este simplemente no respondía. De no ser por el fuerte latido en su interior podría imaginar que su bebé había muerto.

- Mejor.. salgamos a dar un paseo ¿de acuerdo?

A escondidas y sin avisar a nadie salió de su casa rumbo al parque. Por las calles las personas le veían pasar orgullosa de este nuevo embarazo. Y tal vez este no seria el último que tendría. Estaba dispuesta a darle otro hijo a su amado esposo. Su esposo. El amor de su vida, oh bueno, el más grande amor de su vida.

Temía por el, por su trabajo en los barcos. Salir de Encanto era dificil, mas sin embargo de algo debian de vivir y por eso se abrieron rutas para los comerciantes que no dejaban de llegar.

- ¡Ester, eso no es tuyo!

Escucho una voz al fondo, era su amiga Josefina con su hija Ester. Ester habia sido hija de uno de los comerciantes extranjeros, por ello la niña de la edad de su hija Sandra tenia el cabello rubio, los ojos azules y de piel muy clara con tonos rosados. No se parecia en nada a su mamá que era de piel canela.

- Oh, hola Finy!.- le saludo Esperanza viendo como su amiga luchaba por llevar a su hija que a fuerzas quería aquellos collares tan relucientes que vio en el mercado. Josefina apenas le devolvio el saludo. Su esposo tambien era comerciante, pero con la diferencia de Mario que el venia de tierras aun mas lejanas donde las personas tienen cabello color del sol.

Tan ida estaba en sus pensamientos que apenas sintio el jalon de su vestido hacia atras evitando que chocara con una carreta de caballos.

- ¡Cuidado, señora!.- le grito un niño.

- Oh que susto. G-gracias.. ehh ¿Bruno?

El niño que la habia salvado era nadamas y nadamenos que Bruno Madrigal de solo 9 años de edad.

- ¿S-se encuentra bien? ¿No le paso nada?.- en sus ojos se veia la preocupacion.

Ese niño era una ternura andante. Si tan solo fuera una niña lo casaría con su hijo mayor Jeronimo.

Le tomo suavemente su mejilla dandole una sonrisa hermosa.- todo esta bien, gracias, pequeño heroe.

- ¿Heroe?.- se pregunto. Nadie nunca le habia dicho eso. Solo basura, fenomeno, adefecio...- ¿usted cree eso?.- pregunto con brillo en los ojos.

- Si, hoy fuiste mi heroe. De no ser por ti, no sé que nos hubiera pasado.- dijo enderezando su figura haciendo notar el gran vientre que tenia. Bruno lo miro con cierta alegria.- ¿quieres tocarlo? Ya tengo los 7 meses, pero no se mueve demasiado. Ando esperando que patee, pero no quiere hacerlo... a lo mejor contigo funcione.- dijo animando al niño a sentir al bebé.

- ¿P-puedo?  

- Si adelante. Mira, dame tu mano aquí esta su cabeza.- dijo tomando la mano del pequeño colocandola donde estaba la cabeza del bebé.- aquí estan sus pies.

Bruno sentía por lo más mínimo el contacto con el bebé de adentro. Nunca vio como fue el embarazo de su madre, pero le emocionaba mucho ver a una embarazada. Ver el amor de madre que se formaba aun cuando la mujer ni conocía a la criatura.

Ansiaba sentir lo mismo algun día, pero no, era imposible. Su mamá no le daría nunca el cariño y apoyo que el ansiaba.

- y aquí.. esta su corazón ¿sientes su latido?

Bruno no sintió nada, estaba por decirlo cuando un fuerte latido dio contra su mano. Jadeo sorprendido, sonrió. Otro y otro, luego otro. Eran fuertes, eran intensos como si el bebé estuviera emocionado. Pues era la misma sensacion que el pasaba en sus cumpleaños o cuando tenia una buena visión y no las desgracias de siempre.

- S-se esta volviendo muy fuerte.- sonrió emocionado a la señora quien le sonrió aún más euforica. Ese niño era ma imagen de Pedro, tenía sus rasgos e incluso su sonrisa. Pero no solo eso, sino tambien su dulce corazón.

Bruno dejo de sonreír cuando sintió algo mas fuerte. Ese no era un latido.

- E-el me pat-teó.- admitió sorprendido. Esperanza igual no podía creerlo. Su bebé no pateaba con nadie nisiquiera con su padre. ¿Qué tenía Bruno de especial?

El pequeño siguió riendo y las patadas y movimientos se hicieron más repetitivos, Bruno reía más feliz. Esperanza presenció como la voz de Bruno motivaba a su bebé a seguir moviendose. Sonrió para sí.

- ¡Bruno!

Atras de e corrian sus hermanas a su direccion. Pepa tenia el vestido algo mojado y Julieta iba atras de ella con muchos vegetales en los brazos.

- ¡Chicas! ¡vengan aquí!.- les llamó para que se acercaran.- toquenlo! Se esta moviendo!

- Podemos?.- pidieron permiso, pero al momento de que Bruno quito la mano y fue reemplazado por las de Julieta y Pepa, el bebé dejó de moverse.

- No siento nada.- dijo Pepa y Julieta asintió. Ella tampoco sintió nada.

- ¿De verdad? Pero él estaba pateandome.- dijo extrañado.

- ¿Él? ¿Crees que sea niño, Bruno?.- le pregunto la señora.

- S-si bueno.. c-creo que tiene la fuerza para serlo.- volvió a poner su mano cuando las otras dos retiraron las suyas.

- En fin, no te tardes. Te vemos en casita. Adiós, señora.- les dolió despedirse de aquella manera tan seca, pero su madre les dijo que no se acercaran a esa mujer. Que era una mujer mala cuando ellas mismas veian que era todo lo contrario.

- Ey, ey bebé... ¿donde estas.- pregunto Bruno al niño en el vientre, tanteando suave con su mano donde estaba su cabeza o sus pies. Se acerco lo suficiente para susurrarle.- ¿puedes oírme?

Una suave patada le dio su respuesta.


















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Los Guzmán Madrigal //Family Mariano x Bruno//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora