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2003

Valle de Bravo.

Una bola de papel todo arrugado chocó en mi cabeza. Alguien me la había lanzado. Lentamente me puse el gorro de mi abrigo para ocultarme de las personas que me rodeaban. Últimamente he pasado todas mis clases así, ocultado y la verdad es que siento que desde aquel día ya no he vuelto a ser el mismo, ni siquiera con mi familia.

-¿Que pasó, bestia?- me dijo un compañero en forma de burla. Iván. Él siempre se comportó así conmigo, pero lo soportaba por ella, ahora ya no tengo un motivo para soportar- ¿Vas a estar otro día así, fenómeno?

Mis ojos solamente se dirigieron a los suyos, ni siquiera mi cuerpo volteó.

-No quiero problemas ¿ok? -fue lo único que salió de mí.

-Ya entiendo- se sentó en mi mesa y después en un movimiento rápido y brusco apartó la gorra de mí y tomó mi mentón para que lo mirara- es porque ella ¿no es así? ¿por la niña loca suicida?

Eso me enfureció al instante y sin que pensara realmente lo que estaba haciendo me paré de mi asiento y mientras lo agarraba del cuello de la camisa lo estrellé en la pared provocando que todo mi salón volteara a vernos.

-No vuelvas a hablar de ella en frente de mí.

No sabía si era mi furia o mi dolor el que estaba hablando, posiblemente una combinación de los dos. Tampoco estaba exactamente seguro si estaba enojado con Iván o con Jessica.

¿Acaso no pensó en cómo me sentiría? ¿No pasó por su cabeza el daño que podía hacerme y me hizo?

- ¡Suéltalo! - el grito de uno de sus amigos me sacó de mis pensamientos y rápidamente solté a Iván.

Tomé mis cosas y salí de la clase antes de que el profesor llegara.

Tuve que tener cuidado de que los coordinadores de mi escuela no le vieran. Después de unos minutos me pude escapar y sin voltear atrás comencé a correr hasta llegar a aquel callejón donde un día estuve con ella. Tiré mi mochila al suelo y grité lo más alto que pude sacando una parte del dolor que tenía en mi interior.

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Partía mi pedazo de carne. Había silencio en la mesa.

- ¿Cómo te fue hoy, Daniel?

La mire con seriedad, esa era mi mirada normal.

-Regular.

-¿Que tal tu examen?

-Fatal como todos- mentí, pero estaba casi seguro de que no era del todo mentira.

-¿Acaso no estudiaste? - mi padre dejó sus cubiertos en la mesa y cruzando sus dedos volteó a verme.

Le seguí la mirada.

-Lo hice.

-Entonces no estaría fatal.

-Puede ser fatal incluso estudiando.

-Es cierto - comentó mi tía mientras comía un pedazo de carne.

-Cariño, no es nuestra conversación - le susurró su esposo, mi tío.

-Pero es cierto- también susurró ella.

Mi tío le puso un dedo en la boca para que guardara silencio.

-Sabes que debes estudiar duro, Daniel.

-Lo sé.

- Tu futuro depende de ello.

-También lo sé.

-No puedes pensar en otras cosas que no sean de tus estudios, no puedes dejarte caer.

Paciencias terminadas.

Aventé mis cubiertos al plato y todos en la mesa dieron un pequeño salto del susto.

- ¡¿Que te pasa?! Sabes que aquí no hacemos eso.

Una lagrima cayó de mi rostro y segundos después fui consciente de lo que hice.

-Lo siento...yo...no quise hacerlo.

Sin decir una palabra más fui rápidamente a mi habitación y mientras subia las escaleras solo pude escuchar a mi padre decir:

-Han pasado dos años, ya debió superarlo.

Mi madre diciendo.

-No es sencillo para él.

Al llegar a mi habitación cerré la puerta y me tiré a la cama abrazando el peluche de Jessica, había ido a su casa para recogerlo, por supuesto que sin sus padres se dieran cuenta. Me matarían si me vieran.

Lo abracé mientras lloraba y no recuerdo en qué momento mi mente vio oscuro.

Había dormido.

Dos vidas un alma #2 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora