Colisión (bilogía Lazos)

Cap. 37: Confiar

Advertencia de contenido +18, sino les gusta este tipo de contenido podrán saltárselo, no altera la secuencia de la historia. Los quiero. 

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— Te amo Victoria

Mis ojos nublados por las lágrimas solo atinaron a mirarlo sin decir nada. Sin embargo, mi cuerpo, caliente por el deseo acumulado, se entregó a él. Lo jalé hacia mí y lo besé, sentí su lengua adentrándose en mi boca y sus manos en mis muslos.

Por mucho tiempo dudé, o mejor dicho no quería admitir, que estaba completamente enamorada de él. Y es que para mi el amor es más que eso, el amor para mi es ver los defectos de esa persona y aun así estar con ella, saber que esos pequeños detalles lo hacen humano, que aun sabiendo que hay personas mejores, tu sepas que es él, que es la persona indicada.

En mi caso él es la persona indicada, indicada para ayudarme a curar y dejar de atormentarme.

— Nathan — gemí cuando sentí sus manos sobre mis pechos, apretando lo suficiente

— Silencio mi amor, nos pueden escuchar — me dijo al oído, de forma sensual — aunque no me molestaría que todos sepan que eres mía, que es mi nombre el que gimes, que es por mí por quien te mojas y que soy la causa de tu excitación

No me acordaba que mis amigos estaban aquí hasta que escuché a Bastian gritar.

Reí, nos fuimos alejando, pude apreciar el enojo en Nathan, así que me acerqué y le di la última sorpresa de la noche.

— Mi amor, hoy dormiré contigo.

— Esta noche será nuestra.

Sonreímos, nos besamos y salimos.

Todos le entregaron sus respectivos regalos y se marcharon, pero antes logré hablar con Danna, le había dicho a mi familia que dormiría con ella, aunque confiaban en mí, tenía miedo que se presentaran en su casa a la media noche y le preguntaran por mí. La cereza del pastel seria que lleguen a casa de Nathan y lo arresten, ya que yo aún en un mes cumpliré 18 y él es mayor de edad.

— Danna, tengo miedo, y ¿si alguien se entera que no pasaré la noche contigo?

— No te preocupes, yo me encargaré, diviértete, sé libre y recuerda que te mereces todo lo bueno que te está sucediendo, que ningún recuerdo te impida hacer lo que quieres, si crees que es la persona correcta, solo confía en él.

Y con esas palabras se disiparon muchas de mis dudas.

Observé a todos marcharse y me concentré en el chico del que me había enamorado, él se encontraba apoyado en la columna que separaba la cocina del comedor viéndome seriamente.

— Mi amor, que te quedes conmigo es el mejor regalo que puedo tener.

— Sabía que te gustaría — me voy acercando — a mi me fascina la idea de pasar la noche contigo.

Me agarra de la cintura y me pega a él, lo suficiente para sentir la excitación proveniente de sus pantalones y el rápido bombeo de su corazón.

— Provocas tantas cosas en mi Victoria, deberías saber qué hacer con todas ellas.

— Creo saberlo...

Uní nuestros labios, era un beso apasionado, como el que me dio en el cuarto, mis manos se dirigieron a su cabello, rodeando con mis brazos su cuello, mientras él descendía tocando mi cintura, mis caderas y mis muslos. Sin pensarlo me agarró de las piernas y me hizo rodearlo con ellas, caminamos así hasta su habitación. Sus besos bajaron por mi cuello, hasta el valle de mis senos, aterrizamos delicadamente sobre su cama con él sobre mí.