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Suspiro aún cuando no necesitaba respirar. Observaba embobado sentado al lado de su peluche al niño que jugaba con unas canicas. No entendía que le pasaba en su interior, pero enserio le gustaba esa sensación de sentirse vivo otra vez, de vergüenza pero de atracción que tanto le hablaban que iba a sentir cuando sea mayor. No sé sentía tan mal estar "enamorado", el único inconveniente es que él no está vivo como el chiquillo en él que estaba sintiendo esos sentimientos.

No entendía cómo sucedió, solo pasaron unas cuantas semanas y todos esos sentimientos tan de humano volvieron a su ser repentinamente un día de manera fuerte. ¿Tal vez termino así por qué es la primera persona que ve hace mucho tiempo? Puede ser, no lo sabe con exactitud, pero no iba a juzgarse cómo siempre las personas lo hacían cuando estaba vivo; si estaba enamorado de un niño, estaba enamorado de ese niño.

Solo siguió sonriendo tontamente, ignorando toda a su alrededor, solo prestándole atención al niño tan parecido a el, que seguía divirtiéndose con esas bolitas.

Desde la perspectiva del chiquillo juguetón, este se sentía incómodamente observado, lo que le hacía sentir de manera muy nerviosa. Tenía las necesidades de decirle a ese espíritu, fantasma o lo que sea que se detenga, o al menos intentar hablar con él o ella.
Decidió dejar de jugar, así que con pereza guardo las canicas en una lata que se encontraba a su lado. Suspiro nerviosamente, levantándose del suelo blanco y negro y empezó a caminar hacia ese peluche. Se arrodilló al frente de este, sintiéndose perturbado por la cara sonriente de este Freddy desgastado y amarillento.

– ¿Puedes hablar? – pregunto, notandose inseguro.

Solo espero unos segundos. No pasaba nada y no oía nada además de los sonidos del exterior. Decidió seguir preguntando.

– ¿Sabes comunicarte de alguna forma? – cruzó sus brazos, esperando a que algo pasará a su alrededor.

El niño espíritu escuchaba las preguntas del inseguro y aterrado contrario, pero se quería hacer ver, quería que sepa de su existencia. Se levantó del suelo y decidió acercarse hacia la lata con canicas. El otro parecía escuchar sus pisadas, lo que hacía que mirara hacia la dirección que el estaba. Tomo una canica, y la tiró hacia el otro con no mucha fuerza. Igualmente, el vivo se asustó, se le notaba por la cara de terror que tenía.

– Eso...¿e-eso que significa? – pregunto más nervioso aún, tomando la canica entre sus manos.

La canica callo de sus manos, ya que había sido empujada. El pequeño solo pensó un momento, para que repentinamente algo se le viniera a la cabeza.

– Hey, t-te haré unas pre..preguntas. – comento. Volvió a darle la cara al peluche, tomando la canica y dejándola en el medio de ellos. – para los costados es no, para arriba y para abajo es si. ¿Entendido?

El fantasma se sentó al lado de su osito, sonriendo al parecerle un juego divertido para comunicarse. Tomo la pequeña bolita y la movió arriba y abajo, para confirmar que entendía las simples reglas.

Así empezaron las preguntas, algunas le preguntaban si tenía seis, siete ocho, etc de años, otra le preguntaba si era bueno o malo, etc. Respondió con sinceridad el pequeño fantasma, mientras que ese sentimiento seguía incrementando en su pecho, además de la felicidad que sentía al saber que el otro ahora conoce su existencia por completo.

El fantasma del amor. [C.C/Evan x Gregory]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora