Encuentro fortuito (JakeSteven) [Jake Lockley x Steven Grant]

XXI. Steven Grant

Steven estaba realmente feliz al ver la mejoría en la salud de su madre. Él hacía todo lo que estuviera a su alcance para no causar algún inconveniente; era obediente, tranquilo, estudioso y complaciente. Sabía que su padre tenía mucho trabajo, y que su madre constaba de una salud delicada, por eso mismo no pedía más de lo necesario; su padre le instruía en conocimientos médicos, su madre en historia general e intelectos diversos.

La mayor parte de su infancia estuvo al cuidado de una niñera, sus padres no podían estar al pendiente de él, y sabía que era por cosas complicadas, así que estaba bien, no había problema, él estaría bien, sabía que le querían, eso le era más que suficiente.

No le importaba pasar los días dentro de su casa estudiando y charlando con su querida madre, para él era suficiente tener su compañía y atesoraba cada momento. No pedía las cosas abiertamente, solo recibía lo que le ofrecían, así que, cuando vio que su madre se encontraba de salud estable, quiso ser, lo que él consideraba, un poco egoísta. Tenía mucha curiosidad y fascinación sobre la cultura egipcia, quería visitar el museo, ver los objetos y reliquias que había en el lugar, aprender más sobre ellos, y experimentar algo nuevo. Por eso mismo, le pidió a su madre que lo llevase en su cumpleaños.

Amelia estaba más que encantada de llevar a Steven al museo, sabía que su hijo no hacía peticiones de manera tan abierta, por lo que quiso cumplir este pequeño deseo a como diera lugar, ella se encontraba mejor en cuanto a su estado de salud. Sabía que Steven quería ir con ella dado su fascinación por la cultura e historia, su padre estaba repleto de trabajo y con la niñera no podría desarrollar su curiosidad abiertamente. Claro que cumpliría el sueño de su pequeño.

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Cuando se llegó el día de su cumpleaños, Steven estaba tan emocionado que apenas podía contener su alegría, estaba rebosante de emoción por conocer el museo, y aún más porque su madre iría con él. Todo el camino en autobús estuvo hablando sobre el tema y cuando estuvieron cerca del lugar se la pasaba dando brinquitos de alegría.

Se encontraba tan eufórico que terminó correteando alrededor de su madre, Amelia estaba encantada de ver a su pequeño en tal estado de júbilo que no se atrevía a ponerle un alto, solo se aseguraba de seguirle el paso y tomarle la mano cuando fuese necesario.

Entonces sucedió...

Entre la euforia del niño, este se alejó de Amelia, en un descuido, Steven se encontraba en medio de la carretera mientras un carro a alta velocidad se dirigía hacia él. Amelia por instinto corrió hacia al frente para tratar de proteger a su pequeño, no podía permitir que le pasase algo, no ha él...

La sensación de un fuerte impacto contra su cuerpo, el dolor que causó, los estallidos cruzando por todo su ser, gritos de asombro y angustia alrededor fue lo único que pudo distinguir. Y al lado de todo ello, se encontró con el rostro repleto de lágrimas de su hijo, quería brindarle un consuelo, decirle que no pasaba nada, abrazarle y tranquilizarle, pero lo único que pudo hacer fue esbozar una leve y temblorosa sonrisa antes de que todo se volviera oscuridad absoluta...

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Steven estaba en estado de shock, aferrándose a su madre mientras lloraba a un nivel estruendoso, suplicando que abriera los ojos, que despertara, que le hablara, cualquier cosa estaría bien, cualquier señal, lo que sea; pero su madre no producía movimiento alguno...

Si tan solo no se hubiera apurado, si tan solo hubiera puesto atención a su alrededor, si tan solo no hubiera pedido ir al museo esto no hubiera pasado, esto había sido su culpa, él había provocado esto, esto fue causado por él, él era el causante de esto. Era su culpa, era su culpa, ERA SU CULPA.
El niño se repetía una y otra vez aquellas palabras de autodesprecio como si de un matra se tratara, no podía articular palabra alguna y toda noción del tiempo le fue imperceptible.