Sexy - • Edward Elric • -

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💛 V I Ñ E T A 💛

Edward Elric era un chico determinado en su trabajo. Eso no implicaba que pasársela en una oficina fuese gusto personal, al contrario, detestaba la idea de ser un animal encerrado. Por supuesto, desde que tú habías sido transferida como su nueva compañera la perspectiva de pasar más tiempo en ese lugar no resultaba tan desagradable. Era pésimo hablando con chicas lindas, al menos de forma cortes y no a la defensiva, por lo que ahora mismo, te estaba aplicando la ley del hielo. Sí, esa ley llevaba ya desde que te conoció, es decir, más de un mes. Nunca resulto incómodo, al contrario, parecía agradarte la idea, por lo que más que hacerle sentir bien, era todo lo contrario. Necesitaba capturar tu atención.

¿No te cansas de verme? —Edward suspiró—. Si tienes algo que decirme, hazlo.

—Eres demasiado sexy, vete a trabajar en otra oficina.

¡E-Eh...! ¡N-No digas tonterías!

—¿Por qué te dio por utilizar distintos estilos de trenzas?

Porque...

La razón por la que Edward decidió intercalar sus peinados era debido a la idea de Winry. Su instinto femenino le decía que Ed podría capturar tu atención si lograba conseguir verse diferente cada día que pasaba a tu lado. Esa era la razón por la que se encargaba de hacer mezclas distintas en el cabello dorado de su amigo de infancia. Edward quería recibir miradas de parte tuya, sin embargo, el tacto no era su mejor aliado y menos cuando te comportabas con una actitud tan descarada. Sí, todo este estúpido plan era por ti, pero tampoco quería lucir tan desesperado en busca de afecto. No, él tenía orgullo.

¡Pues no tengo que darte explicaciones, tonta!

—¡Entonces vete a otra oficina!

¡Tú vete a otra oficina!

—Le diré todo a Roy.

¿Qué vas a...?

—¡Qué me estás seduciendo y no me dejas trabajar!

¡Espera eso no...!

Edward antes de poder recapacitar, ya estaba juntando sus manos y creando una barrera que impidiese salir de aquella pequeña oficina. Ahora lucías más enfadada y alterada. Ni siquiera esperó a escucharte replicar, cuando ya estabas acorralada sobre esa misma barrera. Su frente chocaba con la suya y no era capaz de siquiera sostenerte la mirada. Sus labios se separaban tratando de soltar alguna excusa para su comportamiento, pero estos de inmediato volvían a cerrarse. Su rostro ya estaba a nada de explotar en un notable color rojizo. Un par de risas de tu parte le hicieron escapar de su ataque de pánico.

—¿Seguro que no me estás seduciendo...?

Cállate, todo es tu culpa.

Edward no era un chico de palabras, su actuar era el más sincero. Esa era la razón por la que ahora mismo, no se había abstenido de levantar tu barbilla y sucumbir a la necesidad de robarte un beso. Saboreo tus suaves labios y no dudo en dejar una pequeña marca de mordida en ellos. Aún cuando Edward estaba dejándote ir en contra de sus verdaderos deseos, no pudo evitar jadear sorprendido al sentir que tus manos sobre sus hombros lo regresaban a un nuevo beso. Esta vez tú eras quien tenía el control y eso no parecía desagradarle a Edward, al contrario.

El encanto de la estética es un poder aterrador.

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¡Ah! Es que este hombre me trae muy mal💛
¿Cómo no caer ante este chico terco pero fiel?

¡Ah! Es que este hombre me trae muy mal💛¿Cómo no caer ante este chico terco pero fiel?

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