Omega

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- Todos los estudios te han dado bien, Félix.

El omega permaneció con la cabeza gacha mientras su madrastra revisaba todos los papeles de los resultados.

No sabía muy bien el porqué, tampoco le importaba, le parecía muy innecesario todas las visitas al médico, exámenes y estudios que le habían hecho en ese día y medio, sin contar con las declaraciones juradas donde había mentido descaradamente a los policías, diciendo que no sabía dónde estaba, que no conocía a sus captores, pero que no le habían hecho nada, que lo habían tratado bien, cosa que se respaldaba por los médicos.

- Nada de signos de ayuno, ni deshidratación, ni heridas, torturas psicológicas... - la mujer se paseaba con sus tacos, el ruido le taladraba los oídos a Félix -. Todo está correcto.

- ¿Entonces va a dejar de joderme? - respondió, ganándose una mirada de su madrastra que no le intimidaba ni un poco.

- Pero veo que tu actitud de mierda sigue ahí - la mujer junto los papeles con brusquedad -. Ya veo porque te dejaron ir, siempre tan insoportable.

Félix no se contenía en contestarle a nadie, muchos de sus pretendientes habían sido testigos de lo grosero que era el omega, algunos se lo tomaban con más gracia, como Chan, y otros no hacían comentarios al respecto, como Minho.

Pero esos últimos días, en los que había vuelto al mundo real estaba de peor humor que antes.

Sentía frio todo el tiempo, salvo su cabeza, que parecía arder del dolor, aun andando con ropa de abrigo y con calefacción se sentía congelado a morir, además que sentía su cuerpo cansado, y pasaba casi todo el día en cama.

Nadie se había dado cuenta aún, pero no tenía energía ni para comer, aunque se esforzaba por lo menos tragar unos bocados, comenzaba a sentirse mal al poco rato, a veces terminando en nauseas, lo que lo obligaba a parar, y terminaba dejando el resto de la comida.

La última comida que había podido digerir bien fue la poca que había recibido el mismo momento en que llego a casa de Minho, desde entonces, se había mantenido casi únicamente con líquidos.

Hasta Minho le había comentado que estaba pálido, aunque él había respondido que era su tono de piel normal, mintiendo descaradamente.

Además de sentirse tan enfermo físicamente, su lobo no lo ayudaba.

Quería volver al lado de su alfa, sentir su calor y aroma, quería volviera a tocarlo, a besarlo o solo a escuchar su voz. Intentaba no pensar en ello mucho, porque solo lo hacía sentir mal.

Su olor dulce se había apaciguado demasiado, dejando paso a un fuerte olor a tristeza que tenía preocupados a todos en la mansión del joven Lee.

Félix pensaba que su madrastra también estaba preocupada por él, solo que lo demostraba con todas las visitas al médico que le hacían hacer, creyendo que le "habían hecho algo" en los días que había desaparecido.

Acostado sobre la cama, en su propio cuarto privado, del cual no salía ni para comer (ya que le traían la comida), ni para ir al baño (ya que contaba con el propio), Félix había comenzado a cerrar los ojos por el sueño.

Dormir era lo que más hacia allí.

Escucho los tacos de su madrastra acercarse, pero no se inmuto.

Frunció el ceño al sentir los finos y fríos dedos de la mujer tocar cerca de su cuello, en su collar.

Escucho un pitido y sintió como si le quitaran un peso de encima.

Félix abrió los ojos para ver a su madrastra, que ahora sostenía su collar entre sus manos.

Delta (Hyunlix )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora