Piloto

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Una mañana abrumadora.

Era el comienzo de un nuevo año, mi último año.

Para ser sincera, estuve esperando el comienzo de este año desde que comencé la escuela, muchos aman su etapa escolar, pero otras personas, como yo, odiamos el hecho de ir a un salón de clases todos los días; aún así debía levantarme y prepararme para salir.

Tomé mi toalla y camine hasta el baño para darme una ducha, al menos podría estar en un espacio que me transmitiera tranquilidad, así fuera solo por 7 minutos, pero valían toda la pena del mundo; cuando mi tiempo de ducha termino, salí de ella y me enrolle en mi toalla, comencé a pasar mi crema humectante por todo mi cuerpo, no me consideraba alguien que cuidara mucho su piel, pero me incomodaba sentir que mis piernas o mis brazos estaban demasiado secos.

Al salir del baño fui por mi uniforme a mi armario, comencé a cambiarme mientras acomodaba cada parte de el; termine de acomodar mi uniforme y me acerque al espejo sobre mi mesa de noche, me puse un poco de crema en mi rostro y algo de rimel en mis pestañas, sonreí ante mi reflejo y terminé de cepillar mi cabello, hoy podría dejarlo suelto.

Tomé mi maleta y salí de mi habitación en dirección a la cocina de mi casa, quizás solo tomaría un café y comería algo de pan con mermelada, no me gusta comer tan temprano en las mañanas, hace que mi apetito despierte en la mitad de la clase y era incómodo escuchar a mi estómago sonar mientras el profesor explica algo.

— Buenos días — saludé a mi madre, quien estaba sentada en una de las sillas de la mesa, leyendo su revista favorita.

— Buenos días linda — saludo de vuelta.

Continué con lo mío, empaque algunos sandwiches y galletas para el día, agarre mi café y lo coloque en uno de los termos de mi madre, para meterlo en mi maleta e irme.

— ¿Ya te vas? ¿No está muy temprano? — pregunto en mi dirección

— Quizás un poco, pero hoy quiero caminar, así que me iré más temprano, nos vemos en la tarde — le di un beso en la cabeza y salí en dirección a la puerta

— No olvides el concurso de matemáticas de este año, te quiero — la escuché a mis espaldas

— No lo olvidaré, yo también te quiero — grite mientras salía del lugar.

Comencé a caminar mientras daba pequeñas sonrisas y reverencias a algunos vecinos que eran amigos nuestros, aunque eran más de mamá que míos, pero estaba bien, la cortesía iba primero.

Al avanzar en mi camino, solo pude pensar en que tendría que volver a estar en un salón de clases rodeada de gente, y que en su mayoría eran personas que no me agradaban, a una gran parte la conocía por estudiar juntos durante años y con el tiempo se habían vuelto más insoportables, la pubertad había atacado muy fuerte a nuestro curso, así que perdí la esperanza en todas las personas que no fueran yo.

Normalmente no caminaba a la escuela, tomaba el autobús, pero hoy quise hacerlo para despejar mi mente antes del estrés que conlleva estar en el último año escolar y el comienzo de una nueva etapa en mi vida, estaba emocionada por ello, estaba emocionada por salir de la escuela y entrar a la universidad, para poder concentrarme en las cosas que de verdad me interesaban, y dejar de pensar en trabajos en grupo con gente que solo me usaba para que los hiciera y ellos sacar buena nota, aunque no tengo muy claro como será la universidad, pero cualquier cosa es mejor que seguir en esta escuela.

Pero hablemos de una pregunta puntual, ¿Por qué odio tanto esta escuela y sus alumnos? Fácil, mi vida ha sido un infierno desde que cruce esa puerta en primer año; había creado una expectativa de mi primera semana de clases en mi cabeza, me había imaginado con un grupo de amigas y por un momento las tuve, pero todo se salió de las manos en la segunda semana, y desde ese momento he estado sola siempre, nadie se hacía ni se hace en grupos de trabajo conmigo, nadie me había invitado a estar con ellos en el recreo, nadie me escogía para jugar en educación física, básicamente, era un fantasma y ni los propios profesores recordaban que yo estaba en el curso, solo era un cero a la izquierda y sentirme así me hizo crear un rechazo hacia toda esta escuela y las personas que la componen, por ello quiero irme a la universidad de una vez.

Después de caminar por 10 minutos, llegué a mi cárcel personal, suspiré y avance, no había nada peor que no ser capaz de enfrentar este lugar, pero con el tiempo había logrado hacerlo.

Al entrar solo pude ver estudiantes por aquí y por allá, en sus grupos de amigos, todos gritando y abrazándose, hablando de sus vacaciones y varios de los de mi año, hablando de como disfrutarían estos meses juntos, y yo solo seguí mi camino, no tenía ningún grupo de amigos al cual hablarle sobre mis vacaciones ni alguien a quien abrazar, así que solo camine hasta la oficina de la secretaría, quería recoger mi horario y comenzar con este sufrimiento.

— Buenos días Wheein, ya sabes a qué vengo — sonreí hacia la pequeña mujer delante de mi

— Buenos días Jimin, claro que lo sé, es lo mismo todos los años — sonrió hacia mi y busco en sus escritorio un pequeño papel, para posteriormente entregármelo — ¿Que se siente estar en tu último año? ¿Que tal tus vacaciones? —

— Es un alivio, mis vacaciones estuvieron bien, visite a mi padre en Japón, así que pude salir de aquí un tiempo — reí — ¿Que tal las tuyas? ¿Preparada para cuando vengan corriendo los de primer año? —

— Ni me recuerdes que tengo que entregarles sus horarios, estarán gritando aquí toda la mañana — menciono haciendo un gesto dramático — Y por mis vacaciones, lo de siempre, me quedé con mi madre y haciendo los papeleos para este año, me alegro que te hayas divertido, si quieres puedes venir en el almuerzo a contarme más de tu viaje, sabes que me gustan esas historias — me guiño un ojo mientras comenzaba el bullicio afuera de la oficina — Deséame suerte y te deseo suerte —

— Suerte y gracias — camine en dirección a la puerta para salir antes de que toda la escuela se lanzara en dirección a la oficina de Wheein para recoger sus horarios.

Comencé a caminar por los pasillos buscando algún hueco pequeño donde pudiera hacerme, hasta que fueran las 8 de la mañana, ya que a esa hora todos tendrían sus horarios y las clases comenzarían, así que necesitaba un lugar tranquilo antes de ir al salón, y para mí suerte, justo había divisado un lugar cerca a la cancha de fútbol, era una viga en toda la esquina de las gradas, que estaba sola y le veía una gran iluminación, no se porque nunca antes la había visto.

Camine hasta allí y me senté en el suelo, saque uno de mis libros junto con uno de mis sándwiches y mi termo con café, puede que me vea como una chica cliché, pero yo misma se que no lo soy, solo que no me gusta la compañia de las personas de esta escuela, pero por fuera de ella era alguien diferente, era como una doble vida que me gustaba llevar y estaba bien con eso.

Al cabo de un rato, escuche unos pasos acercándose a mi lugar y me asusté un poco, no pensé que alguien viniera por acá, así que guarde mis cosas a toda prisa y me coloque de pie, hasta que vi un chico, quizás un año menor que yo, tenía el uniforme algo sucio y caminaba cabizbajo, aunque se sorprendió al levantar la mirada y verme.

— Lo siento, no pensar que este lugar estaba ocupado — habló, con un acento algo raro y con algunas palabras mal conjugadas, pero al final se entendía su intención.

— Puedes quedarte, yo ya me iba — dije rápidamente y pase por su lado, camine despacio hasta que lo escuché hipar un poco y me detuve.

Odio cuando mi lado bueno se hace presente.

Me devolví hasta donde estaba el chico, quien ahora estaba sentado donde yo estaba, con las piernas estiradas y con su cabeza mirando hacia arriba pero con los ojos cerrados, así podía ver un poco más su rostro, tenía algunas manchas de algo café en el rostro y se le caían algunas lágrimas.

— Disculpa — lo llame y el me miró de inmediato — ¿Estás bien? — pregunté

— No, pero no sé decir más — respondió y lo mire confundida

— ¿A qué te refieres con eso? —

— No se hablar idioma este — respondió

Justo ahí lo entendí, debía ser extranjero y por eso sus palabras estaban mal conjugadas y su acento era tan raro, ahora todo tenía sentido.

— ¿Puedo sentarme? — me atreví a preguntar

— Si, estoy solo —

— Yo igual — respondí, sentandome algo cerca para poder escucharlo bien — Soy Jimin, ¿Cuál es tu nombre? —

— Chenle —

Night Crawl - aespaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora