Las piernas de Severus no duraron más y solo se dejó caer en el frío suelo abrazándose a si mismo en un consuelo lamentable hacía si mismo.
De pronto sintió unas pequeñas manos que le acunaban su rostro rojo por las constantes olas de placer que su...
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—Sev a qué te refieres?— Harry ni siquiera hizo el amago de salir de los brazos de su omega.
Eran muy suaves y pocas veses podía tocarlos sin que su Omega se diera cuenta.
—Me refiero Potter, que si te pones esa cosa cosas terribles le pasaran a tu núcleo mágico incluso...—Severus apretó sus dientes furioso incapaz de seguir con la oración.
Harry quedó paralizado.
¿Tan grave era?
—¿Que decía esa carta?
Severus temblaba en irá sujentando protector a su Alpha, era una suerte que Potter hubiera racibido los regalos serca de el cualquier otra persona no se habría dado cuenta del aura oscura y espesa que traía.
—Palabras hipócritas —Escupio con odio puro.
Ya empezaste con tus tretas Dumbuldore, asta donde eres capas de llegar con tal de ganar?
Si Harry se hubiese puesto esa capa sobre sus hombros quien sabe que le habría pasado.
Pero por obvias razones nada bueno.
Severus trago duro, podía imaginarse que podía contener aquella capa maldita bañada en el poder de Dumbuldore que que lo atormentó en sus años de juventud.
Quizás sea una ridiculez temerle a una "simple capa" pero para el no lo era.
No después que gracias a esta el Potter difunto logrará escabullirse en su habitación innumerables veses invadiendo su espacio, esparciendo sus asquerosas feromonas que sabía que odiaba el Omega con todo su ser.
Con solo recordarlo le provocaba escalofríos en su espina dorsal como si aún fuera aquel chiquillo flaco y maltratado de su adolescencia.
—Jamas encontraras a tu Alpha me escuchaste Snivellus? Eres demaciado horrendo para que alguien se digne a mirarte, mejor rindete de una vez y ve a ser una de esas rameras Omega! Al menos de esa forma complaceras a algún alfa después de todo lo único apetecible de ti es tu cuerpo...—Dijo con burla James Potter mientras desgarraba la última prenda de su baúl.
El Severus adolescente solo pudo observar con los puños cerrados en la esquina de su habitación amarrado a unas sangrientas cadenas tal y como había venido al mundo desnudo y sangrando.
Intento por todos los medios no llorar recordaba, esas palabras de alguna manera se habían sentido mucho más dolorosas que de costumbre.
Ni siquiera en su habitación estaba a salvó de James Potter y su obsesión por hacerle la vida miserable.
—¿Que debería hacer con ella entonces?
La voz infantil de su Alpha lo saco abruptamente de sus pensamientos deprimentes y lo observó con una expresión indiferente.
