Mundial

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No se oía nada más que la música ambiente del estadio mientras se mostraba la actuación que daba inicio al mundial de fútbol celebrado en Qatar.

Poco después de que los cantantes coreano y qatarí terminasen de cantar comenzaron a oírse gritos y vítores a todo pulmón de los aficionados e hinchas de los 32 países participantes en la competición.

Los countryhumans pertenecientes a cada país se encontraban en una grada a parte, pegada a la de los líderes del país.

Algunos apoyaban a sus selecciones, otros apostaban quién iba a ganar; algunos se deseaban suerte y otros simplemente prestaban más atención a sus teléfonos móviles que a lo que pasaba en el terreno de juego.

Ecuador se encontraba sobre el césped conversando velozmente con el seleccionador de su equipo dándole algún que otro consejo para ganarles a los africanos mientras el hombre lo escuchaba atentamente.

El primer partido del mundial era Qatar contra Ecuador, y este último no quería perder bajo ningún concepto.

De vuelta en las gradas; Ghana y Polonia felicitaban a Qatar por el espectáculo de preámbulo al mundial en sí, mientras este agradecía el echo de que se molestase en ello.

Después de aquello, el polaco se fue a conversar con Alemania mientras el ghanés regresó a su asiento al lado de Senegal para revisar algo en su teléfono.




-¡¡GOOOOOOOOOOOOOLLLLLLL!!-se escuchó por todo el estadio cuando Eber Valencia marcó el segundo gol para Ecuador.

Este, que había vuelto a las gradas con el resto de countrys, se había puesto de pie y gritaba y aplaudía totalmente eufórico por el gol de su selección mientras Uruguay a su lado y Costa Rica al otro se tapaban los oídos a la vez que Argentina le gritaba que se callase y Mexico se desternillaba de risa.

Qatar, sin embargo, no estaba tan contento como los sudamericanos.

Miraba al terreno de juego profundamente decepcionado y enfadado.

Se suponía que habían ensayado eso miles de veces, ¿qué estaba fallando?

-No te comas la cabeza, Qatar-le susurró una voz a su lado.-No es eliminatorio aún.

-Pero q-iba a decir el qatarí dirigiendo su mirada a donde procedía la voz.

-Hola Qatar-le saludó alguien con la cara tapada por un pasamontañas.
Nadie se daba cuenta de que aquel extraño se encontraba allí.

-Hola Rusia-le respondió con una cálida sonrisa el qatarí.

-Solo están teniendo suerte, tranquilo-le confortó el ruso mirando hacia el césped.

-¿El señor Putin también vino?-preguntó Qatar, curioso.

-No, vine solo, ¿por qué?-le contestó Rusia, mirándolo.

-Para ordenar que le preparasen un asiento y una habitación para la estancia-le aclaró el moreno devolviéndole la mirada.

-Comprendo. Que amable de tu parte-dijo el peliblanco; algo sorprendido por la eficiencia inmediata del qatarí.

-¿Tú te quedarás o te vas después del partido?

-Pues, la verdad, no lo sé. Probablemente me iré-le respondió el ruso, pensativo.

-Si quieres quedarte te preparo una habitación en el hotel ese que tanto te gusta, para que estés cómodo-le ofreció Qatar.

-Nah, no es necesario. Gracias Qatar, pero no quiero molestarte más-le explicó Rusia.

-No molestas Rusia, tranquilo-le contrarrestó el qatarí.

-Insisto en mi decisión, mi querido amigo. De todas maneras, tengo que volver a Rusia-le insistió el ruso.

-Bueno, la próxima será, ¿no?-le dijo el moreno.

-Claro. Cuando quieras, mi casa está abierta-le ofreció cariñosamente el peliblanco.

-Gracias Rusia. Lo mismo digo-correspondió la invitación.

Al acabar el partido todos felicitaron a Ecuador por su victoria por 0-2.

Nunca el anfitrión había perdido en el primer partido de un mundial, y él consiguió cambiar eso.

Algunos también confortaban a Qatar de la manera que podían.

Rusia se había ido unos minutos antes del final del partido para que nadie descubrirse que había estado allí; dándole palabras de ánimo a Qatar y pidiéndole que felicitase a Ecuador de su parte, para después desaparecer tan repentinamente como llegó.

Poco después de acabar el partido solo quedaban en la grada el ecuatoriano, el qatarí, Uruguay y Argentina.

Este último celebraba la victoria con su compatriota mientras el uruguayo hablaba con Qatar.

Al acabar la charla, el moreno se acercó al de bandera amarilla, azul y roja para felicitarlo y salir de la grada hacia su casa.

Al entrar a su dormitorio sólo se cambió para acostarse; no tenía ganas de irse de fiesta.

Al quitarse el thawb encontró un papel doblado en uno de sus bolsillos.

Lo desdobló para encontrarse con un mensaje con una caligrafía limpia y pulcra;casi se podía decir que era absolutamente perfecta.

¿Mañana en el Kremlin?
Así te devuelvo el favor.
Rusia

Sonrió al terminar de leer la nota.

Llamó a unos contactos para que le preparasen el avión privado en dirección a Moscú a la mañana siguiente.

No hacía mucho que había ido a Rusia, pero siempre era una bonita experiencia pasar el día paseando por la hermosa capital con el ruso enseñándole de todo y contándole viejas aventuras ocurridas en aquellas calles cuando el era pequeño.

Siempre consideró la tierra rusa una segunda casa.

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Thawb es la ropa típica árabe.

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