Era un hermoso día de verano en la capital alemana.
La gente paseaba por las calles tranquilamente, los niños jugaban en los parques; unos mojaban los pies en las orillas del Rin, otros comían helado, en general, todo el mundo disfrutaba de el buen tiempo y la templada temperatura para pasar un buen día por ahí.
Nuestros protagonistas se encontraban en la casa del alemán; este en su despacho firmando algunos documentos y el pequeño polaco jugaba con la perra de su pareja: Alena.
Cuando el de gafas acabó el trabajo que tenía, se quitó los lentes negros de montura rectangular y las dejó en la mesa para recostarse en la silla y cerrar los ojos.
Estaba totalmente exhausto; llevaba toda la semana trabajando 16 horas al día, casi no dormía y todo su cuerpo funcionaba a base de café.
No le importa demasiado lo que le pasase a él mismo, le importaba más su hermoso polaco, al que había tenido desatendido toda la semana.
Después de unos minutos, abrió lentamente sus ojos escarlatas, se incorporó, se volvió a poner las gafas y se levantó para dirigirse con su pareja.
Bajó las escaleras silenciosamente hasta llegar al salón, donde encontró una muy tierna imagen.
Polonia estaba tirado en el sofá con los ojos cerrados mientras abrazaba a la perra, que se encontraba encima suya, como si fuese su peluche de cuna.
El alemán menor sacó su teléfono para poder inmortalizar ese bonito momento protagonizado por dos de los seres que más amaba del universo.
Se acercó a la pareja cautelosamente; no sabía si el polaco estaba despierto o no, pero por si estaba dormido, no quería despertarle.
Se quedó contemplando el rostro de su amado; lleno de paz y tranquilidad.
Lo amaba tanto; habían pasado mucho juntos y, a pesar de todo lo que le hizo su familia, todo lo que sufrió por su culpa, confío en él.
Le dejó entrar en su vida aún sabiendo que podría ser peligroso; le dejó entrar en su corazón sabiendo que podría resquebrajarlo.
Siempre le ayudó, le apoyó en todo con una fe ciega y una confianza inquebrantable.
A pesar de todo lo que había sufrido, todo lo que había pasado, le dio un amor y un cariño que nadie le había dado antes.
No estaba menospreciando la labor de su padre, ni mucho menos, tampoco a la familia soviética, sobretodo a Rusia y el propio URSS, pero el polaco era distinto.
Él lo había elegido entre muchos, a él, ni siquiera el propio alemán sabía que había visto un ser tan dulce como su pequeño novio en un enfermo mental y adicto al café como él.
Ese ser que se encontraba acostado tan apaciblemente sobre la suave y mullida superficie del sofá había sido víctima de el mayor homicidio de la historia; había soportado guerras, muertes, enfermedades...cosas inimaginables para la mayoría de los mortales.
No pudo evitar acariciar suavemente la mejilla del polaco, quien parece que lo sintió en sueños y sonrió feliz.
-Mi pequeño...-susurró con amargura el de dientes filosos-. No te preocupes mi amor, no voy a dejar que nada ni nadie vuelva a hacerte daño.
Nunca más.
-Dziękuję moje kochanie (Gracias mi amor)-respondió el pequeño asustando levemente a su contrario.
-Siento haberte despertado cariño-le dijo triste; se veía tan tranquilo dormido.
-No te preocupes, además, tú no me despertaste-le reconfortó el albino con una linda sonrisa.
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One-shots countryhumans
FanfictionOne shots de countryhumans; mayoritariamente de Rusia, Alemania y miembros de ambas familias. Contiene yaoi (Chico x chico), si no te gusta el contenido ahórrate los comentarios y ve a leer otra cosa, por favor. Cualquier coincidencia con otra hist...